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La civilización islámica conoció el sistema de los hoteles desde los primeros días del Islam; ya que el Sagrado Corán indica la licitud del acceso a los lugares públicos -entre ellos, los hoteles- como signo de la realidad y de la sociabilidad del Islam: Al-lâh Dice
La civilización islámica conoció el sistema de los hoteles desde los primeros días del Islam; ya que el Sagrado Corán indica la licitud del acceso a los lugares públicos -entre ellos, los hoteles- como signo de la realidad y de la sociabilidad del Islam: Al-lâh Dice [traducción del significado]: {Pero sabed que no es un deber pedir permiso cada vez que por algún motivo deseéis entrar a una casa deshabitada [y a lugares abiertos al público, sean de destino público o privado].}[1]. Sin embargo, el Imam At-Tabari comentó sobre esta noble aleya, diciendo: “¡Oh gente!, no seréis culpables ni incurriréis en falta al ingresar en lugares deshabitados sin pedir permiso. Después, se pusieron en desacuerdo sobre a qué tipo de lugar refiere. Así que algunos dijeron: Refiere a los Jânât y casas edificadas por las calles que no son ocupados por gente conocida, sino que han sido construidos por los pasajeros y caminantes para alojarse y guardar sus pertinencias”[2].
Lo que en realidad llama la atención, es que la construcción de los Jânât desde el comienzo de la era islámica, confirma el desarrollo de la civilización islámica y su preocupación por las condiciones de los viajeros y extranjeros. Y debido a que el caminante es uno de los que merecen (recibir) el azaque; y la institución administrativa islámica procuró presentarle todo lo necesario de comida, bebida y alojamiento. Por lo tanto, los Jânât y hoteles eran considerados de los Masâlih Mursalah [una de las fuentes de la Shari‘ah (Ley islámica) que consiste en considerar los intereses públicos en casos que no han sido especificados por los textos islámicos] que la Sharî‘ah innovó, y es una práctica maravillosa que distinguió la civilización islámica a lo largo de su larga historia.
Sin embargo, los Jânât se extendieron a lo largo de los caminos comerciales entre las ciudades islámicas. Y la mayoría de sus ocupantes, eran comerciantes y buscadores de conocimiento; ya que dichos lugares ofrecían hospitalidad en cuanto a comida y bebida de forma gratuita a los pobres, necesitados y caminantes. Por lo tanto, los Jânât que presentaban comida de forma gratuita, fueron nombrados “Dâr Ad-Diâfah [Casa de hospitalidad]”[3].
Estos Jânât se consideraban como los verdaderos alojamientos que el Estado o los bienhechores prepararon a favor de los viajeros. Ya que los protegía del calor del verano y del frío del invierno. Sa‘dân ibn Iazîd -de los erudito del siglo III de la Hégira- mencionó que se refugió en uno de estos Jânât durante una noche lluviosa con truenos y relámpagos en el año 262 de la Hégira. Ahí, encontró que todas las habitaciones y camas del Jân estaban ocupadas debido al mucho frío[4].
Además, estos Jânât estaban preparados de una forma que impedía el ruido; para que los buscadores de conocimiento pudieran estudiar tranquilamente. Ya que Ibn ‘Asâkir mencionó que “Abu ‘Amr As-Saguîr dijo: “Nos alojamos en un Jân en Damasco cerca del palacio. Rezamos el ‘Asr [Oración de la tarde] para irnos temprano a Ahmad ibn ‘Umair. Y de repente, el asistente del Jân vino corriendo y preguntando: ‘¿Dónde está Abu ‘Ali Al Hâfidh?’ Respondí: ‘Aquí está’. Dijo el asistente: ‘El Sheij vino a visitarle’. Así que me fui al Sheij y lo encontré montando una mula frente al Jân. Entonces bajó de la mula y subió la habitación que ocupamos. Luego, saludó a Abu ‘Ali y le dio la bienvenida, mostrando su alegría por su visita. Así que comenzó a estudiar con él hasta cerca de la puesta del sol. Después, preguntó: ‘¡Oh Abu ‘Ali! ¿Recopilaste los Hadices (Pl. de Hadîz) de ‘Abdul-lâh ibn Dînâr?’. Abu ‘Ali contestó afirmativamente. Por consiguiente, le dijo: ‘Sácamelos’. Así que Abu ‘Ali los sacó, de modo que el Sheij los tomó y los puso en su mano, luego subió su montura [y se fue]”[5].
