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La historia de la educación en la sociedad islámica, está relacionada estrechamente con la mezquita; ya que es el centro principal para publicar la cultura islámica, y es uno de los centros de educación más importantes…
La historia de la educación en la sociedad islámica, está relacionada estrechamente con la mezquita; ya que es el centro principal para publicar la cultura islámica, y es uno de los centros de educación más importantes.
Acto seguido, el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) utilizó la mezquita de Medina como un lugar de estudio; ya que se reunía con los Compañeros (que Al-lâh Esté complacido con ellos) recitándoles lo que se le revelaba del Corán, enseñándoles los veredictos de la religión con dichos y hechos. La mezquita siguió realizando su papel en la época de los califas ejemplares, los omeyas, los abasíes y los posteriores; ya que los eruditos establecían reuniones donde narraban Hadices e interpretaban aleyas del Noble Corán, y los especialistas en las ciencias del Hadiz, narraban los dichos del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam); entre ellos, estaba el Imam Mâlik ibn Anas (que Al-lâh Esté complacido con él). Así mismo, la mezquita de Damasco; pues, era un centro importante de cultura, donde se celebraban las reuniones de conocimiento[1], y “había varios rincones donde los alumnos se sentaban para copiar y estudiar. También Al Jatîb Al Bagdâdi[2] tenía una reunión grande donde daba lecciones y a la cual la gente acudía cada día.”[3]
Además, los Compañeros (que Al-lâh Esté complacido con ellos) celebraban reuniones en la mezquita profética (en Medina). Ya que Mak-hûl transmitió de un hombre que dijo: “Estábamos sentados en una reunión con Omar ibn Al Jattâb (que Al-lâh Esté complacido con él) en la mezquita de Medina, mencionando los méritos del Corán. Así que se citó el Hadiz que se trata de la maravilla de la aleya que dice [traducción del significado]: {En el Nombre de Al-lâh, Misericordioso, y el Clemente}[4].
Abu Hurairah (que Al-lâh Esté complacido con él) celebraba una reunión en la mezquita profética, donde enseñaba los Hadices del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam). Esta reunión reflejaba la amplia memoria de Abu Hurairah (que Al-lâh Esté complacido con él), e indicaba sus emociones sinceras hacia el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam); ya que una vez un hombre entró donde estaba Mu‘âuiah (que Al-lâh Esté complacido con él) y dijo: “Pasé por Medina, y Abu Hurairah (que Al-lâh Esté complacido con él) estaba sentado en la mezquita en una reunión donde narraba los Hadices del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam). Así que dijo: Mi amigo íntimo Abu Al Qâsim me dijo’. Luego reflexionó y lloró. Después, volvió a decir: Mi amigo íntimo Abu Al Qâsim, el Profeta de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), me dijo. Luego reflexionó, lloró y después se levantó”[5].
Abu Is-hâq As-Subai‘i describió la organización de la reunión científica del Compañero Al Barâ’ ibn ‘Azib (que Al-lâh Esté complacido con él), diciendo: “Nos reuníamos con Al Barâ’ unos tras otros”[6]. Esto indica la amplitud de la reunión. De las reuniones conocidas en aquella época en la mezquita profética, está la reunión del Compañero Yâbir ibn ‘Abdul-lâh Al Ansâri (que Al-lâh Esté complacido con él)[7].
Asimismo, Mu‘âdh ibn Yabal (que Al-lâh Esté complacido con él) tenía una reunión famosa en la mezquita de Damasco, la cual nos describió Abu Idrîs Al Julâni diciendo: “Entré en la mezquita de Damasco, donde encontré a un muchacho brillante y silencioso. Sin embargo, cuando la gente le acompañaba y se ponía en desacuerdo sobre alguna cuestión, pedía su opinión y la adelantaba. Así que pregunté por él, y respondieron: ‘Es Mu‘âdh ibn Yabal’”[8].
