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Philip Khouri Hitti, (1886-1978), nacido en Shimlan, Siria Otomana, ahora el moderno Líbano, fue un estudioso del Islam e introdujo el campo de los estudios culturales árabes a los Estados Unidos.
Philip Khouri Hitti, (1886-1978), nacido en Shimlan, Siria Otomana, ahora el moderno Líbano, fue un estudioso del Islam e introdujo el campo de los estudios culturales árabes a los Estados Unidos. Fue un maronita cristiano y fue educado en una escuela misionera Presbiteriana Americana en Sûq Al Gharby en la Universidad Americana de Beirut. Después de graduarse en 1908, enseñó en la Universidad Americana de Beirut antes de trasladarse a la Universidad Columbia, donde enseñó idiomas semitas y obtuvo su doctorado en 1915. Después de la Primera Guerra Mundial, regresó a la Universidad Americana de Beirut y enseñó hasta 1926. En febrero de 1926, se le ofreció una cátedra en la Universidad de Princeton, que ocupó hasta que se jubiló en 1954. Fue profesor de literatura semítica y Presidente del Departamento de Lenguas Orientales. Después de su retiro formal, aceptó un puesto en la Universidad de Harvard. También enseñó en el semestre de verano de la Universidad de Utah y la Universidad George Washington, en Washington D.C. Posteriormente ocupó un cargo de investigación en la Universidad de Minnesota. Philip Hitti casi sin ayuda creó la disciplina de Estudios Árabes en los Estados Unidos. En 1944, ante una Comisión de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Hitti dio testimonio en apoyo de la opinión de que no había ninguna justificación histórica para una patria judía en Palestina. Su testimonio fue reimpreso en el Heraldo de Princeton. En respuesta, Albert Einstein y su amigo y colega, Erich Kahler, respondieron conjuntamente en el mismo periódico con sus argumentos contrarios. Hitti publicó entonces una respuesta, y Einstein y Kahler concluyeron el debate en el Heraldo de Princeton con su segunda respuesta. En 1945, Hitti sirvió como asesor de la delegación iraquí en la Conferencia de San Francisco que estableció las Naciones Unidas. En 1946, Hitti fue el primer testigo árabe-estadounidense en la Comisión de Investigación Anglo-Americana sobre Palestina.
Estableció y presidió la Asociación Educacional Siria en 1919 y fue elegido miembro de la Carta de amistad entre América y Medio Oriente, el Comité Nacional del Museo de la Inmigración Americana y el Comité Cultural de Asociaciones de Oriente y Occidente. También fue el Tesorero del Fondo de Donación de Educación de Medio Oriente, el Director de la Asociación Americana Oriental, consejero del Instituto Ford, Miembro Honorario de la Asociación India, y miembro de la Junta de Secretarios de la Universidad Americana de Beirut, así como de la Asociación Histórica Americana.
Sus obras incluyen: Los Sirios en América (1924); Los Orígenes de los Drusos y Religión: con extractos de sus escritos sagrados (1928); Caballeros Árabes Sirios en la Época de las Cruzadas: memorias de Usamah ibn Munqidh (1929); Historia de los Árabes(1937); Los árabes: una historia corta (1943); Historia de Siria: incluido el Líbano y Palestina(1957); Siria: Una breve Historia (1959); El Cercano Oriente en la Historia (1961); El Islam y Occidente (1962); El Líbano en la Historia (1967); Responsables de la Historia Árabe (1968); Islam: Una Forma de Vida (1970); y Las Capitales del Islam Árabe (1973).
El ejemplo del perdón excepcional
“En 628 Muhammad llevó un cuerpo de 1400 creyentes a su ciudad natal y exigió el Pacto de Al Hudaibiah, en el cual los mecanos y los musulmanes fueron tratados en igualdad de condiciones.... Dos años más tarde, a finales de enero de 630 (8 después de la Hégira.), la conquista de La Meca fue completa. Al entrar en su gran santuario, Muhammad rompió los numerosos ídolos, se dice que se contaban trescientos sesenta, exclamando: {…Ha venido la verdad y la falsedad se ha desvanecido} [Traducción del significado] [Corán 17:81] Las personas mismas, sin embargo, fueron tratadas con especial magnanimidad. Difícilmente, una entrada triunfal, en los anales antiguos es comparable a esta”[1].
A humilde abstinencia
“Incluso en la altura de su gloria, Muhammad llevó, como en sus días de oscuridad, una vida sin pretensiones en una de esas casas de arcilla que consistía, como todas las casas antigua de la actual Arabia y Siria, de unas pocas habitaciones, abierta a un patio y accesible sólo desde el mismo. Fue visto a menudo reparando su propia ropa y estaba en todo momento al alcance de su pueblo”[2].
