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será hasta que la Hora tenga lugar. Al-lâh Dice en Su Libro Eterno [traducción del significado]: {Les Haremos ver Nuestros signos en los horizontes, y en ellos mismos, hasta que se les evidencie [a través de ellos] la Verdad.}[1]. De las buenas nuevas (de las antiguas
Ninguna época, tanto en el pasado como en el presente, carece de quien establezca la Evidencia a favor de Al-lâh (Glorificado Sea), y así será hasta que la Hora tenga lugar. Al-lâh Dice en Su Libro Eterno [traducción del significado]: {Les Haremos ver Nuestros signos en los horizontes, y en ellos mismos, hasta que se les evidencie [a través de ellos] la Verdad.}[1].
De las buenas nuevas (de las antiguas escrituras) se encuentra: “Jehová vino de Sinaí, y de Seir les esclareció; resplandeció del monte de Parán”[2]. Y para comprender estos sentidos, tenemos que reflexionar sobre la aleya en la que Al-lâh Dice en el Sagrado Corán [traducción del significado]: {Juro por la higuera y el olivo, por el monte Sinaí, y por esta ciudad segura [La Meca].}[3].
Encontramos una coincidencia completa entre esta aleya coránica y el versículo bíblico antes mencionado en cuanto al medio y la expresión. En la aleya Al-lâh (Glorificado Sea) Jura por lugares benditos y grandiosos donde aparecieron la bondad y la bendición. La higuera y el olivo son una metáfora que se refiere a la tierra bendita en la que brotan, hacia donde Ibrâhîm (la Paz sea con él) emigró, y que también es el lugar donde ‘Îsâ (la Paz sea con él) nació y habitó. El monte Sinaí es donde Al-lâh (Glorificado Sea) Habló a Mûsâ (la Paz sea con él), y la ciudad segura es La Meca, donde el más honorable de la creación, Muhammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) nació y recibió el Mensaje, y es también donde está la Casa Sagrada.
La coincidencia entre el versículo bíblico y la aleya coránica consiste en: Sinaí, que es una metáfora del monte desde el cual Al-lâh (Glorificado Sea) Habló a Mûsâ (la Paz sea con él), mientras Seir [Sa‘îr] es una metáfora de la tierra bendita donde ‘Îsâ (la Paz sea con él) nació, habitó y realizó obras de caridad para la humanidad, y Parán es una metáfora de la tierra donde habitó el abuelo del Noble Mensajero de Al-lâh [Muhammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam)], el profeta Ismâ‘îl (la Paz sea con él).
Lo que llama la atención es cómo concluimos que Parán es la tierra bendita donde Ismâ‘îl (la Paz sea con él), el abuelo del Profeta Muhammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), habitó. La prueba sobre eso es de la Torá misma al contar el relato de Ibrâhîm (la Paz sea con él) con sus dos esposas Sârah [Sara] y Hâyar [Agar]. Hâyar era esclava de la señora Sârah, y luego se convirtió en esposa de Ibrâhîm (la Paz sea con él) para darle descendencia. Sin embargo, la señora Sârah, esposa de Ibrâhîm (la Paz sea con él), pensó que la misión de su esclava Hâyar se reducía a eso solamente, y creía que seguiría siendo una esclava suya, así que podría dirigirla como quisiera y deseara.
Hâyar le dio a Ibrâhîm (la Paz sea con él) un hijo, a quien ella consideraba la alegría de su corazón, pero la señora Sârah la humillaba y cada vez aumentaba su humillación e intransigencia. A raíz de eso Hâyar le pidió socorro a su marido Ibrâhîm (la Paz sea con él), pero él la dejó para su esposa Sârah diciendo: “Es tu esclava”. Y cuando se intensificó su maltrato a ella, huyó en busca de una salvación de lo que la tocó. Y en el camino se encontró con un ángel de Al-lâh (Glorificado Sea) quien le preguntó: y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está. Levántate, alza al muchacho, y tómalo en tus manos, porque haré de él una gran nación. Entonces abrió Dios sus ojos, y vio una fuente de agua; y fue, y llenó el odre de agua, y dio de beber al muchacho. Y Dios fue con el muchacho; y creció, y habitó en el desierto, y fue tirador de arco. Y habitó en el desierto de Parán; y su madre le tomó esposa de la tierra de Egipto”[4].
