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Referimos con la belleza de la maquinaria y de las manufacturas a lo que apareció de espíritu estético en los productos de los musulmanes que fueron fabricados de forma automática, a través de la aplicación de las ciencias de la ingeniería y la técnica; ya que no era
Referimos con la belleza de la maquinaria y de las manufacturas a lo que apareció de espíritu estético en los productos de los musulmanes que fueron fabricados de forma automática, a través de la aplicación de las ciencias de la ingeniería y la técnica; ya que no era suficiente para el fabricante musulmán que la máquina hiciera solamente su función, sino que procuró que tuviera un aspecto estético que relaja el alma y alegra el corazón.
La habilidad de los musulmanes en las ciencias técnicas no se reducía a construir solamente mezquitas, minaretes, domos, diques y presas, sino que también tenía aquella creatividad donde apareció la sensación estética del científico musulmán, y también se destacó su capacidad de dominar ese tipo de ciencias a fin de lograr la comodidad y dar felicidad y alegría al corazón.
Los científicos de la civilización islámica crearon una serie de inventos mecánicos difíciles, y estos inventos son aquellos que ejercen su función aparte de otro papel estético que no es de menos importancia, que fue agregado por el fabricante hábil. Y de los ejemplos sobre eso:
Los relojes:
Ibn Kazîr mencionó que una de las puertas de la mezquita de Damasco, se llamaba la puerta de los relojes; ya que allí funcionaban relojes que fueron inventados por el relojero, el ingeniero Muhammad ibn ‘Ali el padre de Fajrud-Dîn Raduân ibn As-Sâ‘âti[1]. Y a través de los mismos, se sabía cada hora que pasaba del día. Sobre ellos, estaban colocados pájaros, serpientes de cobre y cuervos. De modo que cuando se cumplía la hora, la serpiente salía, los pájaros silbaban, el cuervo gritaba y una piedrita se caía en la cazuela; y de esta forma, la gente se enteraba de que una hora ya había pasado del día[2]. Además, Ibn Al Yauzi tenía un reloj parecido también[3].
Ibn Yubair dijo describiendo dicho reloj también: “A la derecha de quien sale de la puerta de Yairûn, en la pared ante ella, encontrará una cámara donde hay una estructura grande y redonda que tiene aperturas amarillas que abren puertitas pequeñas acorde al número de las horas del día, las cuales fueron diseñadas de forma geométrica. Así que cuando pase una hora del día, caen dos pelotitas de cobre de las bocas de las figuras de dos halcones de cobre. Y por debajo de cada uno, hay una cazuela de cobre; una de ellas está bajo la primera de aquellas puertas, y la segunda bajo la última. Las cazuelas están perforadas; de modo que al caer las pelotitas, vuelven por dentro de la pared a la cámara. Y ambos halcones estiran sus cuellos con las pelotitas hacia las cazuelas, lanzándolas rápidamente de una forma extraña, la cual parece como magia. Y cuando ambas pelotitas se caen en las cazuelas, se escucha un ruido y se cierra la puerta correspondiente a esa hora con una tabla de cobre. Y se repite dicho proceso al paso de cada hora del día hasta que se cierran todas las puertitas y se acaban las horas. Y después, vuelve a su estado original. Sin embargo, por la noche tiene, otro proceso; ya que en el arco doblado sobre aquellas aperturas mencionadas, hay doce círculos perforados de cobre. Y cada círculo es obstruido por un vidrio en el interior del muro en la cámara. Y todo eso, es diseñado por detrás de las aperturas mencionadas. Además, por detrás del vidrio, hay una lámpara donde el agua circula acorde al orden de la hora. Y cuando el agua se termina, la luz de la lámpara ocupa el vidrio y sus rayos fluyen al círculo que está a su frente. De modo que aparece un círculo enrojecido, y luego, se traslada al otro hasta que se acaben las horas de la noche y todos los círculos se enrojecen. Y fue encargado de la misma una persona experta en sus movimientos, que verifica su condición, y que vuelve a abrir las puertas y a colocar los platillos en su lugar, la cual la gente nombra Al Minyânah”[4].
