Short Description
De lo que esta civilización innovó y presentó facilitado y aceptado para los musulmanes y los no musulmanes, está el sistema del juramento de fidelidad...
La civilización islámica se distinguió del resto de las civilizaciones humanas; ya que de lo que esta civilización innovó y presentó facilitado y aceptado para los musulmanes y los no musulmanes, está el sistema del juramento de fidelidad. Lo que llama la atención es que las civilizaciones anteriores no conocieron el sistema del juramento de fidelidad en absoluto. Y si dicho juramento significa “el homenaje (de fidelidad) y la obediencia”[1], entonces, por otro lado significa la asociación de los ciudadanos en el sistema político gobernador, aunque fuera poco como se mostraba en algunos tiempos de la historia islámica. Sin embargo, era de las características más importantes del sistema político islámico.
Así pues, el juramento de fidelidad es un compromiso de obediencia de los ciudadanos al gobernador, y ejecución de las misiones del gobernador de la mejor forma. Y la más importante de estas, es manejar la religión y la vida mundana según la Sharî‘ah (Ley islámica). Sin embargo, lo que tal vez asombre al lector, es que el juramento de fidelidad en el Islam no diferenció entre hombre y mujer, o entre mayor y menor. Esto es un sentimiento educativo para los ciudadanos; ya que el Islam enseña a los musulmanes la necesidad de participar juntos para desarrollar su sociedad y Ummah (nación).
El juramento de fidelidad comenzó desde los principios de la civilización islámica; ya que el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) lo aceptó de sus Compañeros más de una vez: como ocurrió en el primero y segundo pacto de Al ‘Aqabah, y el pacto de Ar-Raduân. Y todas las clases islámicas le juraban fidelidad. El número de los hombres quienes juraron fidelidad al Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam), era innumerable, y también muchas mujeres lo hicieron. El Imam Ibn Al Yauzi contó el número de las mujeres que juraron fidelidad al Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam), las cuales eran 457 mujeres; sin embargo, “jamás estrechó la mano con una mujer para jurar fidelidad, sino que aceptó su juramento de forma verbal”. Más bien, el Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) aceptó el juramento de fidelidad de los niños, ya que lo aceptó de Abdul-lâh ibn Az-Zubair (que Al-lâh Esté compalcido con él) cuando tenía siete años de edad[2].
De allí, comprendemos que la civilización islámica es una civilización constructiva; ya que toma en consideración el valor de sus miembros y la necesidad de su participación en los incidentes que los rodean. Por lo tanto, el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) -quien es el buen ejemplo de los musulmanes- estableció el principio del juramento de fidelidad desde el primer día de la fundación del Estado islámico. Y por la importancia del asunto del juramento de fidelidad desde el punto de vista de la civilización islámica, encontramos que el Sagrado Corán indica a ello en más de un lugar; ya que Al-lâh Dice (traducción del significado): {Ciertamente quienes te juran fidelidad están jurando fidelidad a Al-lâh, pues la Mano de Al-lâh (Glorificado Sea) está sobre sus manos.}[3]. Y en la misma sura, Al-lâh Dice (traducción del significado): {Por cierto que Al-lâh Se complació con los creyentes cuando te juraron fidelidad bajo el árbol; y sabiendo la fe que había en sus corazones hizo descender el sosiego sobre ellos y los recompensó con una victoria cercana [la conquista de Jaibar].}[4]. También el Sagrado Corán señaló el juramento de fidelidad de las mujeres, indicando la importancia de su papel eficaz en la construcción de la civilización islámica, pues Al-lâh Dice (traducción del significado): {Tómales el juramento de fidelidad y pide perdón a Al-lâh por ellas. Ciertamente Al-lâh Es Absolvedor, Misericordioso.}[5].
