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Cuando algunos musulmanes emigraron a Abisinia huyendo de la tortura de los idólatras, Ya‘far ibn Abî Tâlib se presentó ante el Negus y le dijo: “¡Oh rey! Éramos gente de la época de la Yâhiliah, de modo que adorábamos ídolos, ...
Cuando algunos musulmanes emigraron a Abisinia huyendo de la tortura de los idólatras, Ya‘far ibn Abî Tâlib se presentó ante el Negus y le dijo: “¡Oh rey! Éramos gente de la época de la Yâhiliah, de modo que adorábamos ídolos, comíamos carne mortecina, practicábamos indecencias, cortábamos las relaciones de parentesco, tratábamos mal al vecino, y el fuerte de nosotros oprimía al débil, hasta que Al-lâh (Glorificado Sea) nos mandó, de entre nosotros, un Mensajero cuya descendencia, sinceridad, honestidad y castidad sabemos. Él nos convocó a unificar a Al-lâh (Glorificado Sea) y adorarlo renunciando a las piedras y los ídolos que nuestros padres y nosotros adorábamos fuera de Él. Y nos Ordenó ser sinceros al hablar, restituir a sus dueños lo que se nos haya confiado, mantener los lazos de parentesco, tratar bien al vecino, respetar las cosas inviolables y evitar la matanza. Asimismo, como nos prohibió incurrir en indecencias, dar falsos testimonios, apropiarse indebidamente de los bienes del huérfano y difamar a las mujeres decentes. También nos ordenó adorar a Al-lâh Solo sin asociarle copartícipes, realizar la oración, dar el azaque y ayunar”.
Así que le citó al Negus los pilares del Islam. Ya‘far ibn Abî Tâlib continuó: “De este modo, le creímos, tuvimos fe en él y seguimos su llamado, así que adoramos a Al-lâh (Glorificado Sea) sin asociarle nada, prohibimos lo que nos prohibió, hicimos lícito lo que nos permitió. En consecuencia, nuestro pueblo nos torturó para obligarnos a renunciar a nuestra religión, volver a adorar a los ídolos fuera de Al-lâh (Glorificado Sea) y practicar las indecencias que considerábamos lícitas anteriormente. Y cuando nos oprimieron, nos trataron injustamente y nos impidieron practicar nuestra religión, emigramos hacia su tierra y le preferimos a los demás, deseando su protección y esperando que no nos tocara injusticia bajo su custodia, ¡oh rey!”.
Así que el Negus le dijo: “¿Tienes algo de lo que le fue revelado de Al-lâh (Glorificado Sea)?”.
Ya‘far respondió: “¡Sí!”.
El Negus le dijo: “Recítamelo”.
Por lo tanto recitó el comienzo de la Sura de Mariam (María), hasta que el Negus mojó su barba con sus lágrimas, y sus obispos lloraron hasta que mojaron sus Libros sagrados [que tenían en sus manos] cuando escucharon lo que se les fue recitado.
Luego el Negus dijo: “(Juro) Por Al-lâh (Glorificado Sea) que esto y lo que le fue revelado a ‘Îsa (Jesús) (La Paz sea con él) sale de la misma fuente”[1].
[1] [Ahmad (1740)][Shu‘aib Al Arnaut: Hasan][Al Albânî: Sahîh (auténtico)][Fiqh As-Sîrah, Pag. 115][Ibn Hishâm: As-Sirah An-Nubauîah 1-335-338].
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