Short Description
Quizá de las contribuciones más grandes e importantes en absoluto a la civilización por parte de los musulmanes en el ámbito de la salud sea que fueron los primeros en fundar los hospitales en el mundo. ¡No sólo eso, sino que ellos se adelantaron a otros en este asunto con
Quizá de las contribuciones más grandes e importantes en absoluto a la civilización por parte de los musulmanes en el ámbito de la salud sea que fueron los primeros en fundar los hospitales en el mundo. ¡No sólo eso, sino que ellos se adelantaron a otros en este asunto con más de nueve siglos!
Pues, el primer hospital islámico fue fundado en la era del califa omeya Al Ualîd ibn ‘Abdul Malik, quien asumió el califato desde el año 86 de la Hégira/ 705 d.C. y hasta el año 96 de la Hégira/ 715 d.C. Este hospital era especializado en la lepra[1]. Y después, varios hospitales fueron fundados en el mundo islámico, y algunos alcanzaron una alta posición y se convirtieron en fortalezas de ciencia y medicina. Así, se consideran de las primeras facultades y universidades en el mundo. Y es digno de mencionar que el primer hospital europeo fue establecido en París más de nueves siglos después.
Esos hospitales se conocían con el nombre “Bimarestanes”, es decir “casas de los pacientes”. Y había unos fijos y otros ambulantes. En cuanto a los fijos, estos se fundaban en las ciudades, y raramente alguna ciudad islámica –aunque fuera pequeña- carecía de un hospital. Y en cuanto al hospital ambulante, era un tipo de hospitales que llegaba las aldeas lejanas, los desiertos y las montañas.
Los hospitales ambulantes se portaban sobre un convoy de camellos- el cual llegaba a veces a cuarenta camellos- y eso estaba en la era del sultán Mahmûd As-Silyûgui, quien gobernó desde el año 511 de la Hégira / 1117 d.C. hasta el año 525 de la Hégira / 1131 d.C. Aquellos convoyes se equipaban con los utensilios terapéuticos y los medicamentos, y eran acompañados por un número de médicos y capaces de alcanzar cualquier lugar del Estado islámico[2].
Los hospitales fijos en las grandes ciudades alcanzaron un alto nivel. Y de los más famosos entre los mismos estaba el hospital Al ‘Adudi en Bagdad, el cual fue fundado en el año 371 de la Hégira/ 981 d.C., el hospital An-Nûri en Damasco, fundado en el año 549 de la Hégira / 1154 d.C., y el hospital Al Mansûri Al Kabîr en El Cairo, fundado en el año 683 de la Hégira / 1284 d.C. Y es digno de mencionar que en Córdoba solamente había más de 50 hospitales[3].
Estos hospitales gigantescos se dividían según la especialización; así que había secciones para las enfermedades internas, otras para cirugía, dermatología, oftalmología, psiquiatría, ortopedia y fracturas, etcétera.
Aquellos hospitales no eran simplemente lugares para recibir tratamiento, sino que eran verdaderas facultades de medicina a nivel muy alto. Pues, por la mañana el médico especialista -el profesor- pasaba por los pacientes en compañía de los nuevos médicos para enseñarles, registraba sus observaciones y prescribía el tratamiento, mientras ellos vigilaban y aprendían. Después, el profesor se trasladaba a una sala grande, se reunía con los estudiantes y les leía los libros médicos, daba explicaciones y aclaraciones y respondía a sus preguntas. Y finalmente les hacía un examen al fin de cada programa académico que acababan de estudiar, y consecutivamente les otorgaba la licencia en la rama en la cual fueron especializados.
Los hospitales islámicos albergaban inmensas bibliotecas que incluían una gran cantidad de libros especializados en la medicina, la farmacia, la anatomía y la fisiología, aparte de las ciencias del Fiqh relacionadas con la medicina y otras de interés para el médico.
Por ejemplo –para saber la inmensidad de estas bibliotecas– se dice que la biblioteca del hospital de Ibn Tûlûn en El Cairo albergaba más de 100.000 libros. También se cultivaban –al lado de los hospitales– grandes jardines donde crecían hierbas médicas y plantas terapéuticas para suministrar al hospital lo que necesitaba de medicamentos.
Las medidas adoptadas por los hospitales para evitar el contagio eran sin par, ya que el paciente cuando ingresaba en el hospital entregaba su ropa y se le otorgaba otra ropa nueva y gratuita, para impedir el contagio a través de su ropa que usaba cuando se enfermó. Después, cada paciente entraba en una sala dedicada a su enfermedad, y no se le permitía ingresar en otras secciones para impedir el contagio. Cada paciente dormía sobre su cama propia tapada con nuevas sábanas, y se le dedicaban unos utensilios exclusivos para él.
