Short Description
El (ex) obispo etíope Malqah, nació de un padre judío y una madre cristiana en un pueblo etíope y a temprana edad estudió tanto la Torá como el Evangelio y eligió ser cristiano como su madre.
El (ex) obispo etíope Malqah, nació de un padre judío y una madre cristiana en un pueblo etíope y a temprana edad estudió tanto la Torá como el Evangelio y eligió ser cristiano como su madre. Por supuesto su elección no estaba relacionada tanto con su satisfacción con el cristianismo, en cuanto al trato preferencial que los cristianos recibían en su país, que es considerado uno de los bastiones más importantes del cristianismo en África.
No estaba satisfecho con la Torá ni con el Evangelio. Habiendo rechazado las distorsiones, supersticiones y falacias de la Torá, se dedicó a estudiar el Evangelio, en el cual su madre creyó. Pero le parecía que abundaba en evidentes contradicciones entre los diferentes textos del evangelio, que de todos modos, no organizan los asuntos del mundo y del más allá. Llegó darse cuenta que esos textos no formaban parte de las escrituras reveladas a 'Isa (Jesús), que Al·lâh exalte su mención.
Además, tenía la impresión de que el Islam era la religión de la gente subdesarrollada y atrasada, a causa de las mentiras inventadas atribuidas al Islam y a los musulmanes. Así creció con una fuerte aversión por el Islam. En su búsqueda de una buena profesión que se ajustara al nivel social de su familia y le proporcionara una vida abundante, no encontró nada mejor que el clero, donde recibiría mucho respeto y alta posición. Su memorización de la Torá le ayudó a unirse a la iglesia. Luego se convirtió en un famoso obispo conocido como 'nuestro padre'.
La Historia de su Reversión al Islam
Pasó seis años en la iglesia durante el cual se esforzó todo lo posible para convocar al cristianismo y al servicio de la iglesia y la invitación a sus credos. Pero en una noche decisiva vio en un sueño a un hombre que se le acercó y le despertó y le pidió que profesara ambos testimonios de fe (en el Islam): 'No hay nadie merecedor de adoración sino Al·lâh y Muhammad, sal-la Al-lâhu ‘aleihi wa sal-lam, es el Mensajero de Al·lâh, además de Surat Al-Ijlaas en que Al·lâh dice (lo que significa): {Di [¡Oh, Muhammad!]: Él es Al·lâh, la única divinidad. Al·lâh es el Absoluto [de Quien todos necesitan, y Él no necesita de nadie]. No engendró, ni fue engendrado. No hay nada ni nadie que se asemeje a Él."} [Corán 112:1-4] Él se levantó asustado y atemorizado por esa visión que no podía entender: más bien la interpretó, dependiendo de su estrecho punto de vista en aquel momento, que era de Satanás.
Pero Al·lâh quería el bien este hombre y la visión se repitió más dos veces en dos noches, y en la tercera noche que vio luz iluminando el camino delante de él y un hombre que le dictaba los testimonios y Surat Al-Ijlaas. Se dio cuenta que era una visión real y no de Satanás como falsamente había pensado. La luz que iluminaba su camino en la visión impregnó sus sentimientos e iluminó su perspicacia. Desde ese momento, tenía una profunda creencia en el hecho de que el credo Islámico es el verdadero y cualquier otra religión es falsa. Habiendo conocido los portentos del mensaje de Muhammad, a causa de sus estudios teológicos, no le tomó mucho pensarlo y declaró inmediatamente su reversión al Islam. Más tarde su esposa y sus tres hijos también abrazaron el Islam; y cambió su nombre a Muhammad Sa‘id.
Por supuesto que su abrazo del Islam no fue una buena noticia para la iglesia, que le privó de los privilegios que tenía y trató de llevarlo a la cárcel, donde recibió diferentes tipos de tormento en un intento de convertirlo de su fe y hacer de él un ejemplo, para cualquier persona pensando en abandonar el cristianismo. Pero soportó con paciencia y se mantuvo firme en su fe. La iglesia, que no logró sacarlo del Islam, se vio obligada a dejarlo, para que no se convirtiese en un símbolo o un modelo, iluminando el camino para los cristianos hacia la religión de la verdad.
Sus Contribuciones
El encarcelamiento de Sa‘id no lo alejó del camino correcto. Salió de la cárcel con la fe más fuerte y una mayor determinación para invitar a otras personas la verdad. Se convirtió en un Daa‘iah al Islam, luego de haber sido un obispo llamando al cristianismo. De su mano, doscientos ochenta personas fueron guiadas al Islam.
Sa‘id se había beneficiado mucho de su profundo estudio de la Torá y el Evangelio para penetrar los puntos milagrosos en el Corán. Debido a su trabajo anterior como obispo, conocía bien los caminos torcidos seguidos por los Christianizadores para atraer a los pobres y necesitados al cristianismo, y cómo utilizar la pobreza y la miseria de la gente y fingir consolarlos material y espiritualmente y proporcionarles atención sanitaria y educativa en un intento por ganar su amor y cariño, y poner en sus mentes el argumento de que en el cristianismo se encuentra la salvación del tormento del más allá y de la pobreza de este mundo.
Sobre su forma de Da‘wah, dice que depende de saber el credo de los no-musulmanes a quienes invita al Islam y debate con ellos para demostrar su falsedad y su violación de la naturaleza y el razonamiento. Entonces, continúa explicando los buenos aspectos del Islam, mostrando que es la religión de la verdad elegida por Al·lâh para la humanidad desde el principio de la creación. El Islam es someterse a Al·lâh, admitir su Señorío, obedecerle, cumplir con Sus mandatos y evitar sus prohibiciones.
Tiene el especial deseo de guiar a sus padres a la verdadera religión; y un deseo general de ser uno de los caballeros de la Da‘wah islámica y tener éxito en realizar lo que beneficia a la Ummah (comunidad) del Islam; quiere que Allah le ayude a elevar el estatus de su religión.
Eso es cierto. Esos deseos indican la veracidad de la fe del ex obispo Malqah en la religión de Muhammad, sal-la Al-lâhu 'aleihi wa sal-lam. Se puso feliz al abrazar el Islam, por eso se nombró como el Profeta del Islam (Muhammad), y agregó el buen estado de felicidad en el cual llegó estar (*Sa‘id).
*[Sa'id, palabra Árabe que significa: feliz]
Comentarios
Envíe su comentario