Bajo la Sharî‘ah, la minoría no musulmana en la sociedad islámica disfruta privilegios y derechos especiales que ninguna otra minoría puede tener bajo cualquier otra ley o en cualquier otro Estado; ya que la relación entre la sociedad islámica y la minoría no musulmana es determinada por la regla divina mencionada en la aleya donde Al-lâh Dice [traducción del significado]: {Al-lâh no os Prohíbe ser benevolentes y equitativos con quienes no os han combatido por causa de la religión ni os han expulsado de vuestros hogares, pues ciertamente Al-lâh Ama a los justos.}[1].  
 
Esta aleya concretó el principio moral y legal en base al cual los musulmanes tienen que tratar a los demás. Pues se consiste en  el buen tratamiento y la justicia hacia cada quien no les tiene una enemistad; los cuales son principios que no fueron conocidos por la humanidad antes del Islam, que siguió viviendo siglos después sufriendo por su ausencia. Y hasta hoy en día, aspira a realizarlos en las sociedades modernas, sino que no los puede alcanzar a causa del deseo, el fanatismo y el racismo.
 
De esta forma, la legislación islámica garantizó para las minorías no musulmanas varios derechos y privilegios; quizá entre los más importantes de ellos, esté la garantía de la libertad de creencia, surgiendo de lo que Al-lâh Dice [traducción del significado]: {No está permitido forzar a nadie a creer.}[2]. Y esto se encarna en el mensaje del Profeta (sallallahu alaihi wa sallam) dirigido a la gente del Libro de entre la gente de Yemen, donde les llamó a abrazar el Islam diciendo: “Y quien abrace el Islam sea judío o cristiano será de los creyentes; de modo que tiene sus mismos derechos y deberes. En cambio, quien sigue siendo judío o cristiano, no se le obligará a renunciar a su creencia.”[3]
 
Por otro lado, la legislación islámica, al lado de conceder a los no musulmanes el derecho a disfrutar la libertad de creencia, les legisló lo que protege su vida, considerándoles humanos que tienen derecho a vivir y a existir. Y al respecto, ‘Abdul-lâh ibn ‘Amr  (que Al-lâh Esté complacido con él) narró que el Profeta (sallallahu alaihi wa sallam) dijo: “Quien mate a un súbdito no musulmán, no olerá el olor del Paraíso.”[4]
 
También el Profeta (sallallahu alaihi wa sallam) advirtió de oprimirlos o sacar algo de sus derechos injustamente, declarándose a sí mismo enemigo de quien los oprime, diciendo: “A quien oprima a un súbdito no musulmán, saque algo de su derecho injustamente, le encargue algo fuera de sus posibilidades o tome  algo de él sin su satisfacción, seré su adversario en el Día de la Resurrección.”[5] 
 
De las situaciones maravillosas del Profeta (sallallahu alaihi wa sallam) al respecto, está lo que pasó con los Ansar (que Al-lâh Esté complacido con ellos) en Jaibar, cuando ‘Abdul-lâh ibn Sahl Al Ansâri (que Al-lâh Esté complacido con él) fue asesinado. Este asesinato fue llevado a cabo en el territorio de los judíos; por lo tanto, la posibilidad mayor era que el asesino fuera judío. Sin embargo, no había una evidencia sobre este pensamiento, así que el Profeta (sallallahu alaihi wa sallam)  no castigó a los judíos de ninguna forma, sino que ofreció solamente que juraran que no lo hicieron.  Sahl ibn Abi Hazmah (que Al-lâh Esté complacido con él) narró que un grupo de su pueblo se fue a Jaibar y se esparció allí. Luego, encontraron a uno de ellos asesinado; y dijeron a los habitantes del territorio donde se encontró al asesinado: “Vosotros habéis asesinado a nuestro compañero.”
Respondieron: “No lo asesinamos ni sabemos quién lo hizo.” 
Por lo tanto, se fueron al Profeta (sallallahu alaihi wa sallam) exclamando: ¡Oh Mensajero de Al-lâh! Fuimos a Jaibar y encontramos allí a uno de nosotros asesinado. Respondió él: “Adelantad al mayor entre vosotros para hablar”. Y les preguntó: ¿Acaso tenéis alguna evidencia sobre quien lo asesinó?”
Respondieron: “No tenemos ninguna evidencia.”
Dijo: “Entones ellos deben jurar (que no lo hicieron).”
Respondieron: “No aceptamos el juramento de los judíos.”
El Profeta (sallallahu alaihi wa sallam) desfavoreció que su sangre se fuera en vano; por lo tanto, pagó su Diah [indemnización por el muerto] con cien camellos de la limosna.[6] 
 
En esta situación, el Profeta (sallallahu alaihi wa sallam) hizo lo que nadie puede imaginar; ya que él mismo se encargó de  pagar el Diah del dinero de los musulmanes para tranquilizar a los Ansâr y sin cometer una injusticia contra los judíos. Entonces que el Estado islámico se encargue del Diah para que no se aplique sospechosamente el castigo corporal prescripto para el crimen a un judío.
 
