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Las recomendaciones islámicas que cuidan la práctica de la sonrisa, la jovialidad y decir las buenas palabras muestran interés en que estas prácticas salgan del corazón, no que sean afectadas, por fingir o por hipocresía.
Las recomendaciones islámicas que cuidan la práctica de la sonrisa, la jovialidad y decir las buenas palabras muestran interés en que estas prácticas salgan del corazón, no que sean afectadas, por fingir o por hipocresía.
En este punto el Islam y sus orientaciones se diferencian de los demás, ya que el Islam no es un establecimiento o una empresa rentable que todo lo que le interesa es aumentar el número de clientes, sino que cuida la divulgación del afecto, la misericordia y la alegría entre la gente.
También el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) informó que quien tiene el pecho libre de las enfermedades del alma y es de corazón puro es el mejor de la gente. Así que cuando le fue preguntado: “¿Quién es el mejor de la gente?” Contestó: “Es cada quien tiene un corazón barrido y lengua sincera.” Dijeron: “Respecto a quien es de lengua sincera, ése lo conocemos, pero ¿quién es aquel que tiene corazón barrido?” Contestó: “Es el [de Corazón] piadoso y puro, que no alberga pecados, opresión, rencor ni envidia.”[1]
También Al-lâh (Glorificado Sea) Perdona a la gente salvo a quien tiene rencor en su pecho hacia su prójimo, ya que el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) informó con eso cuando dijo: “Se abren las puertas del Paraíso los lunes y los jueves para perdonar a todo siervo que no haya asociado nada a Al-lâh, menos a quien siente rencor hacia su prójimo. Entonces se dirá: ¡Esperad hasta que se reconcilien! ¡Esperad hasta que se reconcilien!”[2]
Encima, los primeros de entre la gente que entrarán en el Paraíso será el grupo que tendrá el corazón purificado, Abu Hurairah (que Al-lâh Esté compalcido con él) narró: “El Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) dijo: “El primer grupo de gente que entrará en el Paraíso sus rostros serán como la luna llena. En él, ellos no escupirán ni sonarán ni defecarán. Sus utensilios serán de oro y sus peines de oro y plata; en sus incensarios la madera de aloe será usada, y su sudor tendrá el olor del almizcle. Cada uno de ellos tendrá dos mujeres; en cuyas piernas el tuétano de los huesos será visible por debajo de la carne debido a la belleza. No tendrán ni diferencias ni odio entre sí; sus corazones serán como un solo corazón y glorificarán a Al-lâh por la mañana y por la tarde”[3].
La liberación del pecho de las enfermedades del alma era una de las recomendaciones del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam): “¡Cuidado con pensar mal [de alguien]!, ya que esto se considera el habla más falsa, además no os espiéis, ni os busquéis el fallo (de los demás), ni os odiéis y sed hermanos.”[4]
Una parte de la naturaleza innata que Al-lâh (Glorificado Sea) les Inculcó a Sus criaturas es el hecho de que los Creó en la forma más hermosa, y una parte de esta hermosura es la libertad del pecho de las enfermedades del alma. Al-lâh Dice [traducción del significado]: {Esto es Obra de Al-lâh, Quien Ha hecho todo a la perfección.}[5] Por lo tanto si el rencor permanece en las almas, aflige las mismas.
Y eso fue lo que el Imam Ibn Hazm notó y le asombró, así que dijo:
Vi que la mayoría de la gente -salvo quienes Al-lâh Ha salvado, y pocos son- buscan el sufrimiento, la aflicción y la preocupación para sí mismos en la vida mundana, y cometen los pecados más grandes que implican el Infierno en la Última vida, realizando lo que no les trae beneficio en absoluto. Ocultan malas intenciones y deseos, como desear la subida de los precios que acaba con la gente, con los menores y con quien no tiene culpa, aparte de esperar la peor aflicción para quien odian. Ellos saben con certeza que estas malas intenciones no adelantan nada de lo que desean ni implica que ocurra. Y de lo contrario, si purifican y mejoran sus intenciones, traerán la comodidad para sí mismos y así tendrán tiempo para realizar sus beneficios mundanos, logrando una gran recompensa en el Día del Juicio, y eso no retrasará nada de lo que quieren ni impedirá que ocurra. Así que, ¡qué peor pérdida que la condición de la que hemos advertido! ¡Y qué felicidad es mayor que aquella a la que hemos llamado![6]
Más importante que la liberación del pecho de las enfermedades del alma es amar a toda la gente. Podemos observar eso en la personalidad del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam), cuyo amor por toda la gente excedía la pureza de su alma. Esto se refleja en sus palabras elocuentes cuando describió a sí mismo y la reacción de la gente hacia su Da‘uah (mensaje) diciendo: “Mi situación con la gente es parecida a la de un hombre que prendió un fuego, de modo que cuando iluminó lo que estaba a su alrededor, las mariposas y los animales que caen en el fuego comenzaron a arrojarse en él, así que este hombre se puso a impedirles hacerlo pero le superaron y siguieron lanzándose en él. Igualmente, yo intento impediros [arrojaros en el Fuego] mientras seguís lanzándoos en él.”[7]
Es una imagen emocional, es una batalla donde el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) intenta impedir a la gente arrojarse en el Fuego pero lo superan y se arrojan en el mismo. Entonces no es una mera comunicación de un mensaje, ni una simple misión ni un simple consejo, es una batalla. En ella, el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) intenta impedir a la gente arrojarse en el Fuego pero algunos lo superan y se arrojan en el mismo.
