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La civilización romana se considera una de las más importantes de Europa; pues, dio a conocer a la humanidad sistemas administrativos y civiles desconocidos hasta aquella fecha… Pero, más tarde, la estrella de la civilización romana empezó a ocultarse, ¿Por qué?
La civilización romana se considera una de las más importantes de Europa, después de la civilización greco-romana. Dicha civilización dio a conocer a la humanidad sistemas administrativos y civiles desconocidos hasta aquella fecha. La legislación que establecieron nos descubre el alcance que tuvo el conocimiento y la experiencia de sus pensadores y filósofos. En su Código Civil se hace patente la perspectiva que tenían sobre la relación existente entre el individuo y la sociedad, así como los derechos y deberes que tenían dichos individuos.
Sin embargo, a pesar del altísimo nivel de civilización y el gran poder que consiguieron -que se materializó en el hecho de repartirse todo el mundo civilizado con el imperio persa-, antes de la llegada del Profeta Muhammad cayó en un abismo, y alcanzó en todos los ámbitos de la vida los niveles más ruines de corrupción.
El Doctor Ahmad Shalabi sintetiza la situación de la civilización romana diciendo: “Los romanos avanzaron apoderándose de Europa a través de los siglos II y I a.C. A continuación, ocuparon Siria en el año 65 a.C. y luego Egipto en el año 30 a.C. Así las más importantes civilizaciones de Europa y Oriente Medio se sometieron a Roma. Durante el gobierno romano, estas zonas sufrieron todo tipo de presiones y humillaciones que terminaron con la fuerza de la invención y el pensamiento, de modo que la llama del desarrollo se apagó bajo el yugo de la injusticia romana. Finalmente Roma no fue capaz de trasladar la antorcha de la civilización a las zonas que se le habían sometido. Esto se entiende porque Roma no había sido nunca un centro de pensamiento como lo había sido por ejemplo ‘Ain Shams en el Antiguo Egipto o Atenas y Alejandría en la época de florecimiento de la civilización griega. Por ese motivo, se detuvo el dinamismo de las civilizaciones.”
Por otro lado, a pesar de la aparición de El Mesías ‘Isa (Jesús) () el sistema político romano se mantuvo en el paganismo durante un largo periodo, hasta la llegada del emperador Constantino (272-337 d.C.), que gobernó desde el año 306 d.C. hasta el año 337 d.C. Este emperador llevó a cabo una serie de hechos que fortalecieron la religión cristiana, y después, al final de sus días, en su lecho de muerte, fue bautizado, aceptando el cristianismo. A pesar de ello, los clérigos de la Iglesia no se contentaron con lo que Constantino hizo por el cristianismo, por eso pusieron a su nombre lo que se denominó como “la donación de Constantino”. Se trata de un documento según el cual el emperador entregaba al papa extensos poderes mundanales en los gobiernos papales instituidos por el papa. Sin embargo, los críticos han demostrado mediante técnicas exhaustivas que este documento era apócrifo. Lo importante es que la postura que adoptó Constantino en relación con la religión cristiana hizo que los clérigos codiciaran más poder que permitiera que los asuntos religiosos influyeran en los asuntos mundanales, y finalmente lo consiguieron. A finales del siglo IV, el clérigo Ambrosio de Milán se opuso vehementemente a algunas decisiones del emperador Teodosio, que falleció el año 395 d.C., y finalmente consiguió que el emperador las anulara .
Desde los albores del Siglo V, la Iglesia controló muchos de los asuntos mundanales, especialmente las inclinaciones ideológicas del imperio romano, que tenían raíces egipcias y abolengo fenicio. ¿Cuál era la postura de la iglesia respecto de esas orientaciones ideológicas y científicas? Su postura se basaba en las siguientes consideraciones:
1- El Libro Sagrado contiene todo lo que la persona necesita en esta vida y en la Otra, y por ello todas las teorías y doctrinas deben basarse en ese libro sagrado, cuyos textos sólo pueden ser interpretados por los clérigos y hombres de la iglesia. Además, todo el mundo debe aceptar esa interpretación sin dudarlo ni oponer resistencia.
2- Derivado de la primera consideración, se extendió la creencia de que cualquier otro libro que no sea el libro sagrado no es válido, por tanto no se debía reflexionar sobre él, ni estudiarlo.
3- Los clérigos son los representantes de Dios en la tierra, por lo que pueden torturar a todo aquél que se oponga a sus ideas y premiar a los que le obedezcan, tal como Dios hace con sus siervos.
4- El cristianismo se construyó sobre los milagros y los acontecimientos sobrenaturales que llevó a cabo el Mesías. Por definición, los milagros y los acontecimientos sobrenaturales discrepan con las leyes de la naturaleza y las bases científicas, por eso como los clérigos eran totalmente fieles a esos milagros, eran enemigos acérrimos de las ciencias, porque a su entender eran asuntos contradictorios.
5- Los textos cristianos fueron orientándose hacia la renuncia de esta vida mundanal, esperando el dominio de los cielos sin hacer caso a los cuerpos, la riqueza y el placer, entonces, como la ciencia extendida en Oriente en aquél tiempo era la ciencia experimental que servía las tendencias mundanales, por eso las ideas de estos clérigos se orientaron hacia el rechazo a esta ciencia.
