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Tengo fe en el Islam, en su validez para organizar las condiciones de la sociedad árabe y en su fuerza de enfrentar todos los principios y las teorías extranjeras por más que sea la estima de sus defensores. He dicho y sigo diciendo: no se puede combatir seriamente contra el
Político y pensador sirio, nació en el pueblo de Al Kafîr, actualmente bajo la jurisdicción de Hâsabiâ en el Líbano.
Consiguió en el año 1897 d.C. la licenciatura en las Ciencias, que en aquel entonces era un certificado cultural general sin especialización en una cierta rama de la ciencia o de la literatura. Enseñó en el departamento preparatorio las matemáticas y la lengua árabe.
Fue invitado para administrar la Escuela Ortodoxa en Damasco y después fue nombrado como traductor del Consulado Británico (1902-1908 d.C.)
Estudió francés y turco sin profesor y los dominó con mucha habilidad. También comenzó a auto-aprender el Derecho, ejerció la abogacía en Damasco, luego realizó una convalidación de Licenciatura en Derecho y la logró. En el año 1908 d.C., se afilió a la asamblea de la Unión y del Progreso, y eso fue el comienzo de su práctica de la política.
Fue electo en el año 1914 d.C. como diputado de Damasco en el Parlamento otomano. En el año 1919 d.C., fue nombrado como miembro del Consejo de Consulta. Fue quien sugirió a Ash-Sharîf Faisal la fundación de tal Consejo. También, Fâris procuró junto con varios colegas fundar el Instituto Árabe de Ley y fue uno de sus docentes, así como participó en la fundación del Complejo Científico Árabe en Damasco.
Se le encomendó el Ministerio de Finanzas en los tres gobiernos que se formaron durante el mandato de Faisal en Siria. Y a raíz de la ocupación francesa de Siria en el año 1920 d.C., Al Jûrî se dedicó al empleo independiente como abogado. Después, fue elegido como presidente de los abogados a lo largo de cinco años consecutivos, fue nombrado como jurista en la municipio de Damasco y también como profesor en el Instituto Árabe de Ley para enseñar las dos asignaturas: los activos financieros y el derecho al debido proceso.
Fâris Al Jûrî tiene tres libros en la ley que son: Usûl Al Muhâkamât Al Huqûqiiah [Derecho al debido proceso], Mûyaz Fî ‘Ilm Al Mâliiah [Resumen acerca de las ciencias financieras] y Sak Al Yazâ’.
Las verdades del Islam derrotan las falsedades del comunismo:
“Creo y tengo certeza de que no podremos derrotar las teorías destructivas -que amenazan tanto al cristianismo como al Islam- sino por medio del Islam…y que el mismo es lo que limitará la actividad del comunismo y lo derrocará definitivamente, debido a que sus verdades vencen y destruyen sus falsedades”.
El Islam desafía:
“Tengo fe en el Islam, en su validez para organizar las condiciones de la sociedad árabe y en su fuerza de enfrentar todos los principios y las teorías extranjeras por más que sea la estima de sus defensores. He dicho y sigo diciendo: no se puede combatir seriamente contra el comunismo y el socialismo sino por medio del Islam, el cual es el único capaz de derrocarlos y derrotarlos”[1].
Los castigos corporales prescriptos para el crimen [en el Islam] son una protección:
Y entre lo que el Señor Muhammad Al Farhânî -su alumno y narrador- transmitió de él acerca de su convicción de la Shari‘ah islámica, destaca lo siguiente: “Sin duda recuerdan las enormes sumas de dinero que se dedican a la seguridad pública, a la policía, a la gendarmería y a los tribunales en concepto de salarios y gastos al poner el presupuesto general del Estado…
Si la Shari‘ah (legislación) islámica se pone en práctica y si se corta la mano en Alepo…se azota a otro en Deir ez-Zor, se apedrea a un tercero en Damasco y ocurre lo mismo en el resto de las provincias, se acabará con estos crímenes y se ahorrarán las tres cuartas partes de este presupuesto”.
Añade: “En la era otomana, en Damasco había tres tribunales, tanto de la Shari‘ah como de reconciliación, que investigaban las denuncias parciales y primarias. Sin embargo, los jueces de dichos tribunales pasaban la mayoría de su tiempo en su lugar de trabajo sin tener tarea alguna…así que si comparamos aquellas circunstancias con nuestras circunstancias actuales, encontraremos que el motivo de la multitud de tribunales hoy en día radica en la decadencia moral, la difusión de la corrupción, hacer caso omiso de los no disuasorias sanciones que el Estado impone y por no practicar la Shari‘ah islámica en el sistema del gobierno…etcétera”[2].
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