También la Sharî‘ah garantizó el derecho de proteger las propiedades de los no musulmanes; ya que prohibió sacarlas o apoderarse de ellas injustamente a través de robar, usurpar o estropear, aparte de otros actos de opresión e injusticia. Y eso fue aplicado prácticamente en la era del Profeta (sallallahu alaihi wa sallam) sobre los habitantes de Nayrân, ya que dijo: “Nayrân y sus habitantes están bajo la protección de Al-lâh y el amparo de Muhammad, el Profeta y el Mensajero de Al-lâh, en cuanto a sus propiedades, su práctica religiosa, su comercio y todo lo que poseen sea poco o mucho…”[7]
 
Lo más maravilloso que eso, es el derecho de la minoría no musulmana a ser mantenida por el Estado islámico de la tesorería del mismo en caso de incapacidad, vejez o pobreza; y eso según el dicho del Profeta (sallallahu alaihi wa sallam) narrado por ‘Abdul-lâh ibn Omar (que Al-lâh Esté complacido con él): “Todos vosotros sois pastores, y cada pastor es responsable de su rebaño”[8], considerándolos sus ciudadanos igual como los musulmanes, y se le hará cuenta por todos ante Al-lâh (Glorificado Sea).
 
Y al respecto, Abu ‘Ubaid[9] (que Al-lâh Esté complacido con él) narró que Sa‘îd ibn Al Musaîb[10] (que Al-lâh Esté complacido con él) dijo: “El Profeta (sallallahu alaihi wa sallam) dedicó una limosna a una familia de los judíos, y se envía a ellos.”[11]
 
Además, de entre lo que expresa la gloria del Islam y la humanidad de la civilización islámica al respecto, está esa situación que fue mencionada en los libros de la Sunna, o sea cuando pasó por el Profeta (sallallahu alaihi wa sallam) un cortejo fúnebre, de modo que se levantó por ello. Qais ibn Sa‘d y Sahl ibn Hanîf (y) narraron que se le dijo: “Es judío”. Así que él respondió: “¿Acaso no es un alma?”[12] 
 
Así eran los derechos de las minorías no musulmanas en el Islam y en la civilización islámica; ya que la regla es: respetar cada alma humana con tal de que no cometa opresión ni ejerza una enemistad.


[1] [Corán 60:9].
[2] [Corán 2:256].
[3] [Abu ‘Ubaid, Al Amuâl, pág. 28] [Ibn Zanyauaiah, Al Amuâl 1/109] [Ibn Hishâm, As-Sîrah An-Nabauîah (La biografía profética) 2/588] [Ibn Kazîr, As-Sîrah An-Nabauîah 5/146] [Ibn Hayar Al  ‘Asqalâni, At-Taljîs Al Habîr 4/315].
[4] [Al Bujâri (2995)] [Abû Dâûd (2760)] [An-Nasa’i (4747)].
[5] [Abû Dâûd (3052)] [Al Baihaqi (18511)] [Al Albâni: Sahîh, As-Silsilah As-Sahîhah (445)].
[6] [Al Bujâri (6502)] [Muslim (1669)].
[7] [Al Baihaqi, Dalâ’il An-Nubûah (Las evidencias sobre la profecía) 5/485] [Abu Yûsuf, Al Jarây, pág. 72] [Ibn Sa‘d, At-Tabaqât Al Kubra 1/288].
[8] [Al Bujâri (2416)] [Muslim (1829)].
[9] Abu ‘Ubaid: Es Abu ‘Ubaid Al Qâsim ibn Salâm Al Harawi (157-224 de la Hégira / 774-838 d.C.). Uno de los mayores eruditos del Hadiz, literatura y Fiqh (Jurisprudencia islámica). También era un escritor. Nació en Herât y estudió en ella; luego, se fue a Badgad y Egipto. Murió en La Meca. Consulte: Adh-Dhahabi, Siar A‘lam An-Nubalâ’ 10/490-492.
[10] Sa‘îd ibn Al Musaîb: Es Abu Muhammad Sa‘id ibn Al Musaîb ibn Hizn Al Qurashi (13-94 de la Hégira / 634-713 d.C.), el jefe de los Tabi‘un (Pl. de Tabi‘i, seguidor de los Compañeros (y)) y uno de los siete alfaquíes en Medina. Juntó entre el Hadiz, el Fiqh, y era piadoso. Consulte: Ibn Sa‘d, At-Tabaqât Al Kubra, 5/119-143.
[11] [Abu ‘Ubaid, Al Amual (613)][Al Albâni: Sahîh, Tamâm Al Minnah, pág. 389].
[12] [Muslim (961)] [Ahmad (23893)].
 

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