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Escritor y autor egipcio cristiano, tiene varios libros sobre psicología y filosofía.
Escritor y autor egipcio cristiano, tiene varios libros sobre psicología y filosofía. Se distingue por su objetivismo y por su profunda sinceridad hacia la verdad. Y pese a la insistencia de sus padres en criarlo acorde al cristianismo desde su niñez, muchas veces asistía a las reuniones de los Sheijs musulmanes y escuchaba ansiosamente el Corán así como la Sîrah (biografía) del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), aparte de que memorizó el Sagrado Corán antes de superar los 10 años. Escribió varios libros, entre los más destacados encontramos Muhammad Ar-Risâlah Ua Ar-Rasûl [Muhammad…el Mensaje y el Mensajero], Muhammad Fî Haiatih Al Jâssah [Muhammad en su vida privada] y Anâ Ual Islâm [El Islam y yo]. Falleció en el año 1987 d.C.
Los libros del Dr. Nadhmî Lûqâ se consideran de lo mejor jamás escrito por un no musulmán acerca del Islam, si no los mejores entre todos. En ellos la percepción humana aparece explícitamente. Por eso, transmití mucho de él, sobre todo acerca de la cuestión de la poligamia del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), por la maravilla, la belleza y el argumento brillante y convincente que alberga, y también porque fue escrito por un no musulmán del que no se esperaba que se pusiera fanático o que dijera lo que no veía auténtico y comprobado. Y además, porque es un cristiano ortodoxo, al que no le está permitida la poligamia.
Una nueva nación
“Los musulmanes formaron una nación de nuevo concepto, nuevos objetivos, nuevas relaciones sociales y reglas conductuales, nunca conocidos antes por los árabes en la época de la Yâhiliiah [era pre-islámica]. En este nuevo marco, Al-lâh (Glorificado Ses), el Único, Es el Señor, el Auxiliador, Quien Ordena y Prohíbe a través del Corán que Reveló y lo que Encomendó a ‘la lengua del cielo’ –es decir, el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam)-. Al-lâh Es también a Quien se vuelve para recibir la recompensa o el castigo finales. Y el Mensajero es el único medio para comunicar las Órdenes de Al-lâh (Glorificado Ses) y Sus prohibiciones y es el único interpretador de la Inspiración que informa, y mediante su Sunna, se clarifican los ritos y las normas de conducta. Y el resto de los creyentes, bajo dicha bandera, son iguales”[1].
La mujer en el Islam
La mujer en el Islam es un ser humano con plenos derechos y obligado a todos los deberes mentales y espirituales. En dicho sentido, es igual al hombre, de manera que está encargada de la misma responsabilidad que le toca a él… la cual es la responsabilidad de la creencia y purificar el alma”[2].
Un ser humano con pleno humanismo
“A las mujeres no les correspondía nada de la herencia en la era de la Yâhiliiah (era pre-islámica)…Por lo tanto la aleya que brinda a la mujer el derecho de heredar fue revelada. También, el Corán alberga la prohibición del acto [preislámico] de enterrar vivas a las niñas y ordena tratar justamente a las mujeres y a los huérfanos. Y Muhammad prohíbe el matrimonio por placer [el temporal] y prohíbe obligar a las esclavas a la prostitución”[3].
{Ellas tienen tanto el derecho al buen trato como la obligación de tratar bien a sus maridos.}[4]
“En esta sura (An-Nahl) [Las abejas] hay una indicación a la equidad entre el varón y la hembra ante Al-lâh (Glorificado Ses) sin diferenciar entre ambos en las obligaciones o en la recompensa. Al-lâh Dice [traducción del significado] {Al creyente que obre rectamente, sea varón o mujer, le Concederemos una vida buena y le Multiplicaremos la recompensa de sus obras.}[5] Y en la sura de An-Nisâ’ [Las mujeres] hay una indicación explícita acerca de la equidad entre la mujer y el hombre en cuanto a los frutos de las obras y de los esfuerzos. Al-lâh Dice [traducción del significado] {Tanto los hombres como las mujeres recibirán su merecido.}[6]. Y en algunas naciones antiguas y modernas, a la mujer se la privaba de la herencia, por lo tanto el Islam prohibió esta injusticia terrible.”[7]
{Y los hombres tienen un grado superior al de ellas [porque en ellos cae la responsabilidad de mantener el hogar].}[8]
“El Islam –en la realidad– no es una creencia retrasada que diferencia entre los dos sexos en cuanto al valor, sino todo lo contrario, ya que la mujer, según sus criterios [es decir los del Islam], es igual al hombre, de manera que él no la supera en el grado sino por un mérito [que gana], y no se le impide a ella lograr el mismo grado si consigue este mismo mérito, sin dilación ni discusión. De todos modos, ninguna mujer sensata puede prescindir del hombre debido a su naturaleza innata tanto corporal como psicológica”[9].
En su persona se reunieron las gracias de los Mensajeros y la voluntad de un héroe
“Muhammad no era una persona común en cuanto a sus cualidades y virtudes; ya que en él se reunieron las gracias de los Mensajeros y la voluntad del héroe. Así pues, es el deber del justo estimar sus valores morales y su caballerosidad”[10].
La voz del cielo
-Un solo hombre fue la ‘lengua del cielo’, nadie estaba por encima de él sino Al-lâh (Glorificado Ses), y por debajo de él estaban los siervos creyentes de Al-lâh (Glorificado Ses). Y pese a eso, rechazaba sentir cualquier tipo de arrogancia, es más, lo temía y escapaba de ello, y se dedicaba enteramente a luchar contra la vanidad en su alma, antes de luchar contra ella en las almas de sus Compañeros (que Al-lâh Esté complacido con ellos). Y si este Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) se hubiera enorgullecido por el favor que hizo a la gente guiándolos, por la gloria y el poder que le fueron dedicados y por el dominio que logró, nadie se lo reprobaría, debido a que hubiera sido por un valor existente y por una virtud inmensa.
-Y cuando sus Compañeros (que Al-lâh Esté complacido con ellos) lo elogiaron por algo verdadero que sabían de él, les dijo “No me elogiéis tal como lo hicieron los cristianos con el