La existencia de dichos hoteles era un factor auxiliar para los buscadores de conocimiento respecto a irse a cualquier lugar del Estado islámico. Ya que Adh-Dhahabi mencionó que el erudito de Al-Ándalus Baqui ibn Majlad se fue a Bagdad para aprender (la ciencia de) el Hadîz del Imam Ahmad ibn Hanbal -quien estaba bajo arresto domiciliario tras su salida de la cárcel en la era de [la crisis ideológica de] la creación del Corán-. Y cuando se aseguró de que permanecería largo tiempo en Bagdad, alquiló una habitación en uno de sus hoteles. Así que cada día se iba al Imam Ahmad en forma de un pobre, copiando uno o dos Hadîces [al día]. Luego, volvía a su habitación en el hotel hasta que se permitió al Imam Ahmad ibn Hanbal dar lecciones en público[6].
El asunto de los hoteles evolucionó en la civilización islámica; de modo que no se limitó a los comerciantes y a los buscadores de conocimiento, sino que algunos califas se alojaban en ellos durante sus viajes. Ya que el califa abasí Al Mu‘tadid se alojó en un hotel llamado “Al Husain” cerca de la ciudad de Alejandreta (Ahora en Turquía) en el año 287 de la Hégira, durante su verificación de las condiciones de las fronteras y las ciudades de Sham[7].
Mejor dicho, muchos califas cuidaron la construcción de estos Jânât y hoteles; ya que pertenecían a la administración del Estado, mediante la cual se ayudaba a los viajeros, pobres y buscadores de conocimiento. Tomando en consideración que el califa Al Mustansir Bil-lâh (Falleció en el año 640 de la Hégira) se volvió famoso por construir estos hoteles que recibían a los pobres y a los hijos del camino (caminantes)[8].
También, de entre los que se volvieron famosos por la construcción de los hoteles gratuitos, destaca el príncipe Nûrud-Dîn Mahmûd; pues, Abu Shâmah transmitió en el libro llamado “Ar-Raudatain” de Ibn Al Azîr que Nûrud-Dîn Mahmûd “construyó unos Jânât en los caminos; de modo que la gente se puso a salvo, sus bienes se protegieron y se alojaron en el invierno en casas, protegiéndose del frio y de la lluvia”[9].
Sin embargo, lo que llama la atención es que algunas mujeres cuidaron la construcción de los hoteles y los Jânât por su deseo de buscar la recompensa de Al-lâh (Glorificado Sea). Ya que ‘Ismatud-Dîn bint Ma‘înud- Dîn Anr, la esposa de Salâhud-Dîn (Saladino), fallecida en el año (581 de la Hégira), construyó un hotel llamado (con su nombre) ‘Ismatud-Dîn en la ciudad de Damasco[10]. Asimismo, otra mujer –Ibn ‘Asâkir no mencionó su nombre- construyó un hotel y lo nombró Ibn Al ‘Annâzah en Damasco también[11].
Sin embargo, los hoteles no se concentraban solamente en las capitales de las grandes ciudades, sino que en muchos de los pueblos marginales también. Ya que un pintor francés llamado Simon calculó el número de los hoteles existentes en la ciudad de Isfahán, la cual había visitado en el año 1084 de la Hégira, y encontró que eran 1600[12].
