Short Description
La civilización islámica nos produjo miles de los ‘Ulamâ’ eminentes, quienes tenían el mérito en la evolución de esta civilización. Sin duda, cada civilización humana tenía sus eruditos quienes le hicieron tener una fama eterna y elevaron su grado entre las otras
La civilización islámica nos produjo miles de los ‘Ulamâ’ eminentes, quienes tenían el mérito en la evolución de esta civilización. Sin duda, cada civilización humana tenía sus eruditos quienes le hicieron tener una fama eterna y elevaron su grado entre las otras naciones.
Lo que más llama la atención en la civilización islámica, es que se puso a sí misma un método organizado y maravilloso mediante el cual pudo seguir su marcha productiva. Sin embargo, el desarrollo de este sistema era constante y paralelo a la condición científica que esta civilización logró.
Los ‘Ulamâ’ musulmanes no alcanzaron la excelencia científica sin esfuerzo, sino a través de un viaje largo de historias de sufrimiento y paciencia y soportar todos los cansancios físicos y morales para acceder a esta posición científica única.
Al principio, se debe llamar la atención a que los buscadores del conocimiento en la civilización islámica tenían un objetivo importante, el cual se representaba en desarrollar y elevar su civilización al mismo nivel de las otras civilizaciones mundiales. No obstante, este objetivo no era un requisito en sí tanto como era un medio para satisfacer al Señor del Universo.
El hombre se asombra cuando lea que los sabios en la civilización griega antigua eran el chiste del público, y un ejemplo flagrante de burla en aquella civilización acabada[1].
Sin embargo, la civilización islámica lo declaró claramente desde la Revelación Divina descendida al Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam), que la gente que más teme a Al-lâh (Glorificado Sea) son los eruditos. Al-lâh Dice [traducción del significado]: {Los más temerosos de Al-lâh son los sabios de entre Sus siervos.}[2] [Corán 35:28]. De esta forma, fueron inculcados aquellos valores divinos en cada individuo de esta civilización. Así que los musulmanes supieron que los sabios son los verdaderos jefes de esta Ummah; porque (el Hadiz dice) “los eruditos son los herederos de los Profetas.”[3].
Partiendo de este concepto, miles de los pertinentes a esta civilización –desde su infancia- comenzaron a buscar el conocimiento y viajar por todos lados en busca de ello. Por lo tanto, la formación de aquellos ‘Ulamâ’ era un ejemplo para seguir e historias eternas.
sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam
Sin embargo, en esta civilización, los buscadores del conocimiento se adhirieron a la modestia y la perseverancia en conseguir las ciencias. Pues, el erudito de esta Ummah ‘Abdul-lâh ibn ‘Abbâs (que Al-lâh Esté complacidos con él) dijo: “Cuando el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) murió, dije a un hombre de los Ansâr: ¡Vamos a preguntar a los Compañeros del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam)! Ya que hoy son muchos. Así que dijo: ¡Qué extraño eres, oh ibn ‘Abbâs! ¿Piensas que la gente te necesite mientras entre la gente están los Compañeros del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam)?[4] Dijo: “Así que hizo caso omiso a lo que le dije, luego me dirigí a los Compañeros del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) preguntando sobre los Hadices. Y cuando me enteraba de algún Hadiz que un hombre narró, iba hasta su puerta mientras estaba acostado de siesta, así que acostaba mi ropa frente a su puerta de modo que el viento me arrojaba el polvo. Entonces cuando salía, me veía así y decía: “¡Oh primo del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam)! ¿Qué te trajo? ¿No podías mandar a llamarme y yo venía a ti?” Así que respondía: “Soy yo quien tengo que venir a ti”. Luego, le preguntaba sobre el Hadiz. Este hombre siguió vivo hasta que me vio mientras la gente me rodeaba preguntándome. Así que dijo: “Este muchacho era más sensato que yo.”[5]
Por eso, la competencia entre los rivales para conseguir el conocimiento, era una característica de esta civilización. Casi en todas las épocas de la civilización islámica, encontramos la competencia entre los dos amigos en cuanto a la busca del conocimiento, y alberga historias y cuentos que llaman la atención y atrae al lector. El alfaquí de Medina Sâlih ibn Kaisân (falleció en el año 140 de la Hégira) dijo: “Me reuní con Az-Zuhrî (Muhammad ibn Shihâb) mientras estábamos en busca del conocimiento. Así que dijimos: Escribimos la Sunna del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam). Luego me dijo: Vamos a escribir lo que sus Compañeros (que Al-lâh Esté complacidos con ellos) dijeron; ya que también se considera Sunna. Así que dije: No se considera Sunna, por lo tanto, no escribimos. Así que él registró lo que ellos dijeron mientras que yo no lo hice. Por lo tanto, tuvo éxito mientras que yo fui negligente.”[6].