Así que las reuniones de conocimiento en las mezquitas, eran como el sistema de educación superior hoy en día. Todas las clases de la sociedad islámica, tenían interés en buscar el conocimiento, hasta los Muytahidun[9], los eruditos y los de alta clase, tenían mucho interés en estas reuniones. Por consiguiente, Ibn Kazîr (que Al-lâh Esté complacido con él) mencionó que ‘Ali ibn Al Husain cuando entraba en la mezquita, pasaba entre la gente hasta que llegaba a la reunión de Zaid Ibn Aslam. Así que Nâfi‘ ibn Yubair Ibn Mut‘im le dijo una vez: ‘¡Qué Al-lah te Perdone! ¡Eres el jefe de la gente y de Quraish, y vienes pasando las reuniones de conocimiento para reunirte con este esclavo negro! Así que ‘Ali ibn Al Husain le dijo: ‘El hombre se sienta donde se beneficia, y el conocimiento se busca dondequiera esté’.[10]
Muchas reuniones se volvieron famosas en la historia del Islam, ya que la reunión más famosa en la mezquita sagrada (en La Meca), era celebrada por el erudito de la Ummah ‘Abdul-lâh ibn ‘Abbâs (que Al-lâh Esté complacido con ella), y cuando murió, la reunión fue dirigida por ‘Ata’ ibn Abî Rabâh[11].
Por otra parte, se hacía caso omiso a la edad del profesor en dichas reuniones, ya que se fijaba en su conocimiento de Fiqh (Jurisprudencia islámica), su sabiduría y su piedad religiosa, fuera mayor o menor; pues, el memorizador e historiador Al Fasaui (falleció en 280 de la Hégira) transmitió de uno de los asistentes a las reuniones de conocimiento en las mezquitas que dijo: “Comencé a frecuentar esta mezquita cuando ya no había ninguna reunión donde se enseña el Fiqh sino la reunión de Muslim ibn Yasâr”. Dijo también: “En dicha reunión, había quien era mayor que él, sin embargo, la reunión se le atribuía a él.”[12]
Los profesores en las reuniones de conocimiento – a veces- mandaban a solicitar a quien tenía la experiencia suficiente y el conocimiento profundo. Ibn ‘Asâkir[13] mencionó que un hombre vio a Abu Idrîs ‘A’idhul-lâh ibn ‘Abdul-lâh Al Julâni[14] en la era de ‘Abdul Malik ibn Marauân, mientras había reuniones de estudiantes en la mezquita de Damasco donde recitaban el Corán y estudiaban todos. Sin embargo, Abu Idrîs se sentaba en algunas columnas, y cada vez que alguna reunión pasaba por una aleya de prosternación, le llamaban para recitarla, le escuchaban y le seguían al realizar la prosternación, y quizá llegaba a realizar doce prosternaciones. Y cuando terminaban de recitar, Abu Idrîs se levantaba para narrar.”[15]
No nos extrañamos de esto si sabemos que Abu Idrîs Al Julânî era quien más sabía de los diferentes métodos de recitar el Corán en Damasco. Por eso, los profesores en la mezquita de Damasco, sentían vergüenza de recitar la aleya de prosternación mientras Abu Idrîs estaba a su lado escuchando, por eso le hacían compartirles sus reuniones, por respeto y honra hacia él y para beneficiarse de él.
