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Algunos plantean la alegación maliciosa de que el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) animaba a tener esclavos, y que lo afirmó cuando permitió a sus soldados esclavizar a quienes eran capturados en la guerra.
Algunos plantean la alegación maliciosa de que el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) animaba a tener esclavos, y que lo afirmó cuando permitió a sus soldados esclavizar a quienes eran capturados en la guerra.
Sin embargo, la verdad indiscutible al respecto, es que el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) es considerado el primer liberador de esclavos; y antes de hablar sobre su esfuerzo en emancipar a los esclavos, es necesario saber cuánto este asunto estaba firme y arraigado en la Península Arábiga y en el mundo antes de su misión, para entender entonces que era imposible que el Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) repentinamente emitiera una ley impidiendo algo que ya estaba extendido hasta este punto y por largos siglos.
Pues, en la Península Arábiga, estallaba la guerra de vez en cuando entre las tribus árabes por motivos de tribalismo y fanatismo; y sin duda alguna, estas guerras tenían consecuencias nocivas sobre el grupo derrotado, y eso a causa de lo que resultaba de la derrota con respecto a capturar a las mujeres, los niños y los hombres si se tenía la posibilidad, y luego matarlos o esclavizarlos y venderlos como esclavos. Además, allí, no existía el hecho de agraciarlos o dejarlos libres sin nada a cambio, y las guerras representaban uno de los componentes básicos para el comercio de esclavos, el cual era uno de los sustentos económicos en la Península Arábiga.
En cuanto al imperio romano; los esclavos en él no no estaban en mejor condición, hasta tal punto, que el mismo filósofo Platón, autor de la idea de la utopía, opinaba que no se debía dar a los esclavos el derecho de la ciudadanía; en cambio, en el imperio persa, la sociedad estaba dividida en siete clases, y la menor de ellas era el pueblo común, que representaban más del 90% de la población total de Persia, y entre ellos, estaban los obreros, campesinos, soldados y esclavos. Y estos no gozaban de derecho alguno, a tal punto que los encadenaban durante las batallas; así como ocurrió en la batalla de Al Ubul∙la[1], la primera de las batallas islámicas en Persia bajo el liderazgo de Jâlid Ibn Al Walîd (que Al-lâh Esté complacido con él).
Así era el problema de la esclavitud antes del Islam, y cuando llegó el Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) con su último mensaje, estableció dos principios importantes para cancelarla (es decir, la esclavitud), estos eran: estrechar los sustentos que solían proveerla, alimentarla y garantizarle la permanencia y ampliar los accesos (medios) que llevaban a la libertad y la emancipación.
Su Sira (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) era la mejor aplicación de estos dos principios; ya que comenzó a incitar a la sociedad musulmana joven a liberar a los esclavos, prometiéndole la gran recompensa en la Última Vida. Pues, Abû Hurayra (que Al-lâh Esté complacido con él) narró que el Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) dijo: “A quien libera a un esclavo, Al-lâh le libera por cada miembro de él uno de los suyos del Infierno hasta darle una salida como la que él le dio (es decir, al esclavo)”[2].
Además, el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) estimuló a la gente a liberar a los esclavos para expiar cualquier pecado que el hombre comete; y eso a fin de procurar emancipar el mayor número de ellos, pues los pecados no terminan, y todo ser humano los comete, así que dijo: “Cualquier hombre musulmán que libera a otro musulmán, éste será su rescate del Infierno; y cada miembro (del esclavo) será suficiente para los suyos. Cualquier musulmán que libera a dos mujeres musulmanas, ellas serán su rescate del Infierno, y cada uno de sus miembros será suficiente para los suyos. Y cualquier mujer musulmana que libera a otra musulmana, será su rescate del Infierno, y cada miembro de ella será un rescate para los suyos”[3]. Hay que tener en cuenta que el Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) era el ejemplo al respecto; ya que liberó a los esclavos que él tenía.
En otras palabras, sus recomendaciones humanas acerca de los esclavos, eran una de las llaves para preparar a la sociedad para aceptar su emancipación y liberación; así que el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) incitó primero a tratarlos bien, aunque eso sea con las palabras y expresiones, pues dijo: “Nadie de vosotros debe decir: Mi esclavo y mi esclava. Pues todos sois esclavos de Al-lâh, y todas vuestras mujeres son esclavas de Al-lâh, así mejor decid: Mi muchacho y mi muchacha”[4]. Mejor dicho, obligó a alimentarlos y vestirlos de la misma comida y vestimenta de la familia del dueño del esclavo, sin encargarlos con tareas que no pudieran soportar. Ÿâbir Ibn ‘Abdul∙lâh (que Al-lâh Esté complacido con él) narró: El Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) recomendaba tratar amablemente a los esclavos, diciendo: “Alimentadlos de lo que coméis, vestidlos con vuestros vestidos y no torturéis a las criaturas de Al-lâh”[5] . Aparte de otros derechos que hicieron del esclavo un ser humano con una dignidad que no se puede violar.
