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¿Qué dijo el monje Bahîrâ sobre el Profeta del Islam?
El Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) acompañó a su tío paterno Abû Tâlib en su viaje hacia Ash-Shâm para comerciar. La caravana llegó a Bosra, un lugar en Ash-Shâm, donde había un monje llamado Bahîrâ, que permanecía en su monasterio. Este monje era erudito en el conocimiento de los cristianos, pues en este monasterio siempre había un monje encargado de guardar un Libro que, según ellos, heredaban de generación en generación. Ellos habían pasado por allí muchas veces anteriormente, aun así él jamás les habló ni les prestó atención hasta aquel año. No obstante, aquel año cuando acamparon cerca de su monasterio, les preparó mucha comida. Eso fue debido a que, mientras estaba en su monasterio, vio al Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) en el convoy cuando vinieron, y vio una nube que lo cubría a él solo fuera del resto de la gente. Luego, cuando acamparon bajo la sombra de un árbol cercano, el monje miró la nube cuando cubrió el árbol y vio cómo las ramas de éste se inclinaron sobre el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) dándole sombra.
Cuando Bahîrâ vio eso, bajó de su monasterio, ordenó hacer comida y después los invitó a ella diciendo: “¡Oh Quraishitas! Os he preparado comida, y me gustaría que todos asistierais; pequeños y mayores, esclavos y libres”. Por lo tanto, un hombre de ellos le dijo: “¡Por Al-lah, Bahîrâ! Hoy estás diferente con nosotros, no solías hacer eso con nosotros a pesar de que pasábamos muchas veces por aquí; ¿qué te pasa hoy?”. Bahîrâ le dijo: “Tienes razón, y es verdad lo que dices, pero sois huéspedes, y quería honraros y haceros una comida para que todos coméis”.
Así que aceptaron su invitación, mientras que el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), por su corta edad, se ausentó quedándose con el equipaje de la gente debajo del árbol. Y cuando Bahîrâ observó a los presentes, no vio las señales que distinguió y que tenía en su Libro. Por consiguiente dijo: “¡Oh Quraishitas! Que nadie se ausente del banquete”. Dijeron: “¡Oh Bahîrâ! Nadie se ausentó sino el muchacho más joven, quien se quedó con el equipaje”. Dijo: “¡No lo dejéis allí! Llamadlo para asistir a este banquete con vosotros”. Así que un hombre de Quraish que estaba en el convoy dijo: “¡Por Al-lât y Al ‘Uzzâ! Se considera una vileza de nuestra parte que se ausente el hijo de ‘Abdul-lâh ibn ‘Abdul Muttalib de un banquete al que asistimos todos”. Luego se levantó, abrazó al Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) y lo hizo sentarse con la gente.
Cuando Bahîrâ lo vio, se fijó mucho en él y en unas señales en su cuerpo que sabía que representaban una parte de sus atributos [registrados en su Evangelio]. Y cuando la gente terminó de comer, se acercó al muchacho y le dijo: “¡Oh muchacho! Te pido por Al-lât y Al ‘Uzzâ que respondas a mi pregunta”. Bahîrâ juró por estos dos ídolos porque escuchó a su pueblo jurar por ellos, y se contó que el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) dijo: “No me lo pidas por el nombre de Al-lât y Al ‘Uzzâ, ya que (juro) por Al-lâh, jamás odié algo tanto como a éstos”. En consecuencia, Buhairâ le dijo: “Entonces, te pido por Al-lâh que me respondas lo que te preguntaré”. Así que le respondió: “Pregúntame lo que quieras”. El monje le preguntó sobre cosas concernientes a su sueño, aspecto y sus otros asuntos, y el Mensajero le respondió. Sus respuestas coincidieron con las señales que Bahîrâ conocía de antemano, y después el monje miró en su espalda y vio el sello de la profecía entre sus hombros en el lugar ya conocido por él.
Y cuando terminó, Bahîrâ se dirigió a su tío y le dijo: “¿Este muchacho es tu hijo?” Respondió: “Si lo es”. Así que Buhairâ le dijo: “No es tu hijo, ni es posible que su padre esté vivo”. Dijo: “Es mi sobrino”. Preguntó: “¿Y qué pasó con su padre?”. Respondió: “Falleció mientras su madre estaba embarazada de él”. Dijo: “Dices la verdad. Llévalo de vuelta a su tierra y cuídalo de los judíos, ya que, por Al-lâh, si llegan a verlo y a conocer de él lo que yo he conocido, le harán daño, pues tu sobrino tendrá una alta posición. Así pues, llévalo de prisa a su tierra”[1].
[1] [Al Baihaqî, Dalâ’il An-Nubuah (362)][Ibn Hishâm, As-Sîrah An-Nabauîah 1/320-322].
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