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Mi nombre es Karla Carolina Lozano, soy originalmente de San Miguel, El Salvador. Viajé a los Estados Unidos a los 14 años. Fui católica, muy religiosa aunque pequeña.
As-salamu ‘alekum wa rahmatu Al-lahi wa barakatuh.
Mi nombre es Karla Carolina Lozano, soy originalmente de San Miguel, El Salvador. Viajé a los Estados Unidos a los 14 años. Fui católica, muy religiosa aunque pequeña. Me gustaba mucho la vestimenta de las monjas, y me decía a mi misma que quería vestirme de esa manera. Desde pequeña siempre traté de adherirme a mi religión, me gustaba asistir la iglesia todos los domingos. Al llegar a los Estados Unidos fui a la escuela donde conocí musulmanes; recuerdo una vez que la profesora del inglés no hizo una fiesta porque una muchacha que era musulmana estaba ayunando el mes de Ramadán.
Cuando fui a mi escuela de enseñanza secundaria fui expuesta más a musulmanes, ya que trabajaba en Burger King, donde había muchas personas provenientes de diferentes países musulmanes. Siempre veía al manager de Burger King rezar en ese tiempo, no sabía lo que él hacía, pero, Subhan Al-lah, todo fue a su paso.
Cuando comencé a ir a la universidad estuve rodeada mucho más de musulmanes y muchos de ellos eran mis amigos; nunca me hablaron del Islam, pero eran buenas personas. Mi viaje hacia el Islam comenzó cuando estudié Western Civilization en mi universidad, una de mis amigas que era musulmana también la tomaba, y cuando el profesor llegó al tema del Islam, las conquistas y todo lo relacionado al Islam, me interesó mucho.
Un día, el profesor habló sobre cómo el Profeta sallallahu ‘alaihi wa sallam, tuvo muchas esposas; entonces, comencé a hacerle tantas preguntas que al final él se cansó de responderme y me dijo: “Yo no sé, eso es lo único que sé”. Teníamos que escribir una investigación al final del semestre de cualquiera de los temas que habíamos estudiado en la clase, y decidí hacer mi investigación sobre el Islam, pues al hacer una investigación siempre toma tiempo y hay mucho que leer, y se tiene que sacar muchos libros de la biblioteca. Fui a la biblioteca de la universidad y comencé a buscar libros que hablaban sobre el Islam, leí mucho, pero no me gustó para nada lo que leí, por lo que decidí hacer una lista de preguntas e ir a la mezquita que estaba cerca de la universidad. Después de mucho leer y escribir preguntas, fui a la mezquita con mis pantalones jeans, mis uñas pintadas y entré por la entrada principal, lo que significaba que era la entrada de los hombres. Entré al pasillo vacío, que era el lugar donde se rezaba, y encontré a un señor limpiando las alfombras; le pregunté dónde podía hablar con alguien sobre el Islam, pero él me respondió en otra lengua que no entendí, tal vez era árabe, y llamó a alguien de la oficina; entré en ella y les dije que estaba haciendo una investigación sobre el Islam y que me gustaría hablar con alguien, el hermano me dijo que me sentara y que alguien iba a estar conmigo en unos momentos. Esperé y llegó un señor con barba blanca (el Dr. Hayyay), él fue muy amable conmigo y me llevó a un salón donde él daba clases sobre el Islam. Cuando le dije que estaba haciendo una investigación sobre el Islam y comencé hacerle preguntas sin perder el tiempo, él me paro y me dijo: “Te puedo dar todas las respuestas a tus preguntas para que tengas una ‘A’ en tu investigación, pero no quiero eso; quiero que sepas qué es el Islam verdaderamente, comenzando desde el Profeta Adam, el profeta Jesús y el Profeta Muhammad”…y pues no pude preguntar más, sino escuchar.
Él comenzó hablar desde el principio de los tiempos, y entendí, ya que estaba muy familiarizada con todos los profetas que la Biblia menciona, pero no con el profeta Muhammad sallallahu ‘alaihi wa sallam. Al final de la conversación me hizo llorar con lo que decía, y me invitó a que aceptara el Islam, a lo que le respondí que sí. Me sentí muy entusiasmada y feliz por dentro.
Luego de esto, el Dr. Hayyay me dijo que esperara un momento, entró en un cuarto y salió con un yilbab para rezar y un Corán traducido al inglés, y libros que hablaban sobre el Islam. Me invitó a que fuera los domingos por la mañana a la mezquita donde él tenía una clase solo para nuevos musulmanes o personas interesadas en Islam, y me ofreció a su hija para que me enseñara a rezar, lo cual acepté. Después de salir de la mezquita, fui donde mis amigos, ellos eran musulmanes; les conté lo que había pasado y me dijeron: “Pero eso es muy rápido, aceptaste muy rápido”, por lo que me quede pensando.
Pasaron los días y comencé a rezar según lo que veía en las páginas que el Dr. Hayyay me había dado, y rezaba a la hora que, en mi opinión, era la hora de rezar, con tal que fueran 5 veces. Iba a las clases los domingos para estudiar el Islam, no había problemas en esos momentos con mi familia; pero cuando vieron que iba todos los domingos y que no estaba yendo a la iglesia por eso, no les gusto para nada. Un domingo, cuando ya iba para la mezquita, mi padre me alcanzó y me quitó las llaves de mi carro y me dijo: “Tú no vas a ninguna parte”, por lo que decidí caminar hasta llegar a un centro comercial y no volví a mi casa hasta la noche. Todos en casa estaban enojados conmigo, especialmente mi padre; traté en esos momentos de no encontrarme con él para no discutir. Para no enojarlo comencé ir a la iglesia con ellos, y creo que eso me ayudó mucho, ya que cuando escuchaba las lecturas me hacía más preguntarme sobre toda la situación de la unicidad de Al-lah. Muchas veces el sacerdote nos pedía que repitiéramos palabras y yo no lo hacía, ya que el descubrimiento del Islam había llegado a mi corazón, y tenía muchas preguntas más. Cuando iba a la mezquita siempre tenía preguntas para el Dr. Hayyay, las cuales él siempre me ayudaba a comprender. Que Al-lah le Conceda el Paraíso por sus grandes esfuerzos en la Dawah. Amén.
He aprendido el Islam pasito por pasito, lo que he leído lo he puesto en práctica, y lo que no entendía preguntaba. Al principio fue muy difícil, ya que dejas todo, tus costumbres, tu cultura y también a tu familia, pues ellos no van a actuar de la misma manera que tú, y eso crea conflictos.
En conclusión: A quien Al-lah Guía, nadie lo puede desviar; y a quien Al-lah Desvía, nadie lo puede guiar. Soy feliz de ser musulmana, de vivir mi vida con las enseñanzas del Islam, y rezo y suplico a Al-lah que Guie a mi familia y a todo el mundo entero, para que puedan comprender el Islam y aceptarlo como su religión. Amen
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