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El Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) agradecía las numerosas gracias que Al-lâh le concedió y lo rodeó con ellas; pues, su realidad estaba en armonía con lo que Al-lâh le otorgó de gracias.
El Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) agradecía las numerosas gracias que Al-lâh le concedió y lo rodeó con ellas; pues, su realidad estaba en armonía con lo que Al-lâh le otorgó de gracias. Así que su agradecimiento no constaba sólo de palabras que se dicen, sino que eran una realidad viva y vívida ; de modo que lo vemos en su Sira inclinándose, prosternándose, adorando a Al-lâh, el Altísimo, haciendo el bien y alabando a Al-lâh, siguiendo en eso las Aleyas coránicas que incitan a la adoración y la alabanza; como por ejemplo: “¡Vosotros que creéis!: Inclinaos y postraos, adorad a vuestro Señor y haced el bien para que así podáis tener éxito.”[1].
También fueron mencionados muchos dichos y situaciones que explicaron y aclararon la verdad de la adoración del Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) a su Señor. Pues, ‘Âîsha (que Al-lâh Esté complacido con ella) narró que el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) solía rezar voluntariamente por la noche hasta que sus pies se hinchaban, así que ella le preguntó: ‘¡Oh Mensajero!, ¿por qué haces eso mientras Al_lâh te ha perdonado todos tus pecados?’. Entonces él contestó: “¡Acaso no debo ser un siervo agradecido!”[2]. Esta hermosa respuesta suya, clarificó su visión (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) de la cuestión de la devoción; pues, él no la ve solamente como una obligación para con el Señor, sino que la realiza con amor y voluntad, como un tipo de agradecimiento profundo al Dios Omnipotente quien da y otorga. Y esto explica también su larga adoración y su fuerte esfuerzo en ella.
En otro dicho, ‘Âîsha (que Al-lâh Esté complacido con ella) describe la oración nocturna del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), pues dijo: ‘El Mensajero de Al∙lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) rezaba once Rak‘at (Pl. de Rak‘a, inclinación). Esta era su oración –se refiere a la noche-; de modo que se postraba el tiempo que uno de vosotros recita cincuenta aleyas antes de levantar su cabeza, y efectuaba dos Rak‘at antes del rezo del alba, luego se acostaba sobre su lado derecho hasta que el almuédano le llamaba para rezar’[3].
Por lo tanto, el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) encontraba comodidad en rezar y recitar el Qor’ân con abundancia. Hudayfa (que Al-lâh Esté complacido con él) narró sobre él: ‘Una noche, recé junto con el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), quien empezó recitando la Sura de Al-Baqara (La Vaca), así que dije: Seguramente se inclinará al llegar a la Aleya número cien, sino que continuó. Pensé que la recitaría toda en una Rak‘a y luego se inclinaría, sin embargo, empezó la Sura de An·Nisâ´ (Las Mujeres) y la terminó, y después empezó la Sura de Âle-‘Imrân (La Familia de ‘Imrân) y la recitó toda. Recitaba despacio y sin prisa; de modo que al pasar por una Aleya de Tasbih (decir Subhânal∙lâ, Glorificado sea Al-lâh), glorificaba, al pasar por una pregunta, preguntaba y al pasar por una Aleya de refugio, se refugiaba (en Al-lâh), luego se inclinó y se puso a decir: “Subhâna rabbi al ‘adhîm (Glorificado sea mi Señor grandioso)”. Así pues, su inclinación era tal como su estar de pie. Después dijo: “Sami‘Al-lâh liman hamida (Al-lâh escucha a quien le alaba)”. Luego, se paró durante mucho tiempo, casi igual a su inclinación, y por fin se postró diciendo: “Subhâna rabbi al a‘lâ (Glorificado sea mi Señor el más alto)”. Así pues, su postración duró casi como su inclinación”[4].
Además, el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) rezaba frecuentemente por la noche, debido a lo que conlleva estar a solas con su Señor; por eso, dijo al respecto: “La mejor oración después de la obligatoria, es la devoción nocturna…”[5]. Y por su gran amor a la devoción nocturna, la compensaba por la mañana si acaso la perdía por alguna razón; ya que ‘Âîsha (que Al-lâh Esté complacido con ella) narró: ‘Si el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) realizaba alguna oración, le gustaba perseverarla. Y si le tocaba el sueño o algún dolor a la hora de la devoción nocturna, la realizaba por la mañana en doce Rak ‘at…’[6].