Lo curioso es que los califas y príncipes cuidaban mucho la búsqueda del conocimiento desde su infancia; más bien, vimos entre ellos a quien anhelaba volver a estos días gloriosos deseando ser como los buscadores del conocimiento pobres, quienes se esfuerzan sin cansancio ni aburrimiento. Ya que Al Mansûr (falleció en el año 158 de la Hégira), cuando era joven, buscaba el conocimiento de sus fuentes, tanto como el Hadiz y el Fiqh (Jurisprudencia islámica), y logró un buen conocimiento y práctica. Un día, se le dijo: “¡Oh Emir de los creyentes! ¿Todavía hay algo de los goces que no lo has logrado?” Respondió: “¡Una sola cosa!”
Preguntaron: “¿Y qué es?”
Dijo: “La pregunta dirigida del especialista en las ciencias del Hadiz al Sheij: ¿Quién mencionó, que Al-lâh le Perdone?” Por lo tanto, sus ministros y registradores se reunieron y se sentaron a su alrededor. Y dijeron: “Que el Emir de los creyentes nos dicte algo del Hadiz”. Así que dijo: “No sois como ellos. Ya que su ropa está sucia, sus pies rayados, sus cabellos son largos, son viajeros de largas distancias; una vez en Iraq, otra en el Hiyaz, otra en Sham y otra en Yemen; ya que son los trasportadores del Hadiz.”[7]
Además, los padres cuidaron la enseñanza de sus hijos, orientarlos desde su infancia y inculcarlos el amor por viajar en busca del conocimiento. Por ejemplo, el erudito de Al-Andalusí Al Humaidi (nacido antes del año 420 de la Hégira) cuyo padre le llevaba sobre sus hombres para escuchar el Hadiz en el año 425 de la Hégira. Viajó en el año 448 de la Hégira a Egipto. Sin embargo, asistía en Al-Ándalus a las clases de Ibn ‘Abdul Bar[8] e Ibn Hazm a quien acompañó, aprendió sus libros de él, era famoso por su compañía y seguía su escuela, pero no lo mostró. También asistió a clases en Damasco y en otros lugares. Asimismo, transmitió de Al Jatîb Al Bagdâdi y escribió sobre la mayoría de sus libros. Asistió en La Meca a las clases de Az-Zinyâni. Residía un tiempo tras su salida de Bagdad en Wasit, después volvió a Bagdad y habitó en ella. Escribió allí muchos libros de Hadiz, literatura y de otras artes. Era Imam de los musulmanes en cuanto a su memorización, sabiduría, perfeccionamiento, confianza, sinceridad, nobleza, religiosidad, piedad y desinterés; hasta que uno de los honorables que se encontraron con los Imames dijeron: “Jamás mis ojos vieron a alguien como Abu ‘Abdul-lâh Al Humaidi en cuanto a su mérito, nobleza, desinterés, conocimiento abundante e interés en publicar el conocimiento entre su familia.”[9].