Debido a la fama de algunas de estas reuniones, los estudiantes del conocimiento religioso se dirigían a ellas viniendo desde los varios lugares del mundo islámico. La reunión de Nâfi‘ ibn ‘Abdur-Rahmân Al Qârî’[16] en la mezquita del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), era de las reuniones más famosas en aquel tiempo en cuanto a recitar y enseñar el Libro de Al-lâh (Glorificado Sea); por eso, los estudiantes se iban a él de todos lados. El Imam Uarsh Al Masrî[17] contó sobre su experiencia en la reunión del Imam Nâfi‘ en la mezquita profética, así que dijo: “Viajé de Egipto para recitar –el Corán- ante Nâfi‘, y cuando llegué a Medina, me dirigí a la mezquita de Nâfi‘; entonces, me di cuenta de que era imposible recitar ante él por la multitud [de estudiantes que recitaban ante él], eran treinta estudiantes. Así que me senté tras la reunión y pregunté a un hombre: ¿Quién es el más estimado por Nâfi‘? Respondió: ‘El jefe de los Ya‘fariûn’. Así que pregunté: ¿Y cómo lo alcanzo? Respondió: ‘Yo te llevo a su casa’. Luego, nos dirigimos efectivamente a su casa. Así que nos recibió un anciano y le dije: Soy de Egipto, y vine a recitar ante Nâfi‘, pero no lo alcancé. Pues, fui informado que usted es de los más fieles a él y deseo que usted hable a favor de mi ante él. Así que respondió: ‘Sí, por supuesto’. Luego, tomó su toga (manto) y se fue con nosotros a Nâfi‘, quien tenía dos apodos: Abu Rûaim y Abu ‘Abdul-lâh; de modo que si se le llamaba por alguno de ellos, respondía indispensablemente. Así que Al Ya‘farî le dijo: ‘Este hombre vino a ti desde Egipto, no por comercio ni para realizar Hayy (Peregrinación mayor), sino para recitar (ante tú) en especial’. Así que dijo: ‘¿Qué digo a los hijos de los Muhâyirûn (emigrantes) y los Ansâr (auxiliadores del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam))?’ Por lo tanto, su amigo dijo: ‘Intenta ayudarle’. Luego Nâfi‘ me dijo: ‘¿Puedes alojarte en la mezquita?’ Respondí: Sí. Así que me alojé en la mezquita, y cuando era de madrugada, Nâfi‘ vino y preguntó: ‘¿Qué hizo el extranjero?’ Respondí: Aquí estoy, ¡Que Al-lâh te Perdone! Dijo: ‘Tú tienes la prioridad en escuchar tu recitación’. No obstante, yo tenía una voz linda y melodiosa. Así que comencé a recitar y mi voz llenó la mezquita del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), recitando treinta aleyas. Luego, me señaló y por lo tanto me callé. Acto seguido, un joven de la reunión se levantó y dijo: ‘Oh profesor –Que Al-lâh te Honre- estamos contigo [constantemente], y éste es un hombre extranjero que vino para recitar ante ti, sin embargo le dedico (de mi tiempo) diez aleyas y yo recitaré veinte’. Respondió: ‘Sí, ¡cómo no!’. Así que recité diez, y después otro muchacho se levantó y dijo como el primero. Así que recité otras diez y me senté, hasta que todos los que solían recitar ante él me concedieron (diez) de su parte. Así que me dijo: ‘Recita’. Y me dejó recitar cincuenta aleyas. Por lo tanto, seguí recitándole cincuenta tras cincuenta hasta que terminé el Corán varias veces antes de salir de Medina.”[18]
Este cuento del alumno diligente Uarsh, nos da una imagen clara sobre las reuniones de conocimiento en el siglo II de la Hégira; en cuanto al esfuerzo y aguante del sufrimiento del viaje desde Egipto hasta Medina para recibir la recitación directamente de Nâfi‘, el Imam de Medina. También nos refleja una imagen sincera de respeto y estimación que dominaba la relación entre el profesor y sus estudiantes, concretando que el día escolar en la reunión del Imam Nâfi‘, comenzaba tras la oración del Fayr (el Alba).
Las reuniones de conocimiento eran varias, debido a que cada una estaba especializada en una de las ciencias. Además, algunas reuniones eran de un número enorme de presentes; de modo que llamaban la atención de quien pasaba a su lado. Y esto es lo que pasó al Imam Abu Hanîfah An-Nu‘mân, que Al-lah lo Perdone, ya que dijo: “Nací en el año 80 [de la Hégira], y realicé el Hayy con mi padre en el año 96 [de la Hégira], teniendo 16 años de edad. Cuando entré en la mezquita de La Meca, vi una reunión grandiosa así que dije a mi padre: ¿De quién es esta reunión? Dijo: ‘Abdul-lâh ibn Yuz’ Az-Zubaidi, el Compañero del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam). Así pues, me adelanté y le escuché diciendo: Oí al Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) decir: “A quien aprende la religión de Al-lâh, Al-lâh le Protegerá de la preocupación y le Sostendrá de donde menos espera…”[19].
