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Ciertamente, la libertad de opinión es obligatoria para cualquier musulmán y no se le permite prescindir de ella, ya que Al-lâh () le Ha obligado a aconsejar a los demás, ordenar lo reconocido y prohibir lo reprobable, y es imposible cumplir con estas obligaciones legales
La libertad de opinión consiste en que el individuo tenga derecho a escoger la opinión que más le plazca en cualquier asunto, ya sea público o privado, a mostrarla y a transmitirla a otras personas. Se trata de que la persona tenga derecho a expresar sus ideas y sentimientos siguiendo su voluntad y su elección, siempre que ello no comporte una agresión al derecho de los demás.
En ese sentido, la libertad de opinión es un derecho garantizado y establecido para el musulmán, ya que la legislación islámica se lo ha reconocido, así que lo que la legislación islámica reconoce al individuo, nadie puede arrebatárselo, despojarlo de él o negárselo. Ciertamente, la libertad de opinión es obligatoria para cualquier musulmán y no se le permite prescindir de ella, ya que Al-lâh () le Ha obligado a aconsejar a los demás, ordenar lo reconocido y prohibir lo reprobable, y es imposible cumplir con estas obligaciones legales si el musulmán no disfruta del derecho de mostrar su opinión. Entonces, la libertad de opinión es esencial para cumplir con sus obligaciones, por tanto lo que es esencial para el cumplimiento de una obligación, también es obligatorio.
El Islam ha permitido la libertad de opinión en todos los asuntos mundanales, como por ejemplo los asuntos públicos y sociales. Tenemos un ejemplo que lo encarna en lo que dijeron Sa‘ad Ibn Mu‘adh y Sa‘ad Ibn ‘Ibadah () cuando el Profeta () les pidió consejo sobre el acuerdo con Guitfán a cambio del tercio de los frutos de Medina con el fin de que abandonaran el grupo de los aliados el día de Gazwat [la Batalla] de los aliados.
Se ha relatado de Abu Hurairah () que dijo: “Al Hariz Al Guitfani se acercó al Profeta () y le dijo: “¡Muhammad, danos la mitad de los dátiles que produce Medina!”. Dijo: “Permíteme consultarlo con los Sû‘ûd [o sea sus Compañeros ()]”. Entonces, envió a buscar a Sa‘ad Ibn Mu‘adh, Sa‘ad Ibn ‘Ibadah, Sa‘ad Ibn Rabi‘a, Sa‘ad Ibn Jaizamah y Sa‘ad Ibn Mas‘ûd () y dijo: “He sabido que todos los árabes están dispuestos a atacaros, pero Al Hariz os propone compartir con vosotros los dátiles de Medina, así que si queréis podéis darle este año (lo que pidió) y después ya decidiréis”. Respondieron: “Si Al-lâh Es Quien te inspira esto, y entonces debemos someternos a Su voluntad, o si se trata de tu opinión y tu postura, nosotros seguimos tu opinión. Sin embargo, si dejas el asunto para que lo decidamos nosotros,… Has visto que cuando fuimos incrédulos como ellos, nunca consiguieron ni siquiera un dátil de nosotros si no fue porque lo compraron o porque fueron nuestros huéspedes… ¡¿Acaso después de que Al-lâh nos Ha honorado con el Islam, les renunciamos los dátiles?! Juramos por Al-lâh que no conseguirán un solo dátil de nosotros, si no es porque lo compran o porque son nuestros huéspedes.
Entre los textos que hacen referencia a dar consejo, a ordenar lo reconocido y prohibir lo reprobable, tenemos el dicho de Al-lâh () [traducción del significado]: {Los creyentes y las creyentes son aliados unos de otros, ordenan el bien y prohíben el mal} .
También Tamîm Ad-Dâri () narró que el Profeta () dijo: “La religión es aconsejar”. Dijeron (los Compañeros ()): ¿Para quién Mensajero de Al-lâh? Dijo: “Por Al-lâh, por Su Libro, por Su Mensajero, a los imames y a la gente en general” .
El Imam An-Naûaûi dijo para explicar este Hadiz: “En cuanto a aconsejar a los imames, se trata de ayudarlos para que se cumpla la verdad, obedecerlos en ella, ordenarles cumplirla, prohibirles transgredirla, hacerles recordar con suavidad y hacerles ver lo que han descuidado de los derechos de los musulmanes”.
Como narró Abu Sa‘id Al Judari () que el Profeta () dijo: “Que el prestigio de la gente (y temerla) no impida a nadie decir la verdad cuando la conoce” . También narró: “El mejor Yihâd (luchar por la causa de Al-lâh) es una palabra justa ante un soberano injusto”
La obligación de ordenar lo reconocido y de prohibir lo reprobable requiere que la persona tenga libertad de opinión. Pues, como Al-lâh les Ha prescrito esa obligación a los hombres, ello significa que también les Ha dado el derecho de expresar su opinión sobre lo que ven como reconocido o reprobable, así como aquello que deben ordenar o prohibir. Del mismo modo, como Al-lâh Ha ordenado al tutor y al gobernante que consulten a sus ayudantes [antes de decidir], ello requiere que esas personas disfruten de libertad para expresar su opinión.
La libertad de opinión fue aplicada a lo largo de toda la historia islámica de un modo magistral. Ahí tenemos al noble compañero Al Habbab ibn Al Mundhir () dando su opinión personal en Gazwat [la Batalla de] Badr, aunque era diferente de la que había expresado el Profeta (). Sin embargo, el Profeta () aceptó su opinión y la aplicó. Por otro lado, en el suceso de la calumnia, también otros compañeros expresaron sus opiniones, algunos de ellos aconsejaron al Profeta () que divorciara a su esposa ‘A’ishah sus sin embargo, poco después el Noble Corán la declaró inocente de lo que la acusaban. Se dieron muchas otras situaciones en las que los compañeros y los que los siguieron expresaron libremente su opinión.
Así pues, como la libertad de opinar y de expresar esa opinión forma parte de los derechos reconocidos en la legislación islámica, no está permitido perjudicar a la persona que opina libremente y expresa su opinión, ya que la Shari‘ah le permite hacerlo. Un día, el califa Omar Ibn Al Jattab () estaba dando un sermón en la mezquita sobre las dotes cuando una mujer le contradijo. El califa no se lo impidió, incluso reconoció que ella tenía razón y él se había equivocado diciendo: “La mujer ha acertado y Omar se ha equivocado”.
Cuando el musulmán utiliza su derecho de expresar su opinión debe tener muy presente que debe ser sincero y leal con lo que se le ha encomendado, de modo que debe decir lo que él ve correcto, aunque sea algo difícil para él, ya que el objetivo de la libertad de opinión es que se haga visible la verdad y lo correcto, así como beneficiar al que lo escucha, y no camuflar la verdad o enmascararla. Al dar a conocer su opinión debe pretender conseguir el bien, no debe hacerlo para ganar fama, ni para crear confusión, ni para hacer creer que lo falso es verdadero, ni para menoscabar los derechos de las personas, ni para engrandecer las malas acciones de los gobernantes y empequeñecer sus buenas acciones, ni para quitarles mérito, ni para chantajearlos, ni para poner a la gente en contra ellos y obtener beneficios personales.
Así es la libertad de opinión que ha reconocido la legislación islámica y que constituye un medio importantísimo para acceder al desarrollo cultural, así como también es un medio para expresarse.
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