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Lo famoso para la mayoría de la gente en Oriente y Occidente y lo que aprenden los estudiantes escolares y universitarios, es que el descubridor de la ley de la gravedad es Isaac Newton… Pero, ¿es esta la verdad? La respuesta es "No", pues..
En forma de seguir mencionando los logros anteriores de los musulmanes y sus esfuerzos en descubrir las leyes más importantes de la física, las cuales son las tres leyes del movimiento, y llamando la atención a sus descubrimientos maravillosos en esta ciencia, que siguen siendo atribuidos a otros que vinieron varios siglos después de ellos, echamos luz sobre “La ley de la gravedad”. La importancia de esta ley radica en que vincula los objetos astronómicos y los mantiene integrados y ordenados en sus órbitas. Su descubrimiento permitió a los científicos interpretar la caída de los objetos hacia la Tierra y entender más sobre el movimiento de los planetas alrededor del sol en órbitas más o menos circulares. Eso suponiendo que la gravedad mutua entra el sol y sus planetas es el motivo de dicho movimiento circular.
Lo famoso para la mayoría de la gente en Oriente y Occidente y lo que aprenden los estudiantes escolares y universitarios, es que el descubridor de esta ley es Isaac Newton, y eso cuando, un día, cayó encima de él una manzana de un árbol debajo del cual estaba sentado. Y allí comenzó a pensar en el motivo de su caída hasta que llegó a descubrir esta ley de gravedad y la formuló demostrando que cada cuerpo físico atrae otros cuerpos físicos con una fuerza que aumenta o disminuye según la masa y la distancia entre ambos.
Pero, ¿es esta la verdad? La naturaleza acumulativa de la ciencia confirma que Newton jamás habría podido llegar a formular su ley famosa -como era el caso de las tres leyes del movimiento- sin haber dependido de los ilustres científicos que le precedieron a lo largo de las épocas. Quizá la narración del Dr. Ahmad Fu’âd Bâsha de la historia desde su comienzo muestre esta importante verdad.
Dr. Ahmad Fu’âd Bâsha dijo tras señalar el intento teórico del filósofo griego Aristóteles de interpretar la caída libre de los cuerpos: “Los científicos musulmanes fueron guiados –gracias a su religión recta- al método científico correcto en adquirir las ciencias y los conocimientos. Por consiguiente, no aceptaron completamente los argumentos filosóficos de las opiniones cuya validez es verificable mediante el experimento. Se dieron cuenta de que la explicación científica de los fenómenos del universo adquiere su precisión de la medida en que expresa la verdad científica que encierra la conducta de estos fenómenos. Y presentaron por primera vez en la historia de la ciencia una base aceptable para interpretar la caída libre de los objetos bajo el efecto de la gravedad terrestre”[1].
Al Hamdâni[2] comenzó esta revolución científica en su libro llamado (Al Yauharatain Al ‘Atîqatain Al Mâ’i‘atain Min As-Safrâ’ Ua Al Baidâ’) cuando hablaba sobre la Tierra y lo relacionado con ella como el agua y el aire diciendo: “Quien está en la mitad inferior de la Tierra [es decir, el hemisferio sur] está firme como el que está en su mitad superior [es decir, el hemisferio norte]. Y la proyección del primero y la firmeza de sus pies sobre su superficie meridional son como las del segundo sobre la superficie septentrional. La Tierra es como el imán cuyas fuerzas atraen el hierro a todos sus lados…”[3].
Con esta clarificación Al Hamdâni estableció la primera realidad parcial en la física del fenómeno de la gravedad, la cual es conocida -según dice el Dr. Ahmad Fu’âd Bâsha- por (la energía del punto cero) o (energía latente) producida principalmente por la elevación de los cuerpos sobre la tierra. No obstante, no dijo claramente que los cuerpos se atraen unos a otros, lo cual es el sentido principal y global de la ley de gravitación universal de Newton.
Después vino Abu Ar-Raihân Al Birûni confirmando en su libro llamado (Al Qânûn Al Mas‘ûdi) lo que Al Hamdâni llegó a conocer primero, esto es que la Tierra atrae hacia su centro lo que está sobre su superficie. También Al Jâzini mencionó en su libro llamado (Mîzân Al Hikmah) que el cuerpo se mueve con su propia fuerza solamente hacia el centro de la Tierra. Asimismo, Ar-Râzi llegó a generalizar la idea de la gravedad sobre todos los objetos existentes en el universo. Luego Hibatul-lâh ibn Malka Al Bagdâdi tuvo éxito en corregir el error grave que Aristóteles cometió cuando sostuvo que los objetos pesados caen más rápido que los livianos. De este modo, se adelantó a Galileo en afirmar la realidad científica importante que implica que la velocidad del cuerpo caído libremente bajo el efecto de la gravedad terrestre no depende en absoluto de su masa, y eso cuando el movimiento está libre de todo impedimento exterior. Y expresa esta realidad con sus palabras en su libro llamado (Al Mu‘tabar Fi Al Hikmah) diciendo: “…También si los objetos se movieran en el espacio vacío, el movimiento del objeto pesado y del ligero, del mayor y del menor, del cono móvil con su vértice abajo y del móvil con su vértice arriba serían iguales en cuanto a la velocidad y la lentitud. Y lo que hace que su velocidad sea diferente en el espacio lleno es el nivel de facilidad, en relación con estas características, de atravesar el elemento resistente atravesado por estos objetos como el agua, el aire y lo demás”[4].
