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Anteriormente a la civilización islámica, la química se limitaba a una serie de intentos malogrados de transformar los metales baratos en oro o plata, sin ningún método científico… Pero, los científicos musulmanes fundaron un método científico, valiéndose de
La aparición del Islam constituyó una misericordia para la humanidad. Se trata de una religión que empuja a sus seguidores a la anticipación y el liderazgo, lo que ha ocasionado que las naciones justas dieran testimonio de su mérito, su adelanto y su desarrollo cultural, un desarrollo completo y global en todos los ámbitos de la vida. El Noble Corán incita a los musulmanes a la reflexión y la meditación, y a no quedarse restringidos a lo que trajeron las naciones precedentes, excepto si después de reflexionar y aclararlo se pusiera de manifiesto que eso comporta el bien. Al-lâh, Ensalzado, Dice al criticar a los incrédulos que se conformaron con imitar a sus predecesores, sin reflexionar: {Y cuando se les dice: Seguid lo que Al-lâh Reveló, argumentan: Seguimos la tradición de nuestros padres. ¿Acaso imitan a sus padres a pesar que éstos no razonaban ni seguían la guía?}.[1]
Ciertamente, este sistema, que incita a reconsiderar cualquier asunto por medio del sentido común y a reflexionar con pruebas que apoyen una determinada idea es lo que llevó al Profeta (sallal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) a aceptar la propuesta de cavar un foso en la “Batalla de los Aliados”, a pesar de ser una estrategia totalmente desconocida para los árabes. Por tanto, el Profeta (sallal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) no se quedó restringido a los rígidos moldes militares que acompañaron a los árabes durante varios siglos.
Los sabios musulmanes heredaron ese método, por lo que no se circunscribieron a los moldes científicos precedentes, instituidos en las culturas anteriores al Islam, lo que facilitó que tuvieran un pensamiento innovador, que no se conformó con añadir descubrimientos en los diferentes campos científicos, sino que se basó en descubrir nuevas ciencias; de entre ellas se encuentra la química.
Anteriormente a la civilización islámica, la química se limitaba a una serie de intentos malogrados de transformar los metales baratos en oro o plata, apoyándose para ello en la mente y las conclusiones lógicas, y separándose del método científico que se basa en los experimentos y las observaciones que se derivan.
En este estado se mantuvo la química hasta que aparecieron los científicos musulmanes, quienes fundaron un método científico muy preciso, valiéndose de experimentos científicos y utilizando a la vez la mente y los sentidos para alcanzar las verdades científicas en este ámbito en particular. Había llegado el momento de que surgiera la ciencia química con sus bases y principios. Yabir Ibn Haîân fue el primer científico que fundó esta extraordinaria ciencia, hasta el punto de que fue conocida en Europa durante varios siglos con su nombre latinizado: “Geber”. Efectivamente, Yabir Ibn Haîân hizo de la experimentación la base del trabajo en química y fue el primero que introdujo la experimentación científica del laboratorio en el sistema de investigación científica que estableció sus bases. En este sentido, Yabir llamó la atención sobre la importancia de la experimentación y la precisión al observar los resultados, en lo que se basa el método empírico, diciendo: “La primera cosa esencial en la química, es que se deben llevar a cabo trabajos aplicados y experimentos, ya que aquel que no los realiza jamás gana nada en absoluto”.[2]
Durant dice: “Se puede decir que los musulmanes son los inventores de la química como ciencia, porque fueron ellos los que introdujeron las observaciones precisas y los experimentos científicos, y el cuidado por la observación de sus resultados en el ámbito en el que los griegos se limitaron –según lo que sabemos- a la experiencia técnica y a las dudosas suposiciones. Los musulmanes inventaron el alambique –fueron ellos los que lo denominaron así- y analizaron químicamente un sinfín de sustancias, publicaron obras sobre la piedra, y distinguieron entre las sustancias alcalinas y las ácidas, examinando las sustancias que tienen las mismas características, estudiaron cientos de fármacos y compusieron otros tantos. Por otra parte, la ciencia de transformar metales en oro, que la habían adquirido de Egipto, es la que los llevó verdaderamente a descubrir la ciencia química, a través de cientos de descubrimientos a los que accedieron por casualidad, y gracias al método al que se habían acostumbrado al practicar esa ciencia, que es el método de la Edad Media que mejor coincidía con los correctos medios científicos.”[3]
El comienzo de la aparición de la ciencia química lo representa Jalid Ibn Iazîd, que fue alumno del monje cristiano Marianus Scotus, de quien aprendió la medicina y la química. Con Jalid, la química pasó de la fase en que se seguían los principios traducidos de la civilización griega a la fase de los éxitos reales y los grandes descubrimientos. Escribió tres ensayos en ese ámbito: As-Sirr Al Badî‘ Fi Fakk Ar-ramz Al manî‘ - Firdaus al Hikma Fi ‘Ilm Al kimiâ’ - Maqâlata Marianus Ar-râhib, en el que mostró la relación que había entre él y Marianus, y cómo aprendió de él los símbolos que había indicado.[4]
En cuanto a Yabir (conocido como Geber en latín), fue el fundador de esta ciencia sin ninguna duda, y el científico químico musulmán más famoso. Escribió muchos libros, de los que muchos fueron traducidos al latín, y que constituyeron la fuente más fiable -en lo que a química se refiere- próximamente durante mil años. Incluía muchos compuestos químicos desconocidos hasta aquel momento. Por ese motivo, sus obras eran la referencia de los científicos occidentales más famosos, como por ejemplo: Kub, Bartholé, Kraus y Holmyard, quien hizo justicia y lo situó en la cima, dispersando los recelos que habían cernido sobre él otros científicos interesados; también George Sarton, que escribía sobre él y sus actividades en la historia de la civilización islámica.