Algunos de estos hoteles albergaban un departamento especial para guardar los depósitos y el dinero; por lo que se consideran como los bancos hoy en día. Y los encargados de dicho departamento, eran hombres y mujeres de modo igual. También, no se permitía la devolución de las pertinencias y del dinero sino a sus propietarios. Esto es lo que Ibn Al Yauzi mencionó sobre los incidentes del año (571 de la Hégira), ya que dijo: “Un comerciante vendió una propiedad suya por 1000 dinares, y depositó el dinero en un Jân llamado Anbâr (en Bagdad). Luego, volvió a su casa donde no había sino un esclavo negro suyo que había comprado unos días antes. El esclavo se levantó por la noche y lo apuñaló en su corazón; acto seguido, sacó las llaves y se fue al Jân de Anbâr, donde tocó la puerta, así que la asistente preguntó: ‘¿Quién es?’. Respondió: ‘Soy el esclavo de fulano, y me mandó para cogerle algo del Jân’. Por lo tanto, ella dijo: ‘Por Al-lâh (Glorificado Sea) que no te abriré hasta que venga tu propietario’. Por consiguiente, volvió a casa para robar lo que estaba allí. No obstante, lo que pasó es un guardia escuchó el grito del hombre tras ser apuñalado con el cuchillo; por tanto, capturó al muchacho mientras que su señor siguió vivo durante dos días y pidió matar al muchacho después de su muerte. Así pues, el esclavo fue crucificado tras la muerte de su señor”[13].
También, algunos de estos Jânât estaban distinguidos por la existencia de cocinas en ellos. Encima, sus propietarios procuraron contratar a los mejores cocineros a cambio de ciertas recompensas. La cocina presentaba, a cada viajero que venía al Jân fuera musulmán o no musulmán, libre o esclavo, un kilo [Aproximadamente] de pan, 250 gramos de carne cocinada, un plato de comida, etc. Ya que fue mencionado en el documento de dotación del Jân de “Qarh Tâi [Karatay Han]” en la era selyúcida: “Se otorga a cada visitante del Jân mencionado; sea musulmán o incrédulo, varón o hembra, esclavo o libre, cada día un kilo [Aproximadamente] de pan de buena calidad, un plato de verdura cocinada y 300 gramos [Aproximadamente] de carne”[14].
Del texto del documento anterior, notamos que la civilización islámica procuraba aplicar la igualdad tanto en los derechos como en los deberes; ya que no diferenciaba al respecto entre el musulmán y el no musulmán, o el libre y el esclavo. También entre el hombre y la mujer. Además, cada viernes por la noche, la cocina presentaba un dulce de miel; repartiéndolo entre todos los viajeros de forma igual. Ya que fue mencionado en el documento de “Qarh Tâi”: “En el Jân mencionado, en todos los viernes por la noche, se presenta un dulce de miel y se reparte entre los huéspedes sin preferencia”[15].
Algunas ciudades de Al-Ándalus se volvieron famosas por su multitud de hoteles ocupados por un gran número de huéspedes. Ya que Al Humairi mencionó en su libro llamado “Sifat Yazirat Al Andalus”, que la ciudad andaluza (Almería) “tenía 970 hoteles”[16]. Así pues, la multitud de estos hoteles es una prueba sobre el número inmenso de visitantes de aquella ciudad antigua.
Estos hoteles se extendieron ampliamente en Al-Ándalus desde la era omeya, pero algunos se alejaban de las modales públicas. Así que los príncipes procuraban derrumbarlos; debido al caos moral que causaban en la sociedad. Pues, en el año 206 de la Hégira, “Al Hakam ibn Hishâm ordenó derrumbar un hotel ubicado en la ciudad de Ar-Rabd, frecuentado por los corruptos y disolutos. Y de hecho, fue derrumbado”[17]. Sin duda, estos hechos indecentes que sucedían en algunos hoteles anteriormente, son los mismos que vemos o escuchamos en muchos de nuestros hoteles modernos, pero con mucha diferencia; ya que los califas y príncipes impedían estas corrupciones con toda estrictez y fuerza, ordenando aplicar el peor castigo a estos hoteles, así que los destruían. En cambio, respecto a los hoteles de hoy en día; el asunto es muy al revés.
También algunos sultanes cuidaron la construcción de muchos hoteles, y los dotaron a los pobres y necesitados. Ya que el sultán de los Meriníes en Marruecos, Abu Ya‘qûb Yûsuf Al Marîni (Falleció en el año 706 de la Hégira), restauró el hotel de Ash-Shammâ‘în en la ciudad de Fez tras destruirlo, y lo dotó a los frecuentadores de la mezquita de la ciudad[18].