Por otro lado, Al Bagdâdi agregó nuevas realidades sobre el fenómeno de la gravedad a través de su estudio del movimiento de los objetos arrojados. Llegó a deducir que el movimiento de un objeto hacia arriba al ser arrojado contradice el efecto de la gravedad terrestre, o sea que la fuerza con la cual el objeto es arrojado hacia arriba actúa en oposición de la fuerza de la gravedad. Dice al respecto: “…La piedra arrojada experimenta una inclinación resistente a la fuerza del tiro, pero está sometida a ésta. Y debido a que la fuerza del tiro es un incidente pasajero para el objeto, se debilita por su resistencia contra la inclinación natural y el elemento atravesado. Al comienzo, la fuerza del tiro supera la inclinación natural, pero sigue debilitando y desacelerando el movimiento poco a poco hasta que se vuelve incapaz de resistir la inclinación natural que a su vez llega a dominar la piedra moviéndola, finalmente, hacia su dirección”.
El Dr. Ahmad Fu’âd Bâsha dijo comentando: “En este sentido, cabe señalar que Al Bagdâdi no usa el concepto de (la inclinación) como una fuerza oculta o (salvaje) natural que dirige los objetos por anhelo hacia el abrazo de la madre Tierra como dijo Aristóteles, sino que se refiere a la fuerza física que controla científicamente el movimiento del objeto arrojado en su subida en contra de la gravedad y en su bajada en su dirección. Y la pregunta que Al Bagdâdi hizo en cuanto a esta cuestión científica es: ¿Acaso la piedra arrojada hacia arriba se detiene en el punto más alto que alcanza cuando comienza a volver a la superficie de la tierra? Él mismo responde con texto claro y directo: “Quien se imagina que entre el forzoso movimiento hacia arriba de la piedra arrojada y entre su caída hay una parada está equivocado. Lo que realmente ocurre es que la fuerza del tiro se debilita y la del peso de la piedra se fortalece, de modo que el movimiento se reduce y llega a ser invisible, y por lo tanto se piensa que está en reposo”.
Luego el Dr. Ahmad Fu’âd Bâsha sigue diciendo: “Al Jâzin habló sobre la aceleración de la caída de los objetos hacia la tierra. Y su libro llamado (Mizân Al Hikmah) contiene lo que indica su conocimiento de la relación correcta entre la velocidad con la cual el objeto cae hacia la superficie de la tierra, la distancia que recorre y el tiempo que dura su caída. Ésta es la relación que reflejan las ecuaciones matemáticas atribuidas a Galileo en el siglo XVII d.C.
De esta forma se demuestra que los científicos de la civilización islámica tuvieron éxito en llegar a realidades parciales a través de completar la imaginación humana sobre el fenómeno de la gravedad. Y eso lo lograron lejos de las opiniones filosóficas antiguas, y basándose en el hecho de que los métodos de investigación en el conocimiento dependen de la naturaleza de sus temas, como demostraron. Si no fuera por esta revolución extraordinaria que innovaron en la metodología del pensamiento y de la investigación científica correcta, los mitos de los antiguos habrían persistido hasta hoy en día, y Isaac Newton no habría encontrado a científicos eminentes como para depender de ellos a fin de realizar su gloria y fama”[5].
Lo debido no es sino una revisión de la historia de las leyes del movimiento y de la ley de la gravedad para devolver el derecho a quien lo merece.
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[1] Ahmad Fu’âd Bâshâ, At-Turâz Al ‘Ilmî Al Islâmî... ¿Shai’ Min Al Mâdi Am Zâd Lil Âtî?, Pág. 90.
[2] Al Hamdânî: Es Abû Muhammad Al Hasan ibn Ahmad ibn Ya‘qûb Al Hamdânî (280-334 de la Hégira / 893 -945 D.C.). Es historiador, astrónomo, filósofo, literato y poeta de abundante producción. Es de Yemen, nació y creció en Saná. Véase As-Suiûtî, Bugiat Al U‘âh 1/498, Az-ZarkAli, Al A‘lâm 2/179.
[3] Al Hasan ibn Ahmad Al Hamdânî, Al Yauharatain Al ‘Atîqatain Al Mâ’i‘atain Min As-Safrâ’ Wa Al Baidâ’, Investigado y estudiado por Ahmad Fu’âd Bâshâ, citado por Ahmad Fu’âd Bâshâ en At-Turâz Al ‘Ilmî Al Islâmî, Shai’ min Al Mâdi Am Zâd Lil Âtî, Pág. 90.
[4] Véase Ahmad Fu’âd Bâsha, op. cit., pág. 91.
[5] Ibídem., pág. 92
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