Sin embargo, el califa abasí Hârûn Ar-Rashîd mandó en el siglo II de la Hégira (El siglo IX d.C., es decir aproximadamente en el año 807 d.C.), un regalo extraño a su amigo Carlomagno, el rey de los francos (Francia); el regalo era un reloj gigantesco con la altura de la pared de una habitación, el cual se movía con una fuerza hidráulica. Y al pasar cada hora, caía un número concreto de pelotitas metálicas unas tras otras con el número de las horas sobre una base gigantesca de cobre; de modo que producía una resonancia musical que se escuchaba en todos los lados del palacio; y al mismo tiempo, se abría una de las doce puertas que conducían hacia adentro del reloj, de ella, salía un caballero que giraba alrededor del reloj, luego regresaba a donde había salido. Y cuando ya eran las doce, salían de las puertas doce caballeros de una sola vez y daban un giro completo; después, entraban y las puertas se cerraban detrás de ellos.
Esta es la descripción que fue mencionada en las referencias extranjeras y árabes sobre aquel reloj que en aquel tiempo se consideraba una obra de arte maravillosa, y provocó el asombro del rey tanto como su séquito, pero los curas del palacio creían que dentro del reloj había un diablo que lo movía. Así que esperaron hasta la noche y lo destruyeron con las hachas. No obstante, no encontraron nada adentro. Las referencias históricas continúan la narración, diciendo: que los árabes llegaron a medir el tiempo desarrollando este tipo de maquinaria; de modo que el califa Al Ma’mûn regaló al rey de Francia otro reloj más desarrollado, que se movía mediante la fuerza mecánica en vez de la fuera hidráulica, y eso a través de pesas de hierro colgadas en cadenas[5].
Así que algo de lo que esto significa, es lo que la mentalidad islámica alcanzó de alteza en el pensamiento y la innovación. Aquella innovación que no separó entre el lado científico y el estético en las innovaciones e inventos científicos.
El robot:
Si el mundo actual está por ingresar en lo que se nombra (la era del robot), y eso tras que la tecnología del robot pudo lograr un rápido desarrollo a lo largo de los pocos años anteriores, entonces nuestras referencias islámicas indican que el comienzo en eso fue en la era de la civilización islámica.
Y eso fue mediante el mecánico Badî‘ Az-Zmân Abi Al ‘Izz Ismâ‘îl ibn Ar-Razzâz Al Yazri, quien vivió en el siglo VI de la Hégira. Pues, él fue el primero en inventar un robot móvil para servir en casa; ya que el califa le pidió fabricar una máquina que le ayudara en vez de los sirvientes cada vez que deseaba realizar la ablución para rezar. Por lo tanto, Al Yazri le fabricó una máquina en forma de un muchacho de postura erguida, de modo que en una mano tenía un jarro de agua y en la otra mano una toalla. Y sobre su turbante, había un pájaro que silbaba cuando llegaba la hora de la oración; luego, el sirviente se adelantaba hacia su señor y le vertía el agua con una cierta cantidad. Así, cuando terminaba su ablución, le presentaba una toalla, y después, volvía a su lugar y el pájaro cantaba[6].
El portador electrónico del Mus-haf [Copia del Corán]:
Fue descubierto recientemente, en el año 1975 d.C., en la biblioteca de Lurnîn en Francia, un manuscrito en los trucos útiles bajo el título de (Los secretos en los resultados de los pensamientos), que vuelve a la era árabe hispana y contiene tomos importantes sobre los molinos y los pistones hidráulicos, y explica más de treinta tipos de maquinas mecánicas y un reloj solar muy evolucionado. Juan Vernet, el profesor de historia de ciencias árabes en la universidad de Barcelona, dijo: “La pertenencia del libro llamado “Los secretos en los resultados de los pensamientos” fue confirmada a favor del autor árabe español Ahmad (o Muhammad) ibn Jalaf Al Marâdi, quien vivió en el siglo V de la Hégira (El siglo XI d.C.); y su objetivo era enseñar la fabricación de trucos mecánicos que gran parte de ellos era utilizable como el reloj hidráulico”. Sin embargo, Vernet insistió en que había una relación estrecha entre este libro y otro libro que fue traducido por Chmiler al alemán en el año 1922 d.C. También confirmó que el arquitecto francés Villard de Honnecourt, quien vivía en la segunda mitad del siglo XII d.C., tenía conocimiento de las técnicas del científico árabe basadas en movimientos constantes[7].