Un logro asombroso
“En un breve lapso de vida mortal Muhammad convocó, mediante un material poco prometedor, a una nación nunca antes unida, en un país que hasta aquel momento no era más que una expresión geográfica; estableció una religión que en amplias zonas reemplazó al cristianismo y el judaísmo y todavía sostiene la adhesión de una buena parte de la raza humana; y sentó las bases de un imperio que pronto abrazó dentro de sus límites lejanos, las provincias más bellas del entonces mundo civilizado. Siendo él mismo un hombre iletrado, Muhammad fue sin embargo responsable de un libro, considerado todavía por una octava parte de la humanidad, como la encarnación de toda la ciencia, la sabiduría y la teología”[3].
Una fe más noble y una moral más elevada
“Arabia, que nunca hasta aquel momento se había inclinado a la voluntad de un solo hombre, parecía ahora inclinada a ser dominada por Muhammad y a ser incorporada a su nuevo esquema. Su paganismo fue cediendo a una fe más noble y una moralidad más elevada”[4].
El mayor milagro
Hitti reconoce el hecho de que el Corán es, en su estilo, únicamente diferente de cualquier otra obra, lo que lo hace incomparable e inimitable y en esto radica el milagro del Corán. Entre todos los milagros, el Corán es el mayor[5].
La influencia del Corán en el árabe
A pesar de su inimitabilidad, el Corán deja un efecto evidente en la literatura árabe. La huella dejada por la versión de la Biblia traducida en la era del rey Jacoppo fue mucho menor que la influencia del Corán en árabe. Es el Corán que ha conservado el árabe e impedido que fuera dividido en muchos dialectos mutuamente incomprensibles[6].
{Y ciertamente lo hemos revelado en idioma árabe para que reflexionéis}[7]
“La palabra Corán en sí significa recitación, sermón, discurso. Este libro, una voz fuerte, viva, es destinado para la recitación oral y debe ser escuchado en el (idioma) original para ser apreciado. Gran medida de su fuerza reside en su rima y retórica, en la cadencia y movimiento, lo que no se puede reproducir en la traducción sin pérdida”[8].
Una religión práctica y fácil
“Su religión (de Muhammad) es preeminentemente práctica, reflejando la mente práctica y eficiente de su creador. No ofrece ningún ideal inalcanzable, tiene pocas complicaciones teológicas y perplejidades, no tiene sacramentos místicos y ninguna jerarquía sacerdotal que envuelva ordenación, consagración y "sucesión apostólica"”[9].
Supresión del racismo
“De todas las religiones del mundo, el Islam parece haber alcanzado la medida más grande del éxito en demoler las barreras de la raza, el color o la nacionalidad, por lo menos dentro de los límites de su propia comunidad. La línea se dibuja sólo entre los creyentes y el resto de la humanidad. Estas reuniones del Hayy [Peregrinación Mayor], sin duda han contribuido a la consecución de ese resultado”[10].
Las conquistas históricas
“Las campañas militares de Jâlid ibn Al Ualîd y ‘Amr ibn Al ‘Âs, que se produjeron en Iraq, Siria y Egipto, están entre las más brillantemente ejecutadas en la historia de la guerra y resisten una comparación favorable con las de Napoleón, Hannibalo Alexander”[11].
Bagdad, la capital del mundo
“Aunque con menos de medio siglo de antigüedad, Bagdad, en el tiempo de Harûn Ar-Rashîd, (786-809), creció de la nada a un centro mundial de prodigiosa riqueza y trascendencia internacional; por sí solo como el rival de Bizancio. Su esplendor había seguido el ritmo con la prosperidad del Imperio del que fue la capital. Se había convertido en "una ciudad sin igual en todo el mundo"”[12].
La genialidad de la arquitectura
La mayor genialidad artística de los musulmanes, como expone Hitti, parecía en arquitectura en general y en la construcción de mezquitas en particular. Los arquitectos musulmanes y los que trabajaban en la construcción, inventaron un nuevo sistema simple y maravilloso que, aunque basado en patrones antiguos, tenía el carácter de mostrar el espíritu de la nueva religión. La mezquita en este sentido podría ser el pináculo de la historia de la extensión de la cultura islámica, ya sea dentro o fuera del Islam y sus distintos elementos. La mezquita es el mejor ejemplo para ilustrar las buenas relaciones de los musulmanes con sus vecinos[13].
Transmisión e imitación, seguidas por adaptación e invención
«Los árabes no sólo asimilaron la sabiduría tradicional antigua de Persia y la herencia clásica de Grecia, pero también adaptaron ambas tanto a sus propias necesidades peculiares como a su forma de pensar. En medicina y filosofía su trabajo independiente fue menos sobresaliente que en alquimia, astronomía, matemáticas y geografía. En derecho, teología, filología y lingüística como árabes y musulmanes continuaron el pensamiento y la investigación original. Sus traducciones, transmutadas en gran medida por la mente de los árabes a lo largo de varios siglos, se transmitieron, junto con muchos nuevos aportes, a Europa a través de Siria, España y Sicilia y sentaron las bases de ese canon de conocimiento que dominó el pensamiento europeo medieval. Y la transmisión, desde el punto de vista de la historia de la cultura, no es menos esencial que la creación, porque si las investigaciones de Aristóteles, Galeno y Ptolomeo, se hubieran perdido para la posteridad, el mundo habría sido tan pobre como si nunca se hubiesen producido.