Lo más curioso que eso, es que los padres acompañaban a sus hijos para ir a buscar el conocimiento. Y es lo que tuvo lugar con ‘Ubâdah ibn Al Ualîd ibn As-Sâmit y su padre Al Ualîd; ya que dijo: “Salí con mi padre en busca del conocimiento en un barrio de los Ansâr antes de que perecieron. Así que nos encontramos primero con Abu Al Yusr -el Compañero del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam)- quien estaba en compañía de un muchacho suyo. Y mencionó el Hadiz.”[10]
Por lo tanto, viajar en busca del conocimiento en compañía de los hijos, era una agregación islámica nueva en la marcha de la civilización humana que ninguna otra civilización la poseía. El emir de los creyentes Sulaimân ibn ‘Abdul Malik viajo a ‘Atâ’ en compañía de sus dos hijos. Así que se sentaron a su lado mientras estaba rezando. Cuando terminó de rezar, siguieron preguntándole sobre los ritos del Hayy (Peregrinación mayor), mientras él miraba hacia el otro lado. Por lo tanto, Sulaimân dijo a sus hijos: “Levantaos”, y de hecho, se levantaron. Así que dijo: “¡Oh hijos! No os aburréis de buscar el conocimiento”[11] También el califa de los musulmanes Harûn Ar-Rashîd viajó en compañía de sus dos hijos Al Amîn y Al Ma’mûn a Medina para asistir a las clases acerca de (el libro de) Al Muatta’ del Imam Mâlik.”[12]
Además, algunos padres impedían a sus hijos buscar el conocimiento a causa de la pobreza y la estrechez económica, aunque la sociedad ayudaba a aquellos estudiantes inteligentes para seguir su busca del conocimiento. Ibn Kazîr narró que el padre de Hâshim ibn Bashîr ibn Abi Hazim Al Qâsim Abi Mu‘âuiah As-Salmi Al Uâsiti, era el cocinero de Al Hayyây ibn Yûsuf Az-Zaqafi. Después se dedicó a la venta de los encurtidos. No obstante, impedía a su hijo buscar el conocimiento para ayudarlo en su trabajo, pero rechazó e insistió en estudiar las ciencias del Hadiz. Una vez, Hâshim se enfermó, por lo tanto Abu Shaibah, el juez de Wasit, lo visitó en compañía de alguna gente. Así que cuando Bashîr lo vio, se alegró y dijo: “¡Oh hijo! ¿Tu fama llegó hasta que el juez mismo vino a mi casa? Desde hoy, no te impido buscar la ciencia del Hadiz. Hâshim era de los mayores ‘Ulamâ’ y transmitió las ciencias del Hadiz de Mâlik, Shu‘bah[13], Az-Zauri[14] y otros más. Era recto y devoto.” [15]
Sin duda, esta responsabilidad social que hizo al juez de la ciudad y a muchas personas importantes en la misma ir a un joven pobre desconocido que no tenía nada de los goces mundanos sino su esfuerzo en conseguir el conocimiento y en sobresalir en ello, confirma que la civilización islámica respeta el conocimiento y a todos los que se ocupan de ello, desde los alumnos y hasta los ‘Ulamâ’ y profesores. Con seguridad plena, esta situación y otras parecidas, profundizan en nosotros la sensación de que la civilización islámica dedicó a los buscadores del conocimiento una posición alta en su cuerpo social; algo que no vimos en ninguna otra nación con el mismo interés, ya que (las otras naciones) adelantaban los asuntos físicos, tal como el dinero, el reino, el poder, el sultán (gobernante) y los mitos, a cualquier otra cosa.
Por otro lado, las madres tenían un papel destacado en incitar a los hijos a buscar el conocimiento en esta civilización, y algunas de ellas dieron el mejor ejemplo que indica la plena consciencia que la mujer disfrutaba en aquellas eras eternas. Pues, de entre aquellas madres honorables, está la madre de Rabî‘at Ar-Ra’i[16] el Sheij del Imam Mâlik. Ya que su esposo Farrûj viajó con las delegaciones a Jorasán en la era de los Omeyas mientras su esposa estaba embarazada en Rabî‘ah. Así que ella lo cuidó, educó y enseñó. Sin embargo, él le dejó 30000 dinares. Cuando volvió después de 27 años, entró en la mezquita de Medina y vio una reunión de muchos estudiantes, así que se dirigió hacia allí y encontró entre los presentes a Mâlik, Al Hasan y a los famosos de Medina. Cuando preguntó sobre el lector de dicha reunión, le dijeron que era Rabî‘ah ibn Abi ‘Abdur-Rahmân (Su hijo).
Así que volvió a casa y dijo a su esposa y madre de su hijo: “Vi a tu hijo en una posición que jamás vi a alguien de los ‘Ulamâ’ y alfaquíes en la misma”. Así que ella le preguntó: “¿Qué te gusta más: 30000 dinares o su condición actual?” Respondió: “Su condición actual por supuesto”. Dijo ella: “Gasté todo el dinero en él”. Así que él dijo: “Por Al-lâh que no lo desperdiciaste.”[17]
Ciertamente nos asombramos cuando sabemos que Sufiân Az-Zauri, que Al-lâh lo Perdone, el alfaquí de los árabes, su erudito de Hadiz, y quien se consideraba el Emir de los creyentes en las ciencias del Hadiz, el cual Zâ’idah[18] dijo sobre él: “Az-Zauri es el jefe de los musulmanes”[19] y Al Auzâ‘i[20] dijo sobre él: “No quedó de entre quienes la Ummah está de acuerdo acerca de su aprobación, salvo Sufiân – o sea nadie puede complacer a la Ummah salvo Sufiân”[21], lo cuidaba una madre recta, que se encargó de educarlo y mantenerlo, y por lo tanto, él era su fruto.