Asimismo, en la mezquita de Bagdad, había más de cuarenta reuniones, las cuales se redujeron todas en la reunión del Imam Ash-Shâfi‘i por su tanto conocimiento. El origen de esta historia, es lo que narró el lingüístico famoso Az-Zayyây[20]; ya que dijo: “Cuando Ash-Shâfi‘i llegó a Bagdad, en la mezquita había entre cuarenta o cincuenta reuniones. Así que cuando entró a Bagdad, siguió asistiendo a cada reunión y diciéndoles: ‘Al-lâh Dice y el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) dijo’, mientras que ellos decían: ‘Nuestros compañeros dijeron’, hasta que ninguna reunión permaneció en la mezquita sino la suya.”[21]
La misma condición ocurrió en Egipto; ya que el Imam Ash-Shâfi‘i se encontraba con los buscadores de conocimiento religioso en la mezquita de ‘Amr ibn Al ‘As, y a aparte de eso, algunas mezquitas se volvieron famosas por enseñar varias ciencias y por los profesores quienes daban clases en ellas, y también los gobernadores nombraron a los otros profesores.
Por otra parte, era un derecho del público, oponerse a las reuniones y los encuentros científicos que no coincidían con las condiciones de la sociedad y con lo que vivía de desgracias e incidentes; ya que la prioridad de advertir a la gente sobre su realidad y sobre lo que les sirve en su condición, se adelanta a cualquier otra cosa. Ahmad ibn Sa‘îd Al Umaui narró: “Tenía una reunión mientras estaba en La Meca, la dirigía en la mequita de La Meca, los literarios acudían a mi reunión. Un día, discutimos sobre algo de la gramática y la prosodia árabe y nuestra voz subió, y eso tuvo lugar durante el califato del Al-Muhtadi (falleció en 256 de la Hégira); así que un loco[22] quien estaba presente nos miró y nos criticó recitando alguna poesía [sobre nuestra ocupación con cosas lejos de la realidad de la Ummah]. Más tarde, el loco se fue y nos separamos tras habernos asustado por lo que mencionó y lo memorizamos.”[23]
El motivo de esta poesía, era advertir a los eruditos y a la gente que asistía a las reuniones de lo que sucedía en sus sociedades; ya que la tentación era muy severa en la capital, Bagdad, entre los dirigentes de los turcos y el establecimiento del califato bajo el mandato del Califa Al-Muhtadi, como si quisiera que participaran en los acontecimientos de la sociedad a su alrededor.
También las reuniones del Imam Abu Al Ualîd Al Bâyi[24] se volvieron famosas en los diferentes lados de Andalucía, después de su viaje al Oriente; ya que llegó a tener la personalidad del especialista en las ciencias del Hadiz, y se cualificó perfectamente para ser el Imam de los eruditos del Hadiz en Andalucía, hasta que su fama se extendió y se convocó a Mallorca para que dialogara con Ibn Hazm en cuanto a seguir la escuela Malikita. Así que residió en ella y estudió la ciencia allí y en Sevilla, y (el libro de) “Al Muatta’” en Murcia. Además, él habló de sí mismo al respecto, pues dijo: “En aquel tiempo, tenía una reunión a la cual la gente asistía para estudiar “Al Muatta”’ en la mezquita del lugar donde vivía.” También, mucha gente aprendió de él Sahîh Al Bujâri en Denia, en (el mes de) Rayab del año (463) de la Hégira en Zaragoza, en el año (468) de la Hégira en la mezquita de Rahbatul Qâdi en la comunidad valenciana y en otras ciudades. De lo que destaca la personalidad de Abu Al Ualîd Al Hâfidh, es la competencia de los estudiantes de la ciencia del Hadiz del este y del oeste para aprender de él; ya que la mayoría de ellos se dirigía a él desde los distritos más lejos aparte de los cercanos, de su mismo Estado o de otro, tal como: Orihuela, Sevilla, Lisboa, Randa, Valencia, Bagdad, Tudela, Alepo, Denia, Tortosa, Toledo, Kufa, Lorca, Málaga, Sagunto, Muryiq, Murcia…”[25]
Es digno de mencionar que la mujer tenía un papel que nadie puede negar en las reuniones en las mezquitas; ya que las fuentes históricas registraron a decenas de profesoras que daban clases en las mezquitas, más bien tenían sus propias reuniones. Por ejemplo, Um Ad-Dardâ’ (que Al-lâh Esté complacido con ella), la cual se llama Huyaimah bint Huiai, la dueña de una reunión en la mezquita de Damasco, narró los Hadices bajo la autoridad de Abu Ad-Dardâ’, Salmân Al Fârisi y Fudâlah ibn ‘Ubaidah (que Al-lâh Esté complacido con ellos).