Entonces se clarifica a través de la Torá que quien habitó la tierra de Parán fue Ismâ‘îl (la Paz sea con él), y quizá el objetivo profundo de Al-lâh (Glorificado Sea) al permitir la interacción de estas corrientes en la casa Ibrâhîm (la Paz sea con él), fue para que Ismâ‘îl (la Paz sea con él) se estableciera en una tierra que le distinguiera. Luego Mûsâ (la Paz sea con él) dio la buena nueva sobre la Profecía diciendo: “Resplandeció desde el monte de Parán”[5].
También, de las buenas nuevas que fueron mencionadas en la Torá: “No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh, y a él se congregarán los pueblos”[6].
La palabra “Siloh” mencionada en el texto es única y no se repite en cualquier otra parte del antiguo testamento. Según lo que sé, todas las traducciones del antiguo testamento mantuvieron la palabra “Siloh” como es, sin traducción ni explicación, salvo la traducción siriaca llamada Peshitta, ya que tradujo la palabra como “la persona a quien le corresponde”, o sea la persona a quien le corresponden el cetro y la legislación. Y según esta traducción, el sentido de la Profecía estará claro de la siguiente forma: “Los atributos del dominio y de la Profecía no dejarán de pertenecer a Judá y (su descendencia) hasta que venga la persona a quien le corresponden estos atributos, y todas las naciones se someterán a él”.
Y quizá la palabra “Siloh” sea derivada del verbo “Shalah”, de modo que en este caso “Siloh” significa el pacífico, tranquilo y de confianza. Además, este verbo también significa: envía y autoriza [en modo imperativo], y es derivado de la palabra “Shaluh”, la cual significa enviado o mensajero, por lo que la palabra tendrá el sentido de “Shiluah” y será completamente sinónimo de “Apostle of Yah”, que es el mismo apodo concedido a Muhammad el Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam). También, es sabido que la palabra “Shiluah” es una expresión del divorcio, ya que a la esposa divorciada “se la manda” lejos. Y no puedo encontrar otra interpretación de este apodo importante fuera de estos tres sentidos[7].
También, de las buenas nuevas es el hecho de que Al-lâh (Glorificado Sea) Dijo a Mûsâ (la Paz sea con él): “Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mande”[8].
Estos textos les indican a los judíos que este Profeta no pertenece a los hijos de Isrâ’îl [Israel] (la Paz sea con él) sino que es de los hermanos de los hijos de Isrâ’îl (la Paz sea con él), los cuales son los hijos de Ismâ‘îl (la Paz sea con él). Por lo tanto los rabinos y sacerdotes (los sabios de los judíos y los cristianos) sabían bien que este Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) sería de la descendencia de Ismâ‘îl (la Paz sea con él) (o sea, de los árabes).
En esto radica el secreto de la aceptación del Islam, por parte de los habitantes de Medina, antes de la emigración del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) hacia esa ciudad, y eso fue por todo lo que escucharon sobre el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) por parte de los rabinos y los sacerdotes[9].
Y de las buenas nuevas que fueron mencionadas en la Torá sobre la nación de Muhammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam): “Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios; Me provocaron a ira con sus vanidades; Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, los provocaré a ira con una nación insensata”[10]. Se refiere a la nación iletrada, como está mencionado en lo que Al-lâh Dice [traducción del significado]: {Él Es Quien Eligió de entre los iletrados [los árabes] un Mensajero para que les recite Sus preceptos, les purifique y les enseñe el Libro y la sabiduría. Y por cierto que antes de ello se encontraban en un evidente extravío.}[11]
Así fue, que de una nación ignorante y sumergida en un obvio desvío, se convirtió en una nación de guía, que porta la bandera de la orientación de los hombres hacia el sendero de su Señor (Glorificado Sea). Es lo mismo que dijo uno de los Compañeros del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) respondiendo al rey de los persas cuando le preguntó: “¿Quiénes sois?”. Pues, le respondió: “Somos un pueblo enviado por Al-lâh (Glorificado Sea) para salvar a quien Él Quiera de la adoración de otros seres, a la adoración del Señor (Glorificado Sea) de la humanidad, y sacarlos de la injusticia de las otras religiones, a la justicia del Islam y de la estrechez de la vida mundana, a la amplitud de la vida mundana y del más allá”[12].
