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Hay una hora durante la noche en la que ningún musulmán que Le pida a Al-lah algún favor en este mundo se quedará...
Yabir, que Al-lah Esté complacido con él, narró haber oído al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, decir lo siguiente: “Hay una hora durante la noche en la que ningún musulmán que Le pida a Al-lah algún favor en este mundo se quedará sin que Él se lo Conceda; y esto incluye todas las noches”. [Muslim]
Un sirviente de Abu Raihan, que Al-lah Esté Complacido con él, (uno de los Compañeros del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Una vez, Abu Raihan, que Al-lah Esté Complacido con él, volvió de una batalla y cenó con su familia, y después pidió agua para poder hacer la ablución. Acto seguido, se dirigió al lugar donde rezaba y se puso a orar la oración nocturna voluntaria, y se quedó rezando hasta que llamaron el Fayer (oración del alba). Entonces su esposa fue a él y le dijo: ‘Estabas exhausto de pelear y te pasaste la noche entera rezando inmediatamente después de ello. ¿Acaso no tengo ningún derecho sobre ti?’ A lo que él le respondió: ‘Por supuesto que sí; lo que sucede es que estaba tan concentrado que no me di cuenta de que la noche había llegado a su fin’. Ella le preguntó entonces: ‘¿Qué es lo que te mantuvo tan preocupado toda la noche?’ Contestó: ‘Estuve pensando sobre los placeres del Paraíso y sus descripciones, hasta que oí sonar el Adhan (llamado a la oración) del Fayer”.
Isaac Ibn Ibrahim At-Tabari, que Al-lah lo Perdone dijo: “Nunca he visto a alguien temer tanto el castigo (de la Última Vida) o esperar con más fervor estar entre quienes sean recompensados que Al Fudail, que Al-lah lo Perdone. Su recitación al orar era lenta y parecía sombría, como si estuviera conversando con alguien al recitar. Cada vez que leía una aleya en la que se menciona el Paraíso, la repetía y Le pedía a Al-lah que le Permitiera entrar ahí. Su oración nocturna era muy larga, y tenía una alfombra en la mezquita para poder dormir cuando le diera sueño. Se ponía a orar, y si le daba sueño se recostaba por un rato, después se despertaba y seguía orando. Si nuevamente se sentía fatigado se acostaba de nuevo. Esto se repetía toda la noche hasta que llegaba la hora de rezar Fayer”.
Raya’ Ibn Muslim Al ‘Abdi, que Al-lah lo Perdone, dijo: “Solíamos pasar la noche en casa de ‘Ayradah Al ‘Amiah, que Al-lah la Perdone, quien pasaba toda la noche rezando. En la última parte de la noche, la oíamos decir en voz alta y en un tono extremadamente desgarrador: ‘¡Oh Al-lah! Los siervos devotos han pasado toda la noche rezando para complacerte y con la esperanza de ser dignos de Tu Misericordia y Tu Perdón. Por eso, Te pido que me Hagas uno de aquellos quienes se acercan a Ti obedientemente, que me Concedas en la Última Vida un lugar cerca de Ti, y que me Hagas una de tus siervas fieles. En verdad que Tu Eres el Más Grande, el Más Misericordioso y el Más Generoso’. Después, se prostraba, lloraba y suplicaba hasta que llegaba la hora de rezar el Fayer. Hizo esto durante 30 años seguidos”.
Musa Ibn Tarif, que Al-lah lo Perdone, dijo: “El sirviente de Ali Ibn Bakkar, que Al-lah Esté Complacido con él, extendía un tapete para que su amo durmiera, pero éste lo rozaba con la mano mientras decía: ‘Juro por Al-lah que eres muy suave y cómodo, pero también juro por Al-lah que esta noche no dormiré sobre ti’. Tras haber rezado la noche entera, rezaba la oración del Fayer con la misma ablución que había hecho la noche anterior para rezar ‘Isha’ (oración de la noche)”.
Ibn Sa’d, que Al-lah lo Perdone, dijo al describir a Sulaiman At-Taimi, que Al-lah lo Perdone: “Era uno de los creyentes más devotos. Era un sabio de la ciencia de Hadiz y un hombre honesto y de confianza. Rezaba toda la noche con la misma ablución con que había orado el ‘Isha’. Él y su hijo iban de mezquita en mezquita orando en cada una de ellas hasta que llegaba la hora de rezar Fayer”.
Al Hasan Al Karabisi, que Al-lah lo Perdone, dijo: “Pasé muchas noches en casa del Imam Ash-Shafi‘i, que Al-lah lo Perdone, quien rezaba la tercera parte de la noche. No obstante, nunca recitaba más de cincuenta aleyas durante sus oraciones, ya que cada vez que recitaba una aleya que menciona la Misericordia de Al-lah, Le pedía a Al-lah que Tuviera compasión de él; y si recitaba una aleya que menciona el Castigo de Al-lah, Le pedía a Al-lah que lo Protegiera de dicho mal”.
Umm Sa‘id, que Al-lah la Perdone, dijo: “Teníamos una especie de cerca que separaba nuestra casa de la de Dawud At-Ta’i, y solía escuchar un zumbido constante toda la noche. A veces se sentaba a recitar partes del Corán justo antes de la hora de rezar el Fayer, y eso me daba la sensación de que él disfrutaba todos los placeres mundanos a través de su recitación”.
Sa‘id Ibn ‘Amir, que Al-lah lo Perdone, dijo: “Aiub As-Sijtiani, que Al-lah lo Perdone, solía rezar la noche entera a escondidas de la gente. Al acercarse la hora de rezar Fayer, alzaba la voz como si acabara de despertar”.
Ibn Shubrumah, que Al-lah lo Perdone, dijo: “Zubaid, que Al-lah lo Perdone, solía dividir la noche entre sí mismo y sus dos hijos en tres partes: él rezaba el primer tercio de la noche, luego despertaba a su primer hijo para que lo relevara, y si su hijo estaba lento o adormilado y no podía despertar, entonces oraba lo que le tocaba. Al llegar el turno de orar de su segundo hijo, iba y lo despertaba, y si éste estaba lento o adormilando y no podía despertar, entonces oraba lo que le tocaba también”.
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