»La línea de demarcación entre la traducción y la obra original de medicina no está siempre claramente dibujada. Muchos de los traductores fueron también colaboradores»[14].
Ellos produjeron en todas las ciencias
“Fue principalmente en disciplinas como la botánica, medicina, filosofía y matemática astronómica, que los musulmanes occidentales realizaron su más grande logro”[15].
Ar-Râzi es el más grande de los médicos
“El tratado sobre la viruela y el sarampión sirvió para establecer la reputación de Ar-Râzî como uno de los más perspicaces pensadores originales y uno de los más grandes médicos, no sólo del Islam, pero también de la Edad Media”[16].
Avicena es el próximo
“El nombre más ilustre en los anales médicos árabes, después de Ar-Râzî, es el de Avicena. Ar-Râzî fue más bien médico que Ibn Sînâ, pero Avicena fue más bien un filósofo. En este médico, filósofo, filólogo y poeta, la ciencia árabe culmina y es, uno podría decir, encarnada. ... Este erudito persa musulmán devoró el contenido de la biblioteca real y a la temprana edad de veintiún años estaba en condiciones de iniciar su carrera de escritura. Esto incluye la sistematización de los conocimientos de su época. Al-Qifftilista sólo veintiuna obras mayores y veinticuatro obras menores de Avicena; otros títulos aumentan el total a noventa y nueve, que tratan de filosofía, medicina, geometría, astronomía, teología, filología y arte”[17].
Y la alquimia
“Después de la materia medica, la astronomía y las matemáticas, los árabes hicieron su mayor contribución científica a química. En el estudio de la química y otras ciencias físicas, los árabes introdujeron el experimento objetivo, una mejora decisiva sobre la especulación nebulosa de los griegos”[18].
Yâbir ibn Haiân
“Él (Yâbir ibn Haiân) reconoció y señaló la importancia de la experimentación, más claramente que cualquier otro alquimista anterior, y realizó un notable avance en la teoría y la práctica de la química”[19].
Al-Ándalus, uno de los capítulos más brillantes de la historia intelectual
“La España musulmana escribió uno de los capítulos más brillantes de la historia intelectual de la Europa medieval. Entre la mitad del siglo VIII y el comienzo del siglo XIII, como hemos visto antes, los pueblos de habla árabe fueron los principales portadores de la antorcha de la cultura y la civilización en todo el mundo. Además fueron el medio a través del cual la ciencia y la filosofía antiguas fueron recuperadas, complementadas y transmitidas de tal manera que hizo posible el renacimiento de Europa Occidental”[20].
El impacto de la poesía árabe en el cristianismo
“Fue la poesía árabe en general y este tipo lírico en particular, que despertó la admiración de los cristianos nativos y se convirtió en uno de los potentes factores de asimilación. Estas dos formas, el zéjel y la moaxaja, desarrollaron, en el verso popular castellano, una forma del villancico, que se utiliza extensivamente para himnos cristianos, incluyendo villancicos de navidad. El sexteto, que en su forma original presumiblemente rimaba: CDE, CDE, fue probablemente sugerido por una forma de zéjel árabe ejemplificada en las obras de los poetas andaluces.... Esto trae a la mente, a muchos hombres en el Líbano moderno, qawwalûn, quienes producen espontáneamente tal poesía popular, algunas formas de la cual todavía las llaman zéjel y moaxaja”[21].
La poesía amorosa árabe despierta a los europeos
“La aparición de un esquema literario definitivo de amor platónico en español ya en el siglo VIII, marca una contribución distintiva de la poesía árabe. En el sur de Francia los primeros poetas provenzales aparecen en pleno desarrollo, hacia el final del siglo XI, con palpitante amor expresado en una gran cantidad de imágenes fantásticas”[22].
[1]Philip Hitti, Historia de los Árabes, 118.
[2]Ibíd. 120.
[3]Ibíd. 121-122.
[4]Ibíd. 119.
[5] Philip Hitti, Islam: Una forma de Vida, (traducción del título), 62.
[6]Ibíd. 287-288.
[7][Corán 12:2]
[8]Philip Hitti, Historia de los Árabes, 126.
[9]Ibíd. 129.
[10]Ibíd. 137.
[11] Philip Hitti, Los Árabes: Una Historia Corta, 57.
[12]Ibíd. 110.
[13]Ibíd. 102-103.
[14] Philip Hitti, Historia de los Árabes, 363.
[15]Ibíd. 564.
[16]Ibíd. 366.
[17]Ibíd. 367-368.
[18]Ibíd. 380.
[19]Ibíd. 380.
[20]Ibíd. 557.
[21]Ibíd. 561-562.
[22]Ibíd. 562.
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