Por eso, los musulmanes siguieron el ejemplo del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam); de modo que el juramento de fidelidad se volvió un pilar inseparable del sistema islámico, y una prueba sobre la participación de todos los ciudadanos en el juramento de fidelidad al gobernador. Por consiguiente, Omar ibn Al Jattâb (que Al-lâh Esté compalcido con él) condenó la opinión de quien dijo que el juramento de fidelidad se estableciera mediante la opinión de una sola persona fuera de consultar al grupo. Y se había enterado de este dicho durante el Hayy (Peregrinación mayor), así que quiso clarificar la realidad a los peregrinos sobre el asunto del juramento de fidelidad, y su condición de consultar a los demás. Sin embargo, algunos le dijeron que el Hayy reúne a gente de diferentes razas, de modo que entre ellos hay quien no entiende lo que se dice, y lo transmite a su pueblo sin reflexión ni entendimiento, así que tenía que posponer dicha aclaración hasta que volviera a Medina, y comunicarla a la gente de conocimiento y opinión, y efectivamente, él lo hizo. Entonces, dijo sobre el púlpito del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam): “Me enteré de que uno de vosotros dice: ¡Por Al-lâh! Si Omar muere, juraré fidelidad a fulano. Así que nadie debe dejarse engañar por el argumento de que: el juramento de fidelidad a Abu Bakr (que Al-lâh Esté compalcido con él) fue inesperado, y se cumplió. Cierto que fue así, pero Al-lâh (Glorificado Sea) nos Protegió de su maldad, ya que no hay nadie entre vosotros como Abu Bakr (que Al-lâh Esté compalcido con él). Así que quien jura fidelidad a alguien sin consultar a los musulmanes, entonces no se debe jurar fidelidad a ninguno de ellos, de lo contrario es posible que sean matados por este hecho”[6]. Después, mencionó la noticia de jurar fidelidad a Abu Bakr (que Al-lâh Esté compalcido con él), y la preocupación que tenía de que una tentación tendría lugar entre los Muhâyirûn [Pl. de Muhâyir, emigrante] y los Ansâr [Auxiliadores del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam)] si no hubiera aquella iniciativa de jurarle fidelidad por tener certeza en la aprobación de todos los musulmanes. Sin embargo, los Compañeros (que Al-lâh Esté compalcido con ellos) se pusieron de acuerdo con Omar (que Al-lâh Esté compalcido con él) al respecto. Y debido a que era un consenso, fue afirmado. Pues, la regla básica en el juramento de fidelidad, es realizarlo tras consultar al público musulmán, y la nominación de las personas influyentes o encargadas de la autoridad y no se tendrá en cuenta el juramento de fidelidad de otros a menos que ocupe el segundo lugar[7].
Además, algunos califas como Omar ibn ‘Abdul ‘Azîz, dedicaron mucha importancia al asunto del juramento de fidelidad de un modo llamativo. Ya que a pesar de que su primo paterno Sulaimân ibn ‘Abdul Malik fue quien le dedicó el cargo del príncipe heredero, y que los musulmanes juraron fidelidad a Sulaimân sobre su elección a él, sin embargo, Omar insistió en la necesidad de que la gente le jurase fidelidad a él; de modo que si le aceptaran y aprobaran, aceptaría el califato y sus responsabilidades. Y esto es lo que se nota en el primer sermón que dio Omar ibn ‘Abdul ‘Azîz tras oír la noticia de ponerle a cargo del califato. Ya que dijo: “¡Oh gente! Se me eligió para dicho asunto sin que yo lo pidiera ni opinara al respecto, y tampoco se consultó a los musulmanes. Así que os libero de jurarme fidelidad y elegid para vosotros [a un califa]”. Por lo tanto, la gente gritó a la vez: “Te elegimos, oh emir de los creyentes, y te aceptamos. Esté a cargo de nuestros asuntos con bendición y prosperidad”[8]. Y a pesar de que este incidente muestre la abstención de Omar ibn ‘Abdul ‘Azîz de los goces mundanos, pero nos confirma la consciencia de los miembros a la civilización islámica respecto a escoger a quien reforma los asuntos de su vida.
Por la importancia del asunto del juramento de fidelidad, los alfaquíes musulmanes pusieron cinco condiciones indispensables, que son:
1- Quien se elija para el juramento de fidelidad, tendrá que cumplir con las condiciones del gobernador, que están mencionadas en el estudio de las condiciones del califato.
2- Quien se encargue de ejecutar el juramento de fidelidad, deberá ser de entre las autoridades de los ‘Ulamâ’ (Pl. de ‘Âlim, erudito), jefes y otros de alto rango.
3- Quien se escoja para dicho cargo, tendrá que aceptarlo; de modo que si rechaza, no se ejecuta su jefatura ni se obliga a ella.