Lo describió su mismo diciendo: “Cuando quise buscar el conocimiento, dije: “¡Oh Al-lâh! Tengo que sustentarme.” Vi que el conocimiento [religioso] estaba desapareciendo. Así que dije [en mis adentros]: “Me dedico a buscarlo y pedí a Al-lâh la suficiencia”. Es decir que le Concediera la manutención.” Por lo tanto, Al-lâh Hizo que se madre lo mantuviera, quien le dijo: “¡Oh hijo! Busca el conocimiento y yo te sustento con mi trabajo (de hilar lana).”[22]
Pues, ella trabajaba con el hilado, concediendo a su hijo los gastos de los libros y del aprendizaje; para que él se dedicara a buscar el conocimiento. No sólo, sino también muchas veces le exhortaba y aconsejaba para incitarlo a buscar el conocimiento. Ya que una vez le dijo: “¡Oh hijo! Después de escribir diez letras, reflexiona si sientes más temor de Al-lâh, indulgencia y respeto. Pues si no sientes nada de eso, entonces sepa que [dichas letras] te perjudican y no te benefician”.[23]
Así era su madre por lo tanto fue él, pues era líder en el conocimiento y en la religión.
No olvidamos llamar la atención aquí al papel de la madre en la vida de los Imames famosos como Al Bujâri el príncipe de los especialistas en la ciencia del Hadiz. Pues, éste creció como huérfano en el regazo de su madre, la cual lo educó de la mejor forma, lo cuidó y suplicaba por él. Lo incitaba al aprendizaje y a la rectitud, lo llamaba a hacer el bien y viajó en su compañía mientras tenía 16 años a La Meca para realizar Hayy. Luego, lo dejó allí y volvió para dejarlo aprender el conocimiento de su fuente original para que fuera después Al Bujâri y para enseñar a las madres de los musulmanes y a las viudas entre ellas en especial cómo debería ser la educación de los hijos y cuál es el papel de las madres en el Yihâd para desarrollar y prosperar a la Ummah.
En cuanto a la madre de Ash-Shâfi‘i; viajó en su compañía desde Gaza –ciudad natal de Ash-Shâfi‘i- hacia La Meca; donde están el conocimiento, el mérito y el desierto a su alrededor, donde el lenguaje de su hijo se puede corregir.[24] Así que Ash-Shâfi‘i fue el resultado de los esfuerzos de aquella mujer noble.
El viaje en busca del conocimiento, era algo amado para quien quería recibir el conocimiento de sus fuentes. Por eso, Makhûl Ad-Dimashqi –un noble Tâbi‘i- decía orgullosamente: “Di vueltas por toda la tierra en busca del conocimiento”.[25] Por lo tanto, Makhûl se volvió de los ‘Ulamâ’ musulmanes importantes; y esto es lo que hizo al gran Imam Muhammad ibn Shihâb Az-Zuhri decir a su favor: “Los ‘Ulamâ’ son cuatro: Sa‘îd ibn Al Musaib en el Hiyaz, Al Hasan Al Basri en Basora, Ash-Sha‘bi en Kufa y Makhûl en Sham”[26]
Aquellos ‘Ulamâ’ sufrían mucho en su época para buscar el conocimiento. Ya que Ibn Abi Hâtim Ar-Râzi mencionó en el prólogo de su libro “Al Yarh ua At-Ta‘dîl” lo que su padre Abu Hâtim Muhammad ibn Idrîs Ar- Râzî[27] sufrió buscando el conocimiento. Así que transmitió de él: “El primer año, cuando salí en busca de las ciencias del Hadiz, mi viaje duró siete años, y calculé lo que caminé y me di cuenta de que era más de mil parasangas[28] y seguí contando, hasta que cuando pasé los mil parasangas, no conté más. En cuanto a lo que caminé desde Kufa hasta Bagdad; no calculé cuántas veces, y muchas veces de La Meca a Medina. Y caminé desde Bahréin cerca de la ciudad de Salâ hasta Egipto caminando; desde Egipto y hasta Ramla andando; desde Ramla hasta Jerusalén, y desde Ramla hasta Ascalón, desde Ramla hasta Tiberíades, desde Tiberíades hasta Damasco, desde Damasco hasta Homs, desde Homs hasta Antakya, y desde Antakya y hasta Tarso. Luego volví de Tarso y hasta Homs. Todavía me faltaba algo de los Hadices narrados por Abu Al Iamân, y los escuché. Después, viajé de Homs hasta Beesân, desde Beesân hasta Raqqah, y desde Raqqah viajé por el Éufrates llegando hasta Bagdad, y antes de salir, viajé a Sham, desde Wasit hasta el Nilo, y desde el Nilo hasta Kufa, toda esta distancia caminando en mi primer viaje cuando tenía veinte años de edad. Así que viajé durante siete años, salí del Rai en el año 213 de la Hégira y volví en el año 221 de la Hégira. Y la segunda vez, viajé en el año 242 y volví en el año 245 de la Hégira.; de modo que estuve de viaje durante tres años en busca del conocimiento”[29].