Lo que llama la atención, es que ‘Abdul Malik ibn Marauân aprendió de ella y asistía puntualmente a su reunión, incluso después de haber sido Emir de los creyentes; ya que se sentaba en la parte trasera de la mezquita en Damasco, así que le dijo ella: “Me enteré de que te empeoraste mientras que anteriormente realizabas devoción y ejecutabas los ritos”. Respondió: “¡Por Al-lâh que sí! Me empeoré mucho”. Luego, un muchacho fue a él, que lo había mandado por una necesidad, así que le preguntó: “¿Qué te hizo tardar, que Al-lâh te Maldiga? Así que Um Ad-Dardâ’(que Al-lâh Esté complacido con ella) dijo: “No lo hagas, oh Emir de los creyentes; ya que escuché a Abu Ad-Dardâ’ decir: Escuché al Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) decir: “No ingresará al Paraíso quien maldice…””[26].
También Ibn Battûtah mencionó en su viaje que aprendió el (libro de) Sahîh del Imam Muslim en la Mezquita de los Omeyas en Damasco de la profesora Zainab Bint Ahmad ibn ‘Abdur-Rahîm (falleció en 740 de la Hégira); también, le dio la licencia (Iyazah) la erudita ‘Â’ishah bint Muhammad ibn Muslim Al Harani (falleció en 736 de la Hégira) (o sea le permitió que enseñara y narrara los Hadices), quien narraba Fadâ’il Al Auqât del Imam Al Baihaqi[27].
Así, los estudiantes de las ciencias religiosas, se iban a dichas mezquitas de todos lados; ya que se les dispusieron todos los medios para seguir su estudio y dedicarse a ello. Pues, se les concedía el sustento, se les construían las casas y se gastaba en ellos el dinero[28]. Y de entre estas mezquitas, mencionamos:
La Mezquita de los Omeyas en Damasco, que fue construida por Al-Ualid ibn ‘Abdul Malik . Las reuniones en dicha mezquita eran varias; de modo que los Malikîtas tenían un rincón, tanto como los Shafîtas. También Al Jatîb Al Bagdâdi tenía una reunión donde la gente se reunía para aprender de él el Hadiz. Teniendo en cuenta que el método no se redujo solamente a las ciencias religiosas, sino también incluyó las ciencias lingüísticas, la literatura, la matemática y la astronomía.
La mezquita de ‘Amr ibn Al-‘As en Egipto, la cual tenía más de cuarenta reuniones que eran asistidas por los estudiantes para aprender e investigar; de las cuales, destaca la reunión del Imam Ash-Shafi‘i. A medio del siglo IV de la Hégira, sus reuniones alcanzaron 110 reuniones, algunas de ellas fueron dedicadas a las mujeres. Después, apareció el sistema de la licencia (los certificados superiores); ya que el estudiante después de recibir la licencia puede utilizar los libros de su profesor y narrar de él[29].
