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La civilización islámica trató con las sublevaciones políticas desde una perspectiva diferente que jamás fue conocida por la humanidad anteriormente...
La civilización islámica trató con las sublevaciones políticas desde una perspectiva diferente que jamás fue conocida por la humanidad anteriormente. Ya que no todas las sublevaciones fueron enfrentadas con la opresión y la tiranía como era de costumbre antes, sino que las enfrentó con diferentes estilos; de modo que enfrentaban cada tentación aparte. Además, la Sunna clarificó el papel del individuo en los tiempos de tentación y prueba. Pues, ‘Abdul-lâh ibn ‘Amr (que Al-lâh Esté compalcido con él) narró: “Mientras estábamos rodeando al Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam), él mencionó la tentación o se mencionó ante él, así que dijo: “Si ves que la gente ya no cumple con sus compromisos ni con sus responsabilidades y se vuelve de esta forma ” Y estrechó entre sus dedos. Así que me levanté y le pregunté: ¿Y qué hago en aquel tiempo, Mensajero de Al-lâh? Que Al-lâh me Haga tu rescate. Contestó: “Quédate en casa, cuida tu lengua (o sea no dejarla hablar mal), acepta lo que conoces y abandona lo que desconoces, enfoca en tu condición propia y no te preocupes por el público”[1]. Así que el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) incitó al individuo musulmán, quien no puede cambiar nada [de lo reprobable en los tiempos de tentación], a no mezclarse con la gente en estas sublevaciones, y lo más seguro entonces, es que el hombre se queda en su casa.
La civilización islámica era realista al tratar con los incidentes de las sublevaciones, revoluciones y perturbaciones. Y la primera tentación a la que la Ummah (nación islámica) se enfrentó, fue cuando el emir de los creyentes ‘Ali ibn Abi Tâlib (que Al-lâh Esté compalcido con él) se puso en desacuerdo con el gobernador de Sham, Mu‘âuiah ibn Abi Sufiân (que Al-lâh Esté compalcido con él); ya que ‘Ali (que Al-lâh Esté compalcido con él) quiso aislar a Mu‘âuiah (que Al-lâh Esté compalcido con él) de Sham, mientras que éste insistía en vengarse por ‘Uzmân (que Al-lâh Esté compalcido con él). Así que cuando ambos lados discreparon y la batalla del Camello tuvo lugar, luego la de Siffin, después el intento de resolver el conflicto y más tarde el asesinato de ‘Ali (que Al-lâh Esté compalcido con él), toda la Ummah en aquel tiempo estaba en un estado de agitación y desorden. Por lo tanto, lo que más llama la atención en esta tentación, es el método seguido para impedirla a través del califa de los musulmanes Al Hasan ibn ‘Ali (que Al-lâh Esté compalcido con ellos). Pues, la última cosa que ‘Ali ibn Abi Tâlib (que Al-lâh Esté compalcido con él) aconsejó a su hijo Al Hasan (que Al-lâh Esté compalcido con él) y a los hijos de ‘Abdul Muttalib (que Al-lâh Esté compalcido con él), fue: “¡Oh hijos de ‘Abdul Muttalib! No derraméis la sangre de los musulmanes diciendo: ¡El emir de los creyentes fue asesinado! ¡El emir de los creyentes fue asesinado! No se mata sino a quien me mate. ¡Oh Hasan! Mira: si su golpe acaba conmigo, devuélvele otro igual y no mutiles su cadáver”[2]. Esta prohibición de ‘Ali (que Al-lâh Esté compalcido con ellos) a su hijo, era una orden indispensable a Al Hasan y a todos los hijos de ‘Abdul Muttalib de no derramar la sangre de los musulmanes otra vez como había ocurrido en los años precedentes al asesinato de ‘Ali ibn Abi Tâlib (que Al-lâh Esté compalcido con él).