El viaje respecto a los andalusíes, era algo muy importante y un factor de preferencia entre los ‘Ulamâ’ unos sobre otros. Por eso, Al Muqri[30] dijo sobre Abu ‘Amr Ad-Dâni[31]: “Era de los viajeros andalusíes al Oriente, y es quien más merece la prioridad. Era famoso en occidente y oriente. Era memorizador, recitador, e Imam arraigado en el conocimiento. Nació en el año 371 de la Hégira, y comenzó a buscar el conocimiento en el año 387 de la Hégira. Viajó al oriente en el año 397 de la Hégira. Así que permaneció en Kairuân durante cuatro meses, entró en Egipto en el mes de Shaûâl y quedó allí un año. Después realizó el Hayy y volvió a Al-Ándalus en el mes de Dhûl Qi‘dah en 399 de la Hégira.”[32]
De lo mencionado anteriormente, tenemos la certeza de que esta civilización educó a sus hijos a la necesidad de buscar el conocimiento, sea lo que sea su fuente. Por eso, encontramos que miles de los pertinentes a esta civilización, eran como la abeja en su actividad, la cual no se reduce a los límites de un cierto lugar o un cierto Sheij. Esto es lo que no encontramos en los pertinentes de cualquier otra civilización; puesto que el conocimiento es una cuestión pública para los musulmanes, y es lo que los distinguió de los otros a lo largo de varios siglos.
[1] Adam Metz, Islamic Civilization in the fourth Hijri century 1/327.
[2] [Corán 35:28].
[3] [Sunan Abi Dâûd (3641)] [Sunan At-Tirmidhi (2682)].
[4]Es decir que los Compañeros del Profeta (e) eran muchos y la gente recurría a ellos y no a ti.
[5]Al Fasaui, Al Ma‘rifah ua At-Târîj, 1/298.
[6]Ibn Kazîr, Al Bidâiah ua An-Nihâiah, 9/376-377.
[7]Ibn ‘Asâkir, Târîj Madinat Dimashq, 32/330.
[8]Ibn ‘Abdul Bar: Es Abu Omar Yûsuf ibn ‘Abdul-lâh ibn Muhammad ibn ‘Abdul Bar Al Qurtubî Al Mâikî (368-463 de la Hégira / 979-1171 d.C.). Era el Imam de su época en el Hadiz y las citaciones. Se le nombraba Hâfidh Al Magrib. De sus libros: “Al Isti‘âb Fi Ma‘rifat Al Ashâb”. Consulte: Ibn Jil-likân, Uafiât Al A‘iân 7/66-71. Adh-Dhahabi, Tadhkirat Al Huffâdh 3/217-218.
[9]Al Muqri, Nafh At-Taib, 2/113.
[10]Adh-Dhahabî, Târîj Al Islâm, 1/341.
.[11]Ibn ‘Asâkir, Târij Madînat Dimashq, 40/375.
[12]Adh-Dhahabi, Târîj Al Islâm, 40/41.
[13]Shu‘bah ibn Al Hayyây: Es Abu Bistâm Shu‘bah ibn Al Hayyây ibn Al Uard Al Azdi Al Basrî (82-160 de la Hégira / 701-776 d.C.). Era de los Imames del Hadiz, la poesía y la literatura. Ash-Shâfi‘i dijo: “Sin Shu‘bah la ciencia del Hadiz no se habría conocido en Iraq”. Consulte: Az-Zarkali, Al A‘lâm 3/164.
[14]Sufiân Az-Zauri: Es Abu ‘Abdul-lâh Sufiân ibn Sa‘îd ibn Masrûq Az-Zauri (97-161 de la Hégira / 716-778 d.C.). Era el Emir de los creyentes en cuanto a la ciencia del Hadiz. Nació y creció en Kufa y falleció en Basora. Compuso el libro llamado “Al Yâmi‘ Al Kabîr” y “Al Yâmi‘ As-Saguîr” en el Hadiz. Consulte: Az-Zarkali, Al A‘lâm 3/104.