La mezquita de Al Azhar, cuya construcción fue completada en el año 361 de la Hégira, y se volvió un faro para los estudiantes de los Estados islámicos. Además, los califas dedicaron (una parte de) el habiz al Azhar, y emplearon a profesores –para enseñar a los estudiantes- en las varias especializaciones científicas. Debido a la fama superior que distinguía a la mezquita de Al Azhar y a las facilitaciones múltiples que los estudiantes encontraban, ellos se dirigían a esta mezquita de todos lados. Hasta que el número de los que asistían constantemente a la mezquita en el año 818 de la Hégira / 1415 d.C. -como Al Maqrizi[30] mencionó- alcanzó a los 750 hombres entre no árabes, gente de Zeiala[31], los campesinos de Egipto y los marroquís; sin embargo, cada grupo tenía un lugar correspondiente de estudio que la distinguía.
Esta mezquita siguió siendo un centro científico luminoso que realizaba su mensaje a lo largo de la historia, produciendo sabios, facilitando la composición de los libros, así que era merecidamente una escuela que juntaba el conocimiento y su gente a la vez[32].
También la Mezquita Zitouna en Túnez, la cual fue construida en la era de los califas Omeyas; ya que el primer fundador de dicha mezquita, fue el príncipe ‘Ubaidul-lâh ibn Al Habhâb, el gobernador de Ifriqiya encargado por parte de Hishâm ibn ‘Abdul Malik. Luego, se llevaron a cabo obras de ampliación en la mezquita en el año 250 de la Hégira / 864 d.C.; ya que Ziâdatul-lâh ibn Al Aglab encargó de esto en la era de los aglabíes.
Esta mezquita tenía una posición alta en cuanto a enseñar las varias ciencias por parte de los mayores eruditos; como: ‘Abdur-Rahmân ibn Ziâd Al Mu‘âfiri[33], ya que era de los eruditos más famosos en las ciencias del Hadiz. También Abu Sa‘îd Sahnûn At-Tanûji, y de ellos también el Imam Al Mâzirî[34] y otros[35].
Los estudiantes de las ciencias religiosas, venían a esta mezquita de todos lados para buscar el conocimiento; ya que se enseñaba ahí los libros de Tafsîr, el Hadiz, el Fiqh y la lengua. Al Hashâ’ishi[36] describe la condición científica en la Mezquita Zitouna diciendo: “Era como un mar lleno de varias ciencias; sean mentales y escritas, objetivos y medios. Hasta que se decía: Al lado de cada columna de la mayoría de las columnas había un profesor, y en su tesorería había cerca de 200.000 tomos”[37].
La mezquita de Al Qarauiîn, fue fundada en la ciudad de Fez en Marruecos en la era de los Idrísidas en el año (245 de la Hégira / 859 d.C.) y en el año (322 de la Hégira / 934 d.C.), El príncipe Ahmad ibn Abi Bakr Az-Zinâti -de los príncipes de Zenata -se comprometió a ampliarla; y a los comienzos del siglo VI de la Hégira, su ampliación se llevó a cabo y su espacio se extendió hasta que adquirió una gran fama. Además, la mezquita se distinguía por su alta posición científica; de modo que los estudiantes de las ciencias religiosas venían de todos lados para enriquecer su conocimiento.
También esta mezquita tenía sus características especiales a causa del habiz que fue dedicado a él, aparte del dinero que le donaban los príncipes y otros. Debido a la gran fama que distinguía a esta mezquita, los estudiantes de las ciencias religiosas la visitaban de todos lados. Mejor dicho, los estudiantes de Europa empezaron a dirigirse a este centro científico. Es digno mencionar que el obispo Gerberto[38], quien después se convirtió en el Papa de Roma bajo el nombre del Silvestre II en (999-1003 d.C.), aprendió en la mezquita de Al Qarauiîn tras aprender en la Universidad de Córdoba[39].
[1] ‘Abdul-lâh Al Mashujî, Mauqif Al Islâm Ua Al Kanîsah Min Al ‘Ilm, pág 54.
[2] Al Jatîb Al Bagdâdi: Es Ahmad ibn ‘Ali ibn Zâbit Al Bagdâdi (392-463 de la Hégira / 1002-1072 d.C.), uno de los historiadores antiguos prestigiosos, tenía buen conocimiento de la literatura, componía poesía, y era muy apasionado por leer y componer. De sus composiciones: Târij Bagdâd. Consulte: Ibn Al ‘Imâd, Shadharât Adh-Dhahab, 3/311-313.