De esta forma la nación islámica fue dignificada por portar la bandera de la orientación de la humanidad hacia el sendero de su Creador (Glorificado Sea)[13].
También de las buenas nuevas: “Dios vendrá de Temán, Y el Santo del monte de Parán, (Selah.) Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza. Y el resplandor fue como la luz [...] Delante de su rostro iba mortandad, Y á sus pies salían carbones encendidos. Paróse, y midió la tierra: Miró, é hizo temblar las gentes; Y los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron á él. Sus caminos son eternos”[14].
Este texto está a cierto punto modificado, ya que las antiguas fuentes mencionaron el texto del siguiente modo, como mencionó Ibn Taimîah en Al Yauâb As-Sahîh:
“Dios vendrá de Temán, y el Santo del monte de Parán. El cielo iluminó del resplandor de Muhammad, y la tierra se llenó de su alabanza […] Se levantó y pasó su mano sobre la tierra, así que los antiguos montes se derribaron ante él […] ¡Muhammad, acércate; los montes al verte se asustaron!”[15].
El Sheij del Islam Ibn Taimîah lo comentó diciendo: “Fue mencionada en este verso la venida de la luz de Al-lâh (Glorificado Sea) de Temán, o sea de La Meca y de Hiyaz, y es digno de mencionar que los Profetas de los hijos de Isrâ’îl solían proceder de Ash-Shâm, mientras que el Profeta Muhammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) vino desde Yemen”[16].
Y en otra ocasión la buena nueva viene así: “(la luz de) Dios se levantó desde el monte de Sinaí; el sol fue eclipsado por el brillo de Muhammad y las montañas han sido arrasadas por el resplandor de la Mahmud (es decir, alabado)”[17].
En esta buena nueva está mencionado su nombre y su lugar, sin embargo los judíos y los cristianos leen estos textos y dicen: “Aquel a quien se aplica esta descripción todavía no ha aparecido”[18].
[1] [Corán 41: 53].
[2] [Deuteronomio 33: 2 Reina Valera].
[3] [Corán 95:1-3].
[4] [Génesis 21: 17-21 Reina Valera]
[5] Ibrâhîm Jalîl Ahmad, Muhammad Fî At-Taurâh Ual Inyîl Ual Qurân, págs. 65-67.
[6] [Génesis 49: 10 Reina Valera].
[7] ‘Abdul Ahad Dâûd, Muhammad Kamâ Uarada Fî Kitâb Al Iahûd Ua An-Nasarâ, pág. 63.
[8] [Deuteronomio 18: 18 Reina Valera 2010].
[9] Safei Ar-Rahmân Al Mubârakfûrî, Ua Innaka La‘alâ Juluqin ‘Adhîm, 1/324-325.
[10] [Deuteronomio 32: 21 Reina Valera 2010].
[11] [Corán 62: 2].
[12] [At-Tabarî, Târîj Al Umam Ual Mulûk 2/400][Ibn Kazir, Al Bidâiah Ua An-Nihâiah 7/ 39].
[13] Safei Ar-Rahmân Al Mubârakfûrî, op. cit. 1/329-330.
[14] [Habacuc 3:3-6 Reina Valera 1909]
[15] Traducción hecha por nosotros, dado que no hemos encontrado la traducción de este texto entre las traducciones al español disponibles.
[16] Ibn Taimîah, Al Yauâb As-Sahîh, 5/269.
[17] Al Mâuardî, A‘lâm An-Nubbuah, pág. 171, Ar-Râzî, Mafâtih Al Gaib 3/35.
[18] Fâdil Sâlih As-Sâmarrâ’î, op. cit., pág. 250.
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