Y de los ejemplos de las técnicas evolucionadas que figuró el libro de Al Marâdi: “El portador del Mus-haf” existente en la mezquita de Córdoba, el cual permite leer una copia escasa del Sagrado Corán sin tocarla con la mano. Ya que dicho portador se abre de una forma automática; de modo que el conjunto formado del portador y del Mus-haf, se pone sobre un estante móvil en una caja cerrada en la parte superior de la mezquita. Y cuando la llave de la caja se gira, su puerta se abre de inmediato y automáticamente hacia adentro mientras que el estante sube por sí solo portando la copia del Corán hacia un lugar concreto. Y al mismo tiempo, se abre el portador del Mus-haf y se cierran ambas puertas de la caja. Y cuando la llave entra de nuevo en el candado de la caja y gira al revés, siguen de nuevo los movimientos anteriores en orden inverso, y eso gracias a las cintas y a los mecanismos ocultos a la vista[8].
Mediante estas innovaciones, los musulmanes presentaron al mundo máquinas y manufacturas que expresan la hermosura de su civilización y la delicadez de su gusto.
[1] Ibn As-Sâ‘âti: Raduân ibn Muhammad ibn ‘Ali ibn Rustum, Fajrud-Dîn Al Jurasâni, Ibn As-Sâ‘âti (Falleció en el año 618 de la Hégira/ 1221 d.C.). Era médico, filosofo y poeta. Su padre era ingeniero de relojes, por eso fue nombrado As-Sâ‘âti [El relojero]. Nació y falleció en Damasco. Véase: Adh-Dhahabi, Siar A‘lâm An-Nubalâ’ 21/471.
[2] Ibn Kazîr, Al Bidâiah Ua An-Nihâiah (El principio y el fin) 9/180.
[3] Donald R. Hill, Islamic Science and Engineering (La ciencia y la ingeniería islámica), pág. 169.
[4] Ibn Yubair, Rihlat ibn Yubair (El viaje de Ibn Yubair), pág. 240, 241.
[5] Sejdiu verificó eso en su libro llamado (Historia de los árabes). Véase: Muhammad Kurd ‘Ali, Al Islâm Ua Al Hadârah Al ‘Arabiah (El Islam y la civilización árabe) 1/226.
[6] Transmitido del libro de Al Yazri, Al Yâmi‘ Baina Al ‘Ilm Ua Al ‘Amal An-Nâfi‘ Fi Sinâ‘at Al Hial. Sin embargo, Donald Hill tradujo este libro a la lengua inglesa en el año 1974 d.C., y fue descrito por el historiador de ciencia contemporánea (George Sarton) por ser de los libros más claros de su tipo. Y puede ser considerado la cumbre en este tipo de logros técnicos de los musulmanes. Véase: Ahmad Fû’âd Bâsha, At-Turâz Al ‘Ilmi Al Islâmi (El patrimonio científico islámico), pág. 31.
[7] Ahmad Fû’âd Bâsha, At-Turâz Al ‘Ilmi Al Islâmi, pág. 35, 36.
[8] Juan Vernet, Los conocimientos náuticos de los habitantes del Occidente islámico, la revista estadounidense de las ciencias. Traducción árabe, Kuwait, octubre/noviembre, tomo 10, 1994 d.C., transmitido de la referencia anterior, pág. 35.
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