Al Bujâri narró que un muchacho judío que servía al Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) se enfermó, por lo tanto el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) le visitó y se sentó al lado de su cabeza y le dijo: “Abraza el Islam” por lo tanto el muchacho miró hacia su padre, quien le dijo: “Obedece a Abu Al Qâsim”, y por consiguiente abrazó el Islam. Así que el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) salió diciendo: “¡Alabado Sea Al-lah Quien lo Salvó del Infierno!”[8]
¡Qué grandioso es el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam)!
-Cuando fue herido en la Gazuah (batalla) de Uhud secaba la sangre de su rostro diciendo: “¡Oh Señor mío! Perdona a mi pueblo, ya que no saben.”[9]
-Y era más misericordioso con la gente [los incrédulos] que ellos con sí mismos en el día más difícil de su vida. ‘Â’ishah (que Al-lâh Esté compalcido con él) narró que preguntó al Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam): “¿Has pasado por un día más difícil que Uhud?”, a lo que contestó: “Tu gente me había perjudicado mucho, y el peor acontecimiento fue el día de Al ‘Aqabah cuando me presenté ante Ibn ‘Abd Ialîl Ibn ‘Abd Kulâl, y no respondió a mi pedido. Entonces me marché angustiado sin rumbo fijo y no me di cuenta hasta llegar a Qarn Az-Za‘âlib, allí levanté mi cabeza hacia el cielo y vi una nube que me sombraba. Me fijé y vi entonces a Yibrîl [Gabriel] en ella, quien me dijo: “Al-lâh Ha oído lo que tu gente te dijo, y lo que te respondieron, y te Ha enviado el ángel de las montañas para que realice lo que quieras.” El ángel de las montañas me llamó y me saludó, luego dijo: “¡Oh Muhammad! Ordéname lo que quieras. Si deseas, derrumbaré Al Ajshabain (dos montañas en La Meca) sobre ellos.” El Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) dijo: “No, espero que Al-lâh Haga descender de ellos hijos que no adoren a nadie excepto a Él.”[10]
El Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) incluyó hasta el animal en esta emoción, pues dijo: “Hacer el bien a cualquier criatura hace al uno merecer una recompensa”. Abu Hurairah (que Al-lâh Esté compalcido con él) narró que el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) dijo: “Mientras un hombre andaba por un camino, sintió mucha sed, entonces encontró un pozo, así que bajó en él y bebió. Al salir, vio a un perro jadeando y mordiendo el suelo de tanta sed. El hombre dijo: ‘El perro está sufriendo tan sed como yo sufría’, por lo que bajó al pozo y llenó su zapato de agua, y le dio de beber al perro. Al-lâh lo Alabó Aceptando su acto y lo Perdonó a causa de ello”. La gente preguntó: “Oh Mensajero de Al-lâh, ¿seremos recompensados por el bien que hacemos a los animales?”. Respondió: “Hacer el bien a cualquier criatura hace al uno merecer una recompensa”[11].
Con estas orientaciones el Islam fabricó “La belleza interna” e hizo que el hombre fuera una criatura delicada y amable como la brisa suave, no solamente con los musulmanes y con la gente sino con todo ser vivo.
[1] [Ibn Mayâh (4216)][Al Albâni: Sahîh en As-Silsilah As-Sahîhah (948)].
[2] [Muslim (2565)].
[3] [Al Bujâri (3073)][Muslim (2834)].
[4] [Al Bujâri (5717)][Muslim (2563)].
[5] [Corán 27: 88].
[6] Ibn Hazm, Rasâ’il Ibn Hazm 1/341-342.
[7] [Al Bujâri (6118)][Muslim (2284)].
[8] [Al Bujâri (1290)]
[9] [Al Bujâri (6530)][Muslim (1792)].
[10] [Al Bujâri (3059)][Muslim (1795)].
[11] [Al Bujâri (2334)].
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