Este amor profundo a la adoración de Al-lâh –especialmente la oración-, explica también el dicho del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) a Bilâl Ibn Rabâh (que Al-lâh Esté complacido con él): “Levántate, oh Bilâl, y alívianos con la oración”[7]. Y en otra narración, dijo: “La frescura de mis ojos (o mi alegría) se ha puesto en la oración”[8].
No es de extrañar que las gracias, concesiones y favores de Al-lâh , el Altísimo, impliquen mucha alabanza, y esto es lo que el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) hacía; ya que su lengua estaba siempre ocupada con el recuerdo de Al-lâh , agradeciéndole por sus gracias y favores. Pues, ‘Âîsha (que Al-lâh Esté complacido con ella) narró: ‘El Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) solía recordar a Al-lâh en todos los momentos’[9].
Y durante el ayuno, aumentaba su esfuerzo y ofrenda, especialmente en los últimos días de Ramadán, ya que se comprometía a sí mismo a multiplicar la devoción. ‘Âîsha (que Al-lâh Esté complacido con ella) narró: ‘Al empezar los (últimos) diez días (del mes sagrado), el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) se aislaba de sus mujeres, vivificaba su noche y despertaba a su familia’[10].
También, el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) solía ayunar el lunes y el jueves constantemente, y explicó el motivo de eso diciendo: “Las obras se exponen (ante Al-lâh ) los días lunes y jueves, así que me gusta que mi obra se exponga mientras estoy en ayunas”[11] . Asimismo, al Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) le gustaba ayunar en los días calurosos; pues fue narrado por Abû Ad-Dardâ’ (que Al-lâh Esté complacido con él) que dijo: ‘Salimos con el Mensajero de Al∙lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) en el mes de Ramadán en un día muy caluroso, a tal punto que uno de nosotros ponía su mano sobre su cabeza por el fuerte calor, y nadie estaba en ayunas salvo el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) y ‘Abdul∙lâ Ibn Rawâha’[12].
Así el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) trataba con la cuestión de la devoción, por el agradecimiento y no por la obligación solamente, y por la ofrenda, el voluntariado y el suplemento y no para cumplir con el deber y ya; lo que dio a su adoración una forma distinguida y brillante en su imagen.
[1] [Sura Al-Haÿÿ (La Peregrinación mayor) 22: Aleya 77].
[2] [Al Bujârî (4837)] [Muslim (2820)].
[3] [Al Bujârî (994)] [Abû Dâwûd (1336)] [At∙Tirmidî (703)].
[4] [Muslim (772)] [An∙Nasâ’î (1133)] [Ahmad (23415)].
[5] [Abû Dâwûd (2429)] [Ahmad (8488)] [Shu‘ayb Al Arnâ’ût: Sahîh] [An∙Nasâ’î (1614)] [Musnad ‘Abd Ibn Hamid (1427)] [Al Albânî: Sahîh, Mishkât Al Masâbîh (1236)].
[6] [Muslim (746)] [Ahmad (24314)] [Ibn Hibbân (2552)].
[7] [Abû Dâwûd (4985)] [Ahmad (23137)] [Shu‘ayb Al Arnâ’ût: sus narradores son confiables] [At∙Tabarânî: Al Mu‘âm Al Kabîr (6215)] [Al Bûsîrî (900)] [Al Albânî: Sahîh, Mishkât Al Masâbîh (1253)].
[8] [Ahmad (13526)] [Shu‘ayb Al Arnâ’ût: Hasan] [Al Bayhaqî: As∙sunan al Kubrâ 7/78] [Musannaf ‘Abdur∙razzâq (7939)] [At∙Tabarânî: Al Mu‘âm Al Kabîr (17388)] [Al Albânî: Sahîh, As∙silsilatu As∙sahîha (658)].
[9] [Muslim (373)] [At∙Tirmidî (3384)] [Abû Dâwûd (18)] [Ibn Mâÿa (302)] [Ahmad (26419)].
[10] [Al Bujârî (1920)] [Ahmad (24422)] [Ibn Juzayma (2029)] [Subul As∙salam (653)].
[11] [At∙Tirmidî (747)] [Ahmad (21801)] [Shu‘ayb Al Arnâ’ût: Hasan] [An∙Nasâ’î (2358)] [Al Albânî: Sahîh, Sahîh Al Ÿâmi‘ (2959)].
[12] [Al Bujârî (1945)] [Muslim (1122)].
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