A pesar del juramento de fidelidad de la Ummah a Al Hasan ibn ‘Ali (que Al-lâh Esté compalcido con ellos) después del asesinato de su padre ‘Ali ibn Abi Tâlib (que Al-lâh Esté compalcido con él) en el año 40 de la Hégira, lo primero que hizo fue declarar su voluntad de evitar el derrame de sangre de los musulmanes, y decidió no depender de los habitantes de Iraq, quienes le decepcionaron tanto a él como a su padre anteriormente. Así que mandó a solicitar la reconciliación con Mu‘âuiah (que Al-lâh Esté compalcido con él), y de hecho, ella se llevó a cabo, por lo que Al Hasan ibn ‘Ali (que Al-lâh Esté compalcido con ellos) renunció [a su derecho] a favor de Mu‘âuiah (que Al-lâh Esté compalcido con él) para no derramar la sangre de los musulmanes, evitando la tentación[3].
La renuncia de Al Hasan ibn ‘Ali [a su derecho] (que Al-lâh Esté compalcido con ellos) a favor de Mu‘âuiah (que Al-lâh Esté compalcido con él) para no derramar la sangre de los musulmanes bajo su propia voluntad, es una prueba de que esta civilización [islámica] tomó en consideración el valor del musulmán y de su sangre; lo cual no fue conocido por ninguna otra civilización. Ya que los romanos disfrutaban contemplar las luchas entre las bestias salvajes y los esclavos; donde se mataba salvajemente al esclavo entre las mandíbulas de la bestia. Acto seguido, el público se reía entreteniéndose. En cambio, la civilización islámica enfatizó a través de las palabras del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) que la sangre del musulmán es más sagrada ante Al-lâh (Glorificado Sea) que derrumbar las piedras de la Ka‘bah una tras otra[4].
Sin embargo, la Sharî‘ah (Ley islámica) trató (el asunto de) la tentación con plena flexibilidad; ya que el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) afirmó que: “Si os gobierna un esclavo abisinio de nariz y oreja cortadas, obedecedlo…”[5]. Este Hadîz refiere a la aprobación que se da a quien se apodera [del gobierno], según la afirmación de la mayoría de los ‘Ulamâ’ (Pl. de ‘Âlim, erudito). Y el objetivo de eso, es el consenso de la Ummah sobre un solo gobernador; para evitar el derrame de sangre y para unirse. También para impedir que la tentación tenga lugar. Por eso, cuando hubo una disputa y combate entre ‘Abdul-lâh ibn Az-Zubair y ‘Abdul Malik ibn Marauân (que Al-lâh Esté compalcido con él) sobre el asunto del califato y el apoderamiento de ‘Abdul-lâh ibn Az-Zubair (que Al-lâh Esté compalcido con él) sobre Iraq, Hiyaz y Egipto, y ‘Abdul Malik (que Al-lâh Esté compalcido con él) se quedó solamente con Sham, la gente de autoridad y de alta posición entre los Compañeros (que Al-lâh Esté compalcido con ellos) y sus hijos , impidieron a la gente meterse en dicha tentación que dividió a la Ummah en dos grupos, y no jurar fidelidad a ninguno de ellos mientras estaban en disputa. Y cuando la tentación se terminó por la dominación de ‘Abdul Malik ibn Marauân (que Al-lâh Esté compalcido con él) y tuvo el apoyo de la Ummah, algunos de los mayores Compañeros (que Al-lâh Esté compalcido con ellos) aprobaron su toma de posesión del emirato, jurándole fidelidad. Entre ellos, estaba ‘Abdul-lâh ibn Omar (que Al-lâh Esté compalcido con él) quien envió un mensaje a ‘Abdul Malik donde fue mencionado: “Afirmo mi obediencia al siervo de Al-lâh, ‘Abdul Malik, el emir de los creyentes, según la Shari‘ah de Al-lâh y la Sunna de su Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) en medida de mis posibilidades, y mis hijos aprobaron eso”[6].
La tentación, desde la perspectiva civilizada islámica, es algo que hay que evitar lo máximo posible, y el objetivo de alejarse de la tentación, se representa en impedir el derrame de sangre de los musulmanes y realizar la meta de establecer el califato islámico basado en la unión, la perseverancia, la divulgación de la religión de Al-lâh y adorarlo como es debido. Así era -y sigue siendo- el objetivo de la civilización islámica. Por lo tanto, la Sharî‘ah aprobó el asesinato del segundo califa con la existencia del primero que se encarga de la responsabilidades de la Ummah. El Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) dijo: “Si se jura fidelidad a dos califas, matad al segundo entre ellos”[7]. Este Hadîz fue interpretado por el Imam Ibn Al Yauzi diciendo: “Si el califato se establece y hay un consenso [sobre el califa], luego se jura fidelidad a otro con algún tipo de justificación, será opresor tanto como sus apoyadores y se combatirá contra ellos considerándolos opresores. En cuanto a su dicho: “Matad al segundo entre ellos”; no refiere a entregarlo para matarlo sino que refiere a combatir contra él; sin embargo, si el asunto implica matarlo, estará permitido”[8].