[3] Ahmad Shalabi, Târîj At-Tarbiah Al Islâmiah, pág. 91.
[4] Ibn ‘Asâkir, Târîj Madînat Dimashq 7/216.
[5] Adh-Dhahabi, Siar A‘lâm An-Nubalâ’ 2/611.
[6] Al Jatîb Al Bagdâdi, Al Yâmi‘ Ii Ajlâq Ar-Râui Ua Adâb As-Sâmi‘ 1/174.
[7] Akram Al ‘Umarî, ‘Asr Al Jilâfah Ar-Râshidah, pág. 278.
[8] Al Fasaui, Al Ma‘rifah Ua At-Târîj 2/185.
[9] los Muytahidun (pl. de Muytahid, el sabio que tiene la capacidad de extraer los veredictos a través de las fuentes auténticas en los casos donde no hay referencia explícita en el Corán o la Sunna)
[10] Ibn Kazîr, Al Bidâiah Ua An-Nihâiah 9/124.
[11] La referencia anterior 9/337.
[12] Al Fasaui, Al Ma‘rifah Ua At-Târij 2/49.
[13] Ibn ‘Asâkir: Es Abû Al Qâsim ‘Ali ibn Al Hasan ibn Hibatul-lâh Ad-Dimishqi (499-571 de la Hégira / 1105-1176 d.C.), el historiador, memorizador (de Hadices) y viajero. Era el erudito de Hadiz en los países de Sham. De entre sus libros, destaca: “Târîj Dimishq Al Kabîr”. Consulte: Adh-Dhahabi, Siar A‘lâm An-Nubalâ’ 21/405.
[14]Abu Idrîs Al Julâni: Es ‘A’idhul-lâh ibn ‘Abdul-lâh ibn ‘Amr Al Julâni Al ‘Audhi Ad-Dimashqi (8-80 de la Hégira / 630 -700 d.C.). Tâbi‘î (seguidor) y alfaquí. Era el exhortador de la gente de Damasco y su narrador durante el califato de ‘Abdul Malik. Se encargó de la jurisdicción. Consulte: Az-Zarkalî, Al A‘lâm 3/239.
[15] Ibn ‘Asâkir, Târîj Madînat Dimashq 26/163.
[16] Nâfi‘ Al Qârî’: Es Nâfi‘ ibn ‘Abdur-Rahmân ibn Abi Nu‘aim Al Madani Al Qârî’ (falleció en 169 de la Hégira - 785 d.C.). Uno de los siete recitadores famosos y descendiente de Isfahán.
[17] Uarsh: Es ‘Uzmân ibn Sa‘îd ibn ‘Adi Al Masri (110-197 de la Hégira / 728-812 d.C.). Era de los mayores recitadores. Nombrado como Uarsh por su mucha blancura. Su origen es de Kairuán. Nació y falleció en Egipto. Consulte: Az-Zarkalî, Al A‘lâm 4/205.
[18] Adh-Dhahabi, Ma‘rifat Al Qurrâ’ Al Kibâr ‘Ala At-Tabaqât Ua Al A‘sâr 1/154-155.
[19] Ibn An-Nayyâr Al Bagdâdi, Dhail Târîj Bagdâd 1/49.
[20] Az-Zayyây: Es Abu Is-hâq Ibrâhîm ibn As-Sari ibn Sahl (241-311 de la Hégira / 855-923 d.C.), especialista en la gramática y en la lengua. Nació y falleció en Bagdad. De sus libros: “Ma‘âni Al Qur’ân”. Consulte: As-Safadi, Al Uâfi bil Uafiât 5/228.
[21]Al Mizzi, Tahdhîb Al Kamâl 24/375.
[22] Tal vez era un hombre de aspecto raro, pues es imposible que un loco recite una poesía narrando lo que pasa a su alrededor.
[23]Al Jatîb Al Bagdâdi, Târîj Bagdâd 4/557-558.
