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Sin lugar a dudas, la aparición del Islam constituyó una auténtica revolución científica en una región que ni tenía espíritu de conocimiento, ni se sentía inclinada hacia el saber. Basta decir que la etapa anterior al descenso de las primeras palabras del Corán pasó a
Los organismos educativos, que cubrían todas las etapas de la enseñanza, desde los Kuttab[1] hasta la Academia educativa, contribuyeron al florecimiento y el progreso de la civilización islámica. En el mundo islámico se fundaron institutos, universidades, facultades, observatorios y grandes bibliotecas que servían al estudio, la investigación y la redacción de obras originales.
Sin lugar a dudas, la aparición del Islam constituyó una auténtica revolución científica en una región que ni tenía espíritu de conocimiento, ni se sentía inclinada hacia el saber. Basta decir que la etapa anterior al descenso de las primeras palabras del Corán pasó a llamarse como “la época de la ignorancia”, de modo que la condición de ignorante estaba totalmente relacionada con todo lo anterior al Islam. El Islam vino para dar paso al conocimiento, para iluminar el mundo con la luz de la guía divina.
Así pues, la aparición del Islam estuvo desde el principio totalmente ligada a la invitación al aprendizaje. “Efectivamente, la misión del profeta no empezó con una invitación a establecer los ritos –en su sentido más concreto de ayuno, rezo, peregrinación y entrega del azaque-, ni tampoco explicando cuáles eran los pilares del Islam y los fundamentos de su edificación, ni aclarando las normas que había que seguir en las transacciones económicas o cuáles debían ser las bases y los valores de la vida política; tampoco empezó indicando cuáles debían ser los valores morales, ni siquiera explicando cuáles eran los pilares de la doctrina…
El mensaje divino empezó con la clave de todo lo mencionado antes, con su núcleo, con la palabra “Lee”.”[2]
Por ese motivo, se necesitaban lugares desde donde se propagara la enseñanza, y en los que los alumnos saciaran su sed de conocimiento y pudieran encontrarse con los sabios y los eruditos; y en las que se pudieran dar clases y organizar debates en un ambiente que propiciara el conocimiento. Por eso, había lugares especiales donde se aprendieron el conocimiento, así aparecieron los Kuttab, las reuniones del conocimiento en las mezquitas y las escuelas.
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