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Hillary Clinton dejó este viernes su cargo de secretaria de Estado de Estados Unidos con un simple “gracias y que Dios los bendiga”...
Aunque todos estaban esperando cuáles serían exactamente sus palabras de despedida, si un adiós o un hasta luego, Hillary Clinton dejó este viernes su cargo de secretaria de Estado de Estados Unidos con un simple “gracias y que Dios los bendiga”, dejando en el aire, por tanto, la duda de si deja la política para siempre o será candidata a la presidencia en 2016.
El último acto de Clinton, la política más popular del país, al frente de la diplomacia norteamericana estuvo dedicado a sus 70.000 empleados. En días en los que tantas sospechas despierta la clase política en todo el mundo, resultó admirable comprobar la sintonía entre Hillary Clinton y sus colaboradores, que la ovacionaron, corearon su nombre y hasta soltaron algunas lágrimas por su partida.
También a ella se la vio emocionada. “EE UU es lo que es”, dijo, “por esto, porque estamos unidos y comprometidos con nuestro Gobierno”. Emocionada y satisfecha. “Dejamos un país más fuerte, más seguro, más justo y mejor”, afirmó, en un somero balance de su gestión.
Predijo “días difíciles por delante”, puesto que “vivimos en un mundo muy complejo y peligroso, como nos recuerda el ataque de hoy contra nuestra embajada en Ankara”. Pero también confió en que caminamos hacia un mundo mejor, “no solo por lo que hace EE UU, sino muchos países, y porque la gente, especialmente los jóvenes, se lo merecen”.
Hillary Clinton deja el listón muy alto para su sucesor, John Kerry, que ayer mismo tenía previsto jurar su cargo ante la magistrada del Tribunal Supremo Elena Kagan. Aunque no se puede anotar ningún éxito particular de especial relevancia, su trabajo y su personalidad han sido determinantes para cambiar la imagen de Estados Unidos en el mundo y crear un nuevo modelo de implicación en los asuntos internacionales.
Con su recorrido por la plaza Tahir Square en 2011, por ejemplo, subrayó el respaldo norteamericano a los movimientos a favor de la democratización del mundo árabe. Con sus numerosas visitas a Asia, destacó la prioridad que ese continente ha alcanzado dentro de la estrategia norteamericana.
Clinton ha sido capaz de hablar alto para denunciar abusos de derechos humanos, lo que le ha ganado la enemistad de China, y ha incluido entre las preocupaciones de la política de EE UU problemas como la situación de la infancia, el subdesarrollo y, muy especialmente, el de la marginación de las mujeres.
Supo mantenerse prudentemente alejada de las crisis más envenenadas, como el conflicto palestino israelí y el programa nuclear de Irán, y fue siempre una voz firme en defensa de la democracia y en contra del terrorismo. Ha sido una secretaria de Estado enérgica sin ser autoritaria.
Probablemente, su peor momento en el cargo fue la muerte del embajador Christopher Stevens en el ataque al consulado norteamericano en Bengasi y las audiencias a las que tuvo que asistir en el Congreso para explicar ese suceso. Entre los mejores está quizá su encuentro con la premio Nobel de la Paz Aung Yang Suu Chi. Y entre los más memorables, aquella imagen de espanto con la que seguía en directo la operación contra Osama Bin Laden.
Pese a su famoso duelo durante las primarias de 2008, siempre apareció como una leal servidora de Barack Obama, a quien no le causó un solo problema a lo largo de cuatro años. Al contrario, ha llenado gran parte del vacío que un presidente muy concentrado en los asuntos domésticos ha dejado en algunos momentos en la escena internacional.
Kerry carece del reconocimiento popular del que goza Hillary Clinton, y tal vez por eso se le va a exigir más. Cuenta con experiencia y conocimiento como para hacer un buen trabajo. Como presidente del comité de Relaciones Exteriores del Senado, hasta hace pocos días, tuvo oportunidad de seguir de cerca los principales asuntos mundiales.
En su comparecencia en el Senado, donde obtuvo la confirmación con solo tres votos en contra, prometió, esencialmente, continuar la obra iniciada por Clinton, aunque se espera una mayor dedicación de su parte a la lucha contra el cambio climático, una de las prioridades de Obama para este mandato.
Ex combatiente en Vietnam y antiguo y destacado activista contra esa guerra, Kerry tiene una visión del mundo tal vez algo más pacifista que Clinton, aunque, como ella, votó en su día en el Senado a favor de la guerra de Irak.
Como la agenda internacional es algo que difícilmente puede preverse, el valor de Kerry como secretario de Estado se demostrará el día que surja la primera crisis de importancia. En el horizonte, además de la permanente incertidumbre sobre lo que ocurra en Irán, están la guerra civil en Siria, la crisis de Egipto, la extensión del terrorismo en el norte de África y un clima de creciente tensión en el extremo oriente.
Fuente: http://internacional.elpais.com
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