Luego, sus recomendaciones se elevan para llevar a la sociedad a la fase de la emancipación real, de modo que el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) estableció como castigo por torturarlos y golpearlos, la liberación y emancipación. Pues, se narró que ‘Abdul∙lâh Ibn ‘Omar (que Al-lâh Esté complacido con él) había golpeado a un muchacho (esclavo) que tenía, luego lo llamó y vio algunas huellas en su espalda, por lo que le preguntó: “¿Te hice mal?” Contestó: “No”. Dijo: “Entonces estás emancipado”. Así que el muchacho tomó algo del suelo, y le dijo: “No tengo recompensa en eso sino como el peso de esto, pues he escuchado al Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) decir: “Quien golpea a un muchacho (esclavo) que tiene, entonces su expiación será liberarlo”[6].
También hizo el acto de pronunciar la emancipación, de las frases que no resisten sino la ejecución inmediata, pues dijo: “Hay tres cosas que si se dicen en serio o en broma se ejecutan: el divorcio, el matrimonio y la emancipación”[7].
Asimismo, la Sharî‘a (Ley islámica) lo hizo uno de los medios de expiación de los pecados y faltas, tal como la obligación de emancipar a causa de la matanza involuntaria, el juramento falso, el Dhihâr[8], la ruptura del ayuno deliberadamente en Ramadán, etc. Luego, su Sira vino como mejor aplicación de la guía de la Sharî‘a, pues Abû Hurayra (que Al-lâh Esté complacido con él) narró: “Un hombre fue al Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), y le dijo: ‘Me he perdido, el Mensajero de Al-lâh’. Le preguntó: “¿Por qué?”. El hombre dijo: ‘He tenido relaciones íntimas con mi esposa durante el mes de Ramadán’. Le preguntó: “¿Acaso tienes lo suficiente como para liberar a un esclavo?”. El hombre contestó negativamente. Entonces el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) le preguntó: “¿Puedes ayunar dos meses consecutivos?”. Sin embargo, el hombre respondió negativamente otra vez. Acto seguido, le preguntó: “¿Tienes comida suficiente para alimentar a sesenta pobres?”. Contestó: ‘No’. Después, se sentó, y el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) ordenó llevarle un recipiente con dátiles. Así que dijo: “Dad esto en caridad”. El hombre preguntó: “¿Hay quien es más pobre que nosotros? Pues, no existe otra casa aquí que lo necesite más que nosotros”. Por lo tanto, el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) se río hasta que sus dientes se vieron, luego dijo: “Vete y dalo de comer a tu familia”[9].
No sólo, sino que hizo el acto de emancipar a los esclavos, una de las destinaciones del Azaque, pues Al-lâh dice: “Realmente las dádivas han de ser para los necesitados, los mendigos, los que trabajan en recogerlas y repartirlas, para los que tienen sus corazones amansados, para rescatar esclavos”[10]. Observamos también lo que hizo el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) con Sulaymân Al Fârisî (que Al-lâh Esté complacido con él); para comprender su aplicación grandiosa a este principio islámico, pues Sulaymân (que Al-lâh Esté complacido con él) anunció su conversión al Islam ante el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), quien le dijo: “Vete y cómprate a ti mismo”. Sulaymân Al Fârisî (que Al-lâh Esté complacido con él) dijo: “Entonces me dirigí a mi señor, y le pregunté: ¿Me vendes a mí mismo? Contestó: Si, pero a condición de que me cultives cien palmeras, de modo que si nacen, me traes el peso de un núcleo de oro. Por consiguiente, me fui al Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) y lo informé al respecto, así que me dijo: “Cómprate a ti mismo por lo que te pidió, y tráeme un recipiente con el agua del pozo que usabas para regar esas palmeras”. Luego, el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) suplicó sobre dicha agua, y las regué. Por Al-lâh, he cultivado cien palmeras, y todas ellas nacieron. Después, fui al Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) y le informé de que las palmeras habían brotado, por lo que él me dio una pieza de oro. Acto seguido, me dirigí con ella y la puse sobre un plato de la balanza, y en el otro puse un núcleo, y juro que la pieza de oro pesaba tanto que no podía levantarla de la tierra. Entonces me fui al Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), y él me liberó”[11].
Por otra parte, el Islam permitió a los esclavos re-obtener (readquirir) su libertad a través de estipular un acuerdo, o sea, dar al esclavo su libertad a cambio de una suma de dinero que él paga a su señor según lo que acuerdan ambos, y también obligó a ayudarlo; ya que la regla básica (en el Islam) es la libertad, mientras que la esclavitud es una emergencia. El Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) era el ejemplo en eso; pues, pagó por Ÿuwayriya Barrat Bint Al-Hâriz (que Al-lâh Esté complacido con ella) lo acordado para su libertad y luego se casó con ella. Y cuando los musulmanes escucharon sobre su matrimonio con ella, emanciparon a los prisioneros que tenían en sus manos, exclamando: “¡Los parientes del Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam)!”. Y a causa de ella, se liberaron a cien familias de Banû Al Mustalaq[12].