Entonces, la civilización islámica procuró unir firmemente a los musulmanes, por lo que permitió el gobierno del apoderado[9]si su objetivo es la unión de la comunidad islámica. Y el mejor ejemplo sobre este asunto, es lo que hizo el Muyâhid (luchador por la causa de Al-lâh) y el héroe Yûsuf ibn Tâshfîn en Al-Ándalus; ya que unió los emiratos andalusíes que estaban gobernados por las Taifas que luchaban entre sí, y quienes pedían el auxilio de los enemigos unos contra otros bajo su bandera. Así que después de que acabó con los enemigos del Islam y los venció en la batalla de Sagrajas en el año 479 de la Hégira, decidió reunir todos estos emiratos bajo la bandera del Estado de los almorávides. Por lo tanto, ordenó a sus caudillos conquistar estos emiratos. Además, los mayores ‘Ulamâ’ en su época, encabezados por el Imam Al Gazâli, le dieron una Fatua (fetua) al respecto. Y a través de la Fatua del Imam Al Gazâli, se pone en relieve la filosofía de la civilización islámica en estas situaciones. Dijo: “Yûsuf ibn Tâshfîn acertó en lo que hizo. Y esto es el deber sobre cada gobernador que conquista un territorio de los musulmanes en el este o en el oeste de la tierra, aunque no reciba la orden directa del Imam o retrase debido a un impedimento”[10].
La civilización islámica dio soluciones eficaces para enterrar la tentación, aparte de que trató con las sublevaciones con plena realidad incomparable con las otras civilizaciones. Asimismo, los ulemas y los eruditos del Islam procuraron lograr la unión de la Ummah. Así que aprobaron el gobierno del apoderado, combatir al segundo califa [en caso de la existencia del primero y de hecho se le jura fidelidad] y si hay dos, uno cualificado y otro menos cualificado, a veces se permite aceptar el segundo (para evitar la tentación). Todo eso con el objetivo de lograr la unión de la Ummahsiguiendo a un solo califa y no permitir la desunión social, la cual causa después el desequilibrio de la civilización y la desunión religiosa y cultural ante las otras naciones.
[1] [Abû Dâûd (4343)][Ibn Mâyah (3957)][Ahmad (6987)][Al Albâni: Sahîh, As-Silsilah As-Sahîhah (205)].
[2]At-Tabari, Târîj Al Umam Ua Al Mulûk 3/158.
[3]Ibídem 3/167.
[4] ‘Abdul-lâh ibn ‘Amr (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) narró: “Vi al Profeta (e) dando vueltas alrededor de la Ka‘bah, diciendo: “¡Qué bondadosa eres y qué buen olor tienes! ¡Qué grandiosa eres tanto como tu inviolabilidad! ¡Por Aquel en Cuyas manos está mi alma! La inviolabilidad del creyente ante Al-lâh (I) es más grandiosa que tú; tanto como su dinero y sangre. Y no debemos pensar de él sino lo bueno.” [Ibn Mâyah (3932)][At-Tirmidhi (2032)][Al Albâni, Sahîh en As-Silsilah As-Sahihah (3420)].
[5] [Sunan ibn Mâyah (2861)] [At-Tirmidhi (1706)] [Musnad Ahmad (27301)] [Al Albâni: Sahîh].
[6] [Al Bujâri (6777)].
[7] [Muslim (1853)].
[8] Ibn Al Yauzi, Kashf Al Mushkil Min Hadîz As-Sahîhain 1/795.
[9] Véase: Muhammad Rashîd Rida, Al Jilâfah (El califato), pág. 44.
[10] As-Sal-lâbi, Daulat Al Murâbitîn [El Estado de los almorávides], pág. 123.
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