Los Jânât y hoteles se extendieron mucho en la era mameluca, pero lo nuevo que este Estado agregó en el curso de la civilización islámica, es que estableció hoteles privados para las pequeñas comunidades existentes en Egipto y Sham de los comerciantes y viajeros occidentales. Al Maqrîzi mencionó que los chipriotas quienes atacaron Alejandría en el año 783 de la Hégira, quemaron muchas casas, tiendas y hoteles. Y dijo: “Los malditos quemaron los hoteles Alkitlaniîn, Al Yanûbiîn, Al Mûzah y Al Mûsliîn”[19]. Teniendo en cuenta que estos hoteles mencionados por Al Maqrîzi, eran dedicados a los comerciantes europeos e italianos; como los comerciantes de la ciudad italiana de Génova. Lo que indica el interés de la civilización islámica por los no musulmanes de entre los comerciantes de Europa en sus siglos medievales.
Más bien, el Estado procuró dedicar a los dueños de cada profesión un hotel especial para ellos. Así que había un hotel para los comerciantes de aceite de Sham llamado Tarnatai en la ciudad de El Cairo[20].
Sin duda alguna, la existencia de los hoteles y Jânât desde una época temprana de la historia de la civilización islámica, indica la importancia del lado social que dicha civilización cuidó en todas sus aplicaciones físicas y teóricas. Además, esta civilización agregó otro aspecto de consolidad que no fue conocido por ninguna otra civilización; ya que puso muchos de estos hoteles y residencias a disposición de forma gratuita para todas las clases sociales y humanas. De modo que el hombre se alojaba allí el tiempo que quería sin que nadie le amagara su vida o su permanencia; fuera comerciante, estudiante o viajero. Sin duda, esta imagen maravillosa de la historia de la civilización islámica, nos confirma una vez tras la otra la grandiosidad de la otorgación humana presentada por esta civilización eterna.
Finalmente, tras esta rápida mirada sobre un conjunto de los sistemas islámicos más grandiosos y originales, sentimos que un cierto valor fue inculcado en nuestra conciencia a través de las hojas de este capítulo; el cual es la humanidad de esta civilización basada en un pilar indispensable, o sea el pilar de los valores morales derivados de una fuente divina inagotable. Por lo tanto, la huella moral por la que se distinguió la civilización islámica, apareció obviamente en todas sus instituciones, hasta que dichos valores culturales islámicos se volvieron un faro que ilumina el mundo.
[2] At-Tabari, Yâmi‘ Al Baiân Fi Ta’uîl Al Qur’ân 19/151.
[3]Fu’âd Yahia, Yard Azari Lijânât Dimashq, pág. 69.
[4]Ibn Al Yauzi, Al Muntadhim 5/39.
[5]Ibn ‘Asâkir, Târîj Madînat Dimashq (La historia de la ciudad de Damasco) 5/115.
[6]Adh-Dhahabi, Siar A‘lâm An-Nubalâ’ 13/293.
[7]Ibn Kazîr, Al Bidâiah Ua An-Nihâiah (El principio y el fin) 5/635.
[8]Ibídem 13/186.
[9] Abu Shâmah, Ar-Raudatain , pág. 12.
[10]Ibn Al ‘Imâd Al Hanbali, Shadharât Adh-Dhahab 4/319.
[11]Ibn ‘Asâkir, Târîj Madînat Dimashq 2/320.
[12] Will Durant, The history of civilization [La historia de la civilización] 24/498.
[13]Ibn Al Yauzi, Al Muntadhim 10/265.
[14]Fahîm Fathi Ibrâhîm, Al Jân Fi Al Hadârah Al ‘Arabiah Al Islâmiah (El Jân en la civilización árabe-islámica), en el siguiente link: http://www.arabicmagazine.com/ArtDetails.aspx?id/56.
[15]Véase el texto del documento del Jân de Qarh Tâi: Turan (Osman), Celâleddin Karatay, Vkiflari ve Vakfiyeleri, Belleten, Cilt: XII, Sayi: 45, 46, 47, 48, Türk Tarih Kurumu Basimevi, Ankara, 1948, pág. 95- 96.
[16]Al Humairi, Sifat Yazirat Al Ándalus, pág. 64.
[17]Ibn ‘Adhâra, Al Baiân Al Mugrib 1/173.
[18] Al Muqri, Nafh At-Taib 5/265.
[19] Al Maqrîzi, As-Sulûk (La conducta) 5/114.
[20] Ibídem 3/44.
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