Además, el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) animó a liberar a la esclava y casarla. Pues, Abû Mûsâ Al Ash‘arî (que Al-lâh Esté complacido con él) narró que el Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) dijo: “Cualquier hombre que tiene una esclava, la educa bien y luego la libera y la casa, tendrá dos recompensas…”[13]. Por eso, liberó a Safiyya Bint Huyayy Bnu Ajtab (que Al-lâh Esté complacido con ella), haciendo de su liberación su dote[14].
En cuanto a esclavizar mediante la guerra que provocan los enemigos del Islam; el Profeta (SAWWS) estrechó su entrada, de modo que puso un sistema para los prisioneros que no se conocía antes del Islam; así que estipuló para considerar a los prisioneros como esclavos, que el gobernador (Imam) los juzgue como tales, y antes de que él lo haga, se puede realizar hacia ellos la actitud siguiente: el intercambio de prisioneros; y eso ocurre mediante devolver a un número de prisioneros a cambio de otro de musulmanes o aceptar el rescate; y esto a través de dejarlos libres a cambio de algo material o educativo, así como hizo el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) con los prisioneros de Badr, ya que liberó a algunos a cambio de dinero, y a otros a cambio de enseñar a algunos musulmanes a leer y escribir.
A pesar de que el acto de esclavizar en la guerra era una costumbre general en todas las guerras, pues los enemigos esclavizaban a los musulmanes si los capturaban, como ocurrió por ejemplo con Zayd Ibn Ad∙Dazna y también con Jubayb Ibn ‘Udai (que Al-lâh Esté complacido con él)[15], y aunque el Islam no respondió a sus enemigos de la misma manera, sin embargo, el Islam acepta que todas las partes en conflicto se pongan de acuerdo en no esclavizar; de modo que no lo hace a cambio de que ellos tampoco lo hagan.
Así, en cuanto a la cuestión de liberar a los esclavos, el Islam era sabio y equilibrado en su legislación, pues a medida de que estrechó las entradas de la esclavitud, amplió las de la liberación de una forma gradual adecuada a la realidad en la que él (el Islam) apareció.
[1] Al Ubul∙la: es un país sobre la costa del Tigris en Basora. Jâlid Ibn Al Walîd caminó hacia ese lugar, y se enfrentó a los persas en una batalla llamada “Dhâtu As∙salâsil (la batalla de las cadenas)”, en la cual vencieron los musulmanes, cuyo número era 18.000 combatientes contra 60.000 persas. Véase: Yâqût Al Hamawî: M‘ÿam Al Buldân 1/43.
[2] [Al Bujârî: Kaffârât al imân (las expiaciones de la fe) (2517)] [Muslim: Al ‘Itq (la emancipación) (1509)].
[3] [Muslim: Al ‘Itq (1509)] [At∙Tirmidî (1547)] [Ibn Mâÿa (2522)].
[4] [Al Bujârî: Al ‘Itq (2552)] [Muslim (2249)].
[5] [Muslim: Al Imân (la fe) (1661)] [Ahmad (21521)] [Al Bujârî: Al Adab Al Mufrad 1/76].
[6] [Muslim: Al Imân (1657)] [Ahmad (5051)].
[7] [Musnad Al Hâriz (503)] [Al Bayhaqî: Hadîz Mawqûf (es un dicho auténtico cuyo fuente es uno de los compañeros)7/341] [Ibn Al Mulaqqin: Gharîb (raro), Julâsat al badr al munîr 2/220] [An∙Nasâ’î: Munkar] [En base a eso es un Hadiz de grado Hasan (bueno)] Consulte: At∙taljîs al hubayr 3/209, 210.
[8] Arcaico repudio irrevocable mediante la fórmula eufemística “Eres para mí como la espalda de mi madre”, que indica que el hombre no iba ya a tocar a su mujer.
[9] [Al Bujârî: Kaffârât al imân (1936), (2600)] [Muslim: As∙sîyâm (el ayuno) (1111)].
[10] [Sura At·Tawba (El Arrepentimiento) 9: Aleya 60].
[11] [Al Hâkim (6544): Sahîh] [At·Tabarânî: Al Mu‘ÿam al kabîr (6073)] [Al Hayzamî: Maÿma‘ Az·zawâ’id wa manba‘ al fawâ’id (Compilador de apéndices y recurso de mercedes) 9/316].
[12] As·Sâlihî Ash·Shâmî: Subul al hudâ wa ar·rashâd (Métodos para la guía y la sensatez) 11/210, As·Suhaylî: Ar·rawdh al anif (Los jardines dignos) 4/18 e Ibn Kazîr: As·sira An·nabawiyya (La biografía profética) 3/303.
[13] [Al Bujârî: An·nikâh (el matrimonio) (5083)].
[14] [Al Bujârî: Al magâzî (las batallas) (2889)] [Muslim: An·nikâh (El Matrimonio) (1365)].
[15] Ibn Haÿar Al ‘Asqalânî: Al Isâba fî tamîz as·sahâba (La prudencia al honrar a los compañeros del profeta) 2/263.
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