4- Que haya testigos sobre el juramento de fidelidad en caso de que sea individual, pero si es colectivo, entonces no se pone dicha condición.
5- Quien se jure de fidelidad solamente a uno.[9]
Sin duda, estas condiciones que los alfaquíes musulmanes afirmaron, se consideran de los rasgos civilizados destacados en el establecimiento gubernamental islámico; ya que el objetivo de estos asuntos es traer todos los beneficios que la sociedad islámica necesita.
Debido a que el juramento de fidelidad es algo muy importante y es un pilar principal para comenzar la sucesión, no se interrumpió en las diferentes eras de la civilización islámica, hasta en las épocas de debilidad del establecimiento del califato, encontramos que el asunto del juramento de fidelidad era indispensable y de debida ejecución. Pues, cuando los selyúcidas gobernaban los asuntos de los musulmanes, estos últimos procuraron recibir el juramento de fidelidad. Mejor dicho, el juez supremo de Bagdad, Abu Al Hasan Ad-Damgâni, ejecutó el juramento de fidelidad a favor del nuevo califa Al Mustarshid Bil-lâh, en el año 485 de la Hégira[10]. Y debido a la importancia de dicho asunto, Al Mustarshid Bil-lâh procuró recibir el juramento de fidelidad de los grandes ‘Ulamâ’, asegurándose de su aprobación a él por sí mismo; pues, el ‘Âlim de Bagdad y el Sheij de los Hanbalitas en su época, Abu Al Uafâ’ ibn ‘Uqail, mencionó: “Cuando Al Mustarshid Bil-lâh fue encargado, vinieron a mí tres funcionarios públicos, y cada uno me dijo: “El emir de los creyentes quiere verte”. Así que cuando estuve en su presencia, el juez supremo me dijo: “Nuestro señor, emir de los creyentes” y lo repitió tres veces.” Así que dije yo: “Esto es una parte de la Gracia de Al-lâh (Glorificado Sea) sobre mí y sobre la gente”. Luego, extendí mi mano y él me dio su noble mano, así que la estreché tras el saludo, y juré fidelidad diciendo: “Juro fidelidad a nuestro señor, el emir de los creyentes Al Mustarshid Bil-lâh en base al Libro de Al-lâh (Glorificado Sea), la Sunna de su Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) y la guía de los Califas Ejemplares, tanto como él puede y está en su alcance, y tengo que obedecerle”[11].
Así que esta costumbre heredada desde la era del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam), indica el interés del establecimiento del califato en hacer compartir a los ciudadanos en la elección de su nuevo gobernador. Sin duda alguna, esto eleva la posición de esta civilización original, la cual dedicó su interés mayor a cuidar a los ciudadanos, procurando que su gobernador fuera compatible con las varias clases del pueblo; comenzando por el cuerpo judicial, pasando por los ‘Ulamâ’ y llegando finalmente a la gente común.
De lo que indica que el juramento de fidelidad en la civilización islámica era una característica general, que los príncipes de los territorios independientes, tenían mucho interés en recibir el juramento de fidelidad de sus ciudadanos para ellos mismos o para sus hijos después de su muerte. No había diferencia respecto a este punto entre los príncipes del este o los del oeste y de Al-Ándalus, o entre un príncipe anciano o menor de edad. Por ejemplo, Idrîs ibn idrîs ibn ‘Abdul-lâh, el príncipe del Estado de los idrísidas en Marruecos, recibió el juramento de fidelidad para sí mismo, teniendo once años de edad. Y esto no es de extrañar, ya que era elocuente, perspicaz y capaz de llevar la responsabilidad; pues, subió al púlpito y dio un sermón a la gente diciendo: “Alabado Sea Al-lâh (Glorificado Sea), Lo alabo, pido Su perdón y Su ayuda, confío en Él y me refugio en Él del mal que proviene de mi alma y de cualquier otro mal. Atestiguo que no hay otro Dios fuera de Al-lâh (Glorificado Sea) y que Muhammad es Su siervo y Mensajero, quien fue enviado a los hombres y a los genios como albriciador [a los creyentes que serán recompensados] y amonestador [del castigo a los pecadores], llamando a (el camino de) Al-lâh (Glorificado Sea) con Su permiso, como alminar luminoso. La paz sea con él y con su familia pura, a quien Al-lâh (Glorificado Sea) Purificó de todas las impurezas. ¡Oh gente! Fui encargado de este asunto que multiplica la recompensa para quien lo maneje bien, mientras que multiplica el pecado para quien lo descuide. Y con el favor de Al-lâh, seguiré el camino recto. Así que no sigáis a otro fuera de mí. Ya que lo que buscáis respecto a aplicar la justicia, lo encontraréis aquí (o sea con nosotros)”. Después, llamó a la gente para jurarle fidelidad, y la incitó a obedecerlo. La gente fue asombrada de su elocuencia y fuerza a pesar de su poca edad. Luego, bajó del púlpito, y la gente se apresuró a jurarle fidelidad, y se apretujaron ante él besando su mano. Así que le juraron fidelidad todas las tribus de Marruecos: Zenatah, Urbah, Sanhayah, Gumarah y el resto de las tribus de los bereberes. Y de hecho, su juramento de fidelidad se llevó a cabo”[12].