A partir de estas ideas, la iglesia se enfrentó a las diferentes ciencias y a todos los científicos en general y monopolizó algunos ámbitos ideológicos después de hacerles someter a los textos del Libro Sagrado. Estableció una fuerte resistencia a algunas ideas, sobre todo en los ámbitos de la medicina, las matemáticas y la astrología, por lo que la iglesia hizo que se perdieran algunos de sus libros, y otros los escondió en sótanos a los que nadie podía acceder y donde eran carcomidos por el tiempo.
La iglesia siguió esta política durante mucho tiempo, pero cuando llegó la era de la libertad, no pudiendo quemar ese tipo de libros ni confiscarlos, optó por emitir resoluciones que prohibían a los cristianos leer los libros que dicha institución consideraba contrarios a la religión, así como también aquellos libros que descubriesen los abusos de la iglesia, e incluso llegó a emitir una resolución que declaraba incrédulo a quien proclamase que la tierra se movía. Así fue como los clérigos cristianos acabaron con la extraordinaria revolución cultural que el mundo forjó a lo largo de varios siglos. Así fue, también, como esa gente se aprovechó de las religiones y las alteró, de modo que en vez de ser antorchas de luz, las convirtieron en un utensilio generador de ignorancia y oscuridad.
Por otra parte, surgieron debates dialécticos alrededor de la religión cristiana y de su doctrina y argumentos de discusiones estériles que invadieron la mentalidad del pueblo, consumieron las mentes de sus hijos y engulleron su capacidad de ejecución. Incluso se tradujeron en guerras sangrientas, asesinatos, destrucción, torturas, ataques y saqueos. Las escuelas, las iglesias y los propios hogares se convirtieron en cuarteles religiosos rivales. Los países se vieron inmersos en guerras civiles.
Las escenas más nítidas de divergencia religiosa se dieron entre los cristianos de la zona de Sham (actualmente Siria, Palestina y Líbano) y el imperio romano, y los cristianos de Egipto, o más concretamente entre el diofisismo –los que creían en la doble naturaleza del Mesías: humana y divina- y el monofisismo –que creían que el Mesías sólo tenía una naturaleza, que era divina pero que incluía su naturaleza humana. Las divergencias entre estos dos grupos se intensificaron durante los siglos VI y VII hasta el punto de que se convirtió en algo parecido a una guerra interminable entre dos religiones rivales, o como si se tratara de divergencias entre los judíos y los cristianos, en las que se acusan mutuamente de no tener razón.
Desde el punto de vista social, la sociedad romana estaba compuesta por señores y esclavos. Los señores tenían plenos derechos, mientras que los esclavos no tenían absolutamente ningún derecho civil. Las leyes romanas incluso dudaban de si debían considerarlos (a estos esclavos) “personas”, finalmente salieron de dicho atasco considerándolos “personas sin identidad”. Estos esclavos eran como una parte más de las posesiones, por tanto no tenían derecho a poseer nada ni a heredar nada, así como tampoco podían contraer matrimonio legal, por lo que sus hijos eran todos ilegítimos. Por otro lado, los hijos de la esclava eran considerados todos esclavos, incluso si su padre fuera un hombre libre. El amo tenía derecho a cometer adulterio con sus esclavos y esclavas, sin que tuviera que dar ningún tipo de compensación legal. El esclavo no tenía la capacidad de llevar a juicio a quien le perjudicara, pero el amo sí que podía hacerlo con él. Dicho amo podía pegarle, encerrarle, llevarlo a la arena para que luchara como un gladiador, podía hacerlo morir de hambre o incluso matarlo con o sin motivo, sin tener que atenerse a ninguna supervisión o control, excepto la realizada por la opinión pública, que estaba formada por los amos poseedores de esclavos. Si un esclavo se escapaba y después se daba con él, su dueño tenía permiso de quemarlo con fuego o crucificarlo. César Augusto se enorgullecía de que había encontrado a 30.000 esclavos huidos y que crucificó a todos aquellos que no fueron requeridos por sus dueños. En caso de que todas estas condiciones sacaran de quicio al esclavo y asesinara a su dueño, la ley disponía que se había de dar muerte por ello a todos los esclavos que poseía el difunto amo. Cuando el gobernador Pedanius Secundus fue asesinado en el año 61 d.C., se dictó sentencia de matar a sus 400 esclavos. Una minoría de los miembros del Senado protestó por esta sentencia, así como también un grupo de personas enojadas y manifestadas en la calle, que pidieron clemencia. Sin embargo, finalmente el Senado decidió aplicar la ley romana, creyendo que sólo aplicando esta crueldad los amos podían sentirse seguros de sus esclavos.
Por otra parte, la ley romana daba al amo el derecho de mantener con vida a su esclavo o de matarlo. En la era romana, el número de esclavos ascendió vertiginosamente, hasta el punto de que algunos de sus historiadores citaron que el número de esclavos en la época de los romanos era tres veces superior al número de personas libres.
En cuanto a la situación de la mujer en esta sociedad, una gran asamblea que tuvo lugar para investigar sobre dicho asunto decidió considerar a la mujer como un ser vivo sin alma y que, por tanto, no hereda la Otra Vida, así como también se consideró que era algo impuro, que no debía comer carne ni reír. Le prohibieron hablar, e incluso llegaron a colocarle en la boca un cerrojo de hierro.
Como consecuencia de todo lo que hemos citado, la estrella de la civilización romana empezó a ocultarse hasta que los cimientos de la excelencia se disolvieron y los pilares de la moral se derrumbaron. Edward Gibbon , historiador inglés, muestra esto diciendo: “A finales del siglo VI, el imperio romano llegó con su declive al último punto.”
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