Podemos comparar eso con el hospital que fue fundado en París siglos tras el establecimiento de estos hospitales islámicos. En ese hospital, a todos los pacientes se los obligaba a permanecer en una sola sala mixta sin tener en consideración el tipo de su enfermedad. Encima, se obligaba a tres o cuatro y a veces hasta cinco pacientes a acostarse sobre la misma cama. De este modo, el paciente de viruela se encontraba junto a los casos de fracturas junto a la mujer que daba a luz. También, los médicos y enfermeros no podían entrar en las salas sino colocando mascarillas por el podrido olor dentro de ellas. Es más, a los difuntos no se los llevaba fuera de las salas sino tras el paso de 24 horas como mínimo después del fallecimiento. ¡Y podemos imaginar el peligro de este asunto para el resto de los pacientes![4]
De los hospitales pioneros y más grandiosos en la historia islámica es el hospital Al ‘Adudi que fue fundado por el califa ‘Adud Ad-Daulah ibn Buaîh en el año 371 de la Hégira/981 d.C. en Bagdad. Y cuando se estableció el hospital, trabajaban en él 24 médicos, el número que después se incrementó mucho. También albergaba una biblioteca inmensa, una farmacia y cocinas. También trabajaba en él un gran número de funcionarios y sirvientes. Y los médicos se turnaban para atender a los pacientes, de modo que hubiera médicos en el hospital durante las 24 horas de forma diaria.
También de los hospitales islámicos grandiosos: el hospital An-Nûri Al Kabîr en Damasco. Fue fundado por el Sultán justo Nûr Ad-Dîn Mahmûd en el año 549 de la Hégira/1154 d.C. Era uno de los hospitales más respetuosos y grandiosos, y estuvo de servicio durante mucho tiempo, y siguió recibiendo a los enfermos hasta el año 1317 de la Hégira/ 1899 d.C., ¡o sea cerca de 800 años!
También, de los hospitales más grandiosos en la historia del Islam: el Hospital Al Mansûri Al Kabîr, el cual fue fundado por el rey Al Mansûr Saif Ad-Dîn Qalauûn en El Cairo en el año 683 de la Hégira/ 1284 d.C. Este hospital era una maravilla en cuanto a su precisión, organización y limpieza. También, era tan grande que en un solo día se trataba a más de 4000 enfermos.
En este marco no debemos olvidar el hospital de Marrâkish fundado por Al Mansûr Abu Yûsuf Ya‘qûb, el rey del Estado almohade en Marruecos quien gobernó desde el año 580 de la Hégira/ 1184 d.C. hasta el año 595 después de la Hégira/ 1199 d.C. Este hospital, en cuanto a la construcción, era una maravilla de la perfección y la magnificencia, ya que en él fueron plantados todos los tipos de árboles y plantas, y encima dentro de él había cuatro pequeños lagos artificiales. Tenía un nivel muy alto de capacidades médicas, medicamentos modernos y médicos hábiles[5]. Así que –verdaderamente– logró ser una joya en la historia de la civilización islámica.
No solamente eso, sino que había hospitales especializados que no trataban sino un solo tipo de enfermedad, como: los hospitales de oftalmología, de lepra y manicomios, etc.
Más asombroso y extraño que eso, es el hecho de que había en algunas de las ciudades islámicas mayores barrios médicos integrados. En este sentido, Ibn Yubair, durante su viaje que realizó en el año 580 de la Hégira/1184 d.C. aproximadamente, narró que vio en Bagdad –capital del califato abasí– un barrio entero semejante a una pequeña ciudad con un palacio lujoso en el centro rodeado por jardines y varias casas. Todo eso era una dotación para los enfermos, y los médicos de varias especializaciones se dirigían a este barrio, aparte de los farmacéuticos y estudiantes de medicina. Y se los mantenía económicamente por medio del Estado y las dotaciones que los ricos de la Ummah dedicaban a tratar a los pobres y otros[6].
[2] Ibn Al Qifti, Târîj Al Hukamâ’, pág. 405.
[3] Mahmûd Al Hây Qâsim, At-Tib ‘Ind Al ‘Arab Ual Muslimîn, págs. 328-329.
[4]Vease, Mustafa As-Sibâ‘i, Min Rauâ’i‘ Hadâratinâ, págs. 116-117.
[5]Ibíd., págs. 110-118.
[6]Ibíd., pág. 101.
Comentarios
Envíe su comentario