[24]Abu Al Ualîd Al Bây: Es Sulaimân ibn Jalaf ibn Sa‘d At-Tayîbi Al Qurtubi (403-474 D.H. / 1012-1081 d.C.) era especialista en las ciencias del Hadîz, un gran alfaquí de la escuela Malikita. Su origen es de Badajoz. Nació en Beja en Andalucía. Se encargó de la jurisdicción. Consulte Az-Zarkali, Al A‘lâm, 3/125.
[25]Sulaimân ibn Jalaf Al Bâyi, At-Ta‘dîl Uâ At-Tayrîh 1/106.
[26]Ibn Kazîr, Al Bidâiah Uan-Nihâiah 9/66.
[27]Ibn Battûtah, Rihlat ibn Battûtah (el viaje de Ibn Battûtah), pág. 70 y As-Safadi, Al Uâfi bi Al Uafiât, 16/348.
[28]Consulte: ‘Abdul-lâh Al Mashuji, Mauqif Al Islâm ua Al Kanisah min Al ‘Ilm, pág. 54.
[29]Rahîm Kâdhim Muhammad Al Hâshimi y ‘Auâtif Muhammad Al ‘Arabi, Al Hadârah Al ‘Arabiah Al Islâmiah, pág. 150.
[30]Al Maqrizi: Es Taqiud-Dîn Ahmad ibn ‘Ali Al Maqrizi (766-845 de la Hégira), el líder de los historiadores egipcios. Vivió en la era de los Mamelucos. De sus libros más famosos: As-Sulûk Lima‘rifat Dual Al Mulûk, Al Mauâ ‘idh Ua Al I‘tibâr Bidhikr Al Jitat Ua Al Âzâr (conocido como Jitat Al Maqrîzi).
[31]Ibn Kazîr, Al Bidâiah ua An-Nihâiah, 11/310.
[32]Râyi‘ ‘Abdul-lâh Al Mashûji, Mauqif Al Islâm Ua Al Kanîsah Min Al ‘Ilm, pág. 57
[33]‘Abdur-Rahmân ibn Ziâd (Ibn An‘am): Es ‘Abdur-Rahmân ibn Ziâd ibn An‘am Al Mu‘âfiri Al Afrîqi (75-161 de la Hégira / 694-778 d.C.). Era famoso por su valentía y audacia hacia los reyes y criticar su injusticia y violencia. Nació en Cirenaica y creció allí, y fue encargado de la jurisdicción de Kairuán dos veces.
[34]Al Mâzîri: Es Abu ‘Abdul-lâh Muhammad ibn ‘Ali ibn ‘Amr Al Mâziri (453-536 de la Hégira / 1061-1141 d.C.). Especialista en las ciencias del Hadiz, memorizador (de Hadices), alfaquí y literario. De sus composiciones: “Nudhum Al Farâ’id Fi ‘Ilm Al ‘Aqâ’id”. Consulte: Adh-Dhahabi, Tadhkirat Al Hifâdh 1/52 y Kahâlah, Mu‘yam Al Mu’al-lifîn 11/32.
[35]Consulte: Muhammad ibn ‘Uzmân Al Hasha’ishi, Târij Yâmî‘ Az-Zaitûnah (La historia de la Mezquita Zitouna), pág. 36.
[36]Al Hasha’ishî: Es Muhammad ibn ‘Uzmân Al Hasha’ishi Ash-Sharîf Fâdil (1271-1330 de la Hégira / 1855-1912 d.C.). Era de los habitantes de Túnez. Trabajaba en revisar las tesorerías de los libros científicos en la Mezquita Zitouna. Consulte: Az-Zarkali, Al A‘lâm 6/263.
[37] ‘Abdul-lâh Al Mashuji, Mauqif Al Islâm Ua Al Kanîsah Min Al ‘Ilm, pág 55.
[38]Consulte: ‘Abdul Hâdi At-Tâzi, Ahad ‘Ashar Qarnan Fi Yâmi‘at Qazuîn, pág. 19.
[39] ‘Abdul-lâh Al Mashuji, Mauqif Al Islâm Ua Al Kanîsah Min Al ‘Ilm, pág 56.
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