Ar-Razi (murió en 311 de la Hégira/ 923 d.C.) aprendió a través de los libros de Yabir, y contribuyó de manera extraordinaria a la fundación de la ciencia química. Recogió esto en la introducción de su libro Sirr Al Asrâr, diciendo: “En este libro hemos explicado lo que habían escrito los antiguos filósofos: Agazadimos, Hermes, Aristóteles, Jalid Ibn Iazîd Ibn Mu‘aiah, así como nuestro profesor Yabir Ibn Haîân. Incluso hay capítulos inéditos. Este libro contiene el conocimiento de tres cosas: conocimiento de las drogas, conocimiento de las herramientas, y el conocimiento de las medidas (los experimentos)”.[5]
En general, los musulmanes descubrieron los principios más importantes de la química y sus secretos. Unos de sus inventos más relevantes fue el agua de plata (ácido nítrico), el aceite de vitriolo (ácido sulfúrico), y el agua de oro (ácido nitro clorhídrico), el nitrato de plata, el cloruro de mercurio, el óxido de mercurio, la pólvora (carbonato de potasio y carbonato de sodio), el vitriolo verde (sulfuro de hierro). Además, descubrieron el alcohol, el potasio, el espíritu de amoníaco, el arsénico, el antimonio, y los álcalis, palabra que fue registrada en las lenguas europeas con su denominación árabe.[6]
Los científicos musulmanes son los que utilizaron esta ciencia en los tratamientos médicos y fabricaron los fármacos. Ellos fueron los primeros en publicar la composición de los fármacos, las preparaciones minerales, la purificación de los metales, además de otros compuestos y descubrimientos en los que se basan muchas de las fabricaciones modernas como el jabón, el papel, la seda, los tintes, los petardos, el curtido del cuero, los extractos de perfumes, la fabricación de acero, el pulido de metales, entre otras técnicas. En sus experimentos se valieron de diversas herramientas y métodos químicos, como son el alambique, y la balanza, que tenía una gran importancia para especificar las proporciones entre las sustancias y sus relaciones de peso.[7]
[1] [Corán 2:170]
[2]Yaber Ibn Haîân, At-Tayrîd, forma parte de una serie de volúmenes que publicó Gallimard con el título Clasificaciones en química del sabio Yaber Ibn Haîân, París, 1928.
[3]Historia de la Civilización, 13/187.
[4]Ver Ibn Jal-lkân, Uafiât Al ‘Aiân, 2/224 y Muhammad As-Sâdiq ‘Afîfi, Tataûr Al Fikr Al ‘Ilmi ‘Ind Al Muslimîn, pág. 16.
[5] Extraído de Ali Ibn ‘Abdul-lâh Ad-Difa‘, Rauâ’i‘ Al Hadârah Al ‘Arabiah Al islamiah Fi Al ‘Ulûm, pág. 277.
[6]Ver Donald R. Hill, Islamic Science and Engineering, traducción de Ahmad Fu’âd Basha, págs. 120-126.
[7]Ver Muhammad As-Sâdiq ‘Afîfi, Tatûr Al Fikr Al ‘Ilmi ‘Ind Al Muslimîn, pág. 159.
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