Este juramento de fidelidad –que se llevó a cabo a favor de un muchacho de once años, quien era de la gente de alta posición y de las tribus bereberes famosas por el fanatismo y las revoluciones-, es de los incidentes únicos en la civilización islámica. Ya que indica que el príncipe Idrîs ibn Idrîs, poseía las habilidades suficientes para asumir la responsabilidad de dirigir una zona sensible en Marruecos; de modo que el factor de la edad no tenía ninguna consideración. Así que el juramento de fidelidad se considera una expresión grupal acerca de la admiración por la personalidad de Idrîs y por consiguiente, su capacidad de manejar los asuntos de los ciudadanos.
Entonces, el juramento de fidelidad en la civilización islámica, era un ejemplo de la filantropía y de la estimación del papel del individuo, sea hombre o mujer, menor o mayor, en esta civilización; más bien, es un adelanto absoluto de la civilización islámica a la civilización occidental contemporánea, la cual dio la libertad individual condicionada, y reconoció el valor de hombre “aristócrata” fuera del resto en el siglo III d.C., particularmente en el año 1215 d.C., cuando el rey de Britania John se comprometió a proteger los beneficios de los nobles[13]. Así que algunos consideraron eso como una evolución importante en la consideración del gobierno británico del valor del hombre y su libertad. Mejor dicho, estos se pusieron orgullosos de comprender finalmente el valor del hombre aristócrata en el siglo XIII d.C., considerándolo como un adelanto único de su tipo, mientras que la civilización islámica no diferenciaba en su tratamiento entre el rico y el pobre, e hizo que las opiniones de los ciudadanos musulmanes a través del juramento de fidelidad fueran un criterio definitivo sobre la legitimidad del nuevo gobernador y el grado de la aprobación de la gente a él.
[1] Ibn Mandhûr, Lisân Al ‘Arab 8/23.
[2] Al Kattâni, At-Tarâtîb Al Idâriah 1/222.
[3] [Corán 48:10].
[4] [Corán 48:18].
[5] [Corán 60:12].
[6]Ibn Taimiah, Minhây As-Sunnah An-Nabauiah 5/330, 331.
[7]Muhammad Rashîd Rida, Al Jilâfah, pág. 20, 21.
[8] Al Âyurri, Ajbâr Abu Hafs Omar ibn ‘Abdul ‘Azîz, pág. 56 e Ibn ‘Asâkir, Târîj Dimashq 45/357.
[9] Ahmad ibn ‘Abdul-lâh Al Qalqashandi, Ma’âzir Al Inâfah Fi Ma‘âlim Al Jilâfah 1/20-23.
[10] Al Qalqashandi, Ma’âzir Al Inâfah 1/176.
[11] Abu Al Faray ibn Al Yauzi, Al Muntadhim Fi Târîj Al Mulûk Ua Al Umam 9/197.
[12] Ahmad ibn Jâlid An-Nâsiri, Al Istiqsâ’ Li’ajbâr Dûal Al Magrib Al Aqsa 1/218.
[13] Will Durant, The Story of Civilization (Historia de la Civilización) 16/274, 275.
Comentarios
Envíe su comentario