[15]Ibn Kazîr, Al Bidâiah ua An-Nihâiah 10/198.
[16]Rabî‘ah Ar-Ra’i: Es Rabî‘ah ibn Abi ‘Abdur-Rahmân At-Taimî, conocido como Rabî‘at Ar-Ra’i. Ibn Hayar dijo sobre él: “Es de confianza, alfaquí y famoso”. Falleció en el año 136 de la Hégira, según lo preponderante. Consulte: Taqrîb At-Tahdhîb, pág. 207, Tarîj Bagdad 8/420. Al Bâyi, At-Ta‘dîl ua At-Tayrîh 2/573.
[17]Ibn Jil-likân, Uafiât Al A‘iân, 2/289-290.
[18]Zâ’idah ibn Qudâmah Az-Zaqafi: Es Abu As-Salt Al Kûfi, de los mayores seguidores de los Tâbi‘un (plural de Tâbi‘i). Adh-Dhahabi dijo: “Es de confianza, hábil en su arte y ama la Sunna.” Falleció en una batalla en el reino bizantino en el año 161 de la Hégira. Consulte: Adh-Dhahabi, Al Kâshif 1/400 Ibn Hayar, Taqrîb At-Tahdhîb, pág. 213.
[19] Ibn Abi Hâtim: Al Yarh ua At-Ta‘dil 1/118.
[20]Abu ‘Amr Al Auzâ‘i: Es ‘Abdur-Rahmân ibn ‘Amr (88-157 de la Hégira), el Imam de la gente de Sham en su época en las ciencias del Hadiz y el Fiqh. Era de confianza y confiado. Habitó en Beirut y allí falleció. Consulte: Ibn Sa‘d, At-Tabaqât Al Kubrâ 7/488 Y Al Mazzi, Tahdhîb Al Kamâl 17/308.
[21]Adh-Dhahabi: Tadhkirat Al Huffâdh, 1/204.
[22]Abu Nu‘aim, Hiliat Al Auliâ’, 6/370.
[23]Ibn Al Yauzi, Sifat As-Safuah, 3/189.
[24]Consulte la historia de la madre de Ash-Shafi‘i, Mustafâ Ash-Shak‘ah, Al A’immah Al Arba‘ah, pág 10-11.
[25]Ibn Kazîr, Al Bidâiah ua An-Nihâiah 9/334.
[26] Ibn Kazîr, Al Bidâiah ua An-Nihâiah 9/334.
[27]Abu Hâtim Ar-Râzî: Es Muhammad ibn Idrîs ibn Al Mundhir ibn Dâûd ibn Mahrân (195-277 de la Hégira / 810-890 d.C.). Nació en Ar-Rai y falleció en Bagdad. De sus libros “Tabaqât At-Tâbi‘în”, “Tafsîr Al Qur’ân Al ‘Adhîm” y “A‘lâm An-Nubûah”. Consulte: Az-Zarkali, Al A‘lâm 6/27.
[28] Parasanga: Es una medida itineraria aproximadamente 4.8 km.
[29]Abu Hâtim Ar-Râzî, Al Yarh ua At-Ta‘dîl 1/359, 340.
[30]Al Muqrî: Es ‘Abu Abdul-lâh Muhammad ibn Muhammad ibn Ahmad ibn Abi Bakr Al Qurashi At-Tilmisâni (falleció 758 de la Hégira / 1357 d.C.), el autor “Nafh At-Taib Fi Gusn Al Andalus Ar-Ratîb”. Nació y creció en Tremecén y falleció en Egipto. Consulte: Az-Zarkali, Al A‘lâm 7/37.
[31] Abu ‘Amr Ad-Dâni: Es ‘Uzmân ibn Sa‘îd ibn ‘Uzmân, y se le llama Ibn As-Sîrfi (371-444 de la Hégira / 981-1053 d.C.). De los esclavos (emancipados) de Banu Umaiah. Memorizador del Hadiz e Imam en la ciencia del Corán, sus narraciones y Tafsîr. Consulte: As-Safadi, Al Uâfi bi Al Uafiât 20/20 y Az-Zarkali, Al A‘lâm 4/206.
[32] Al Muqri: Nafh At-Taib 2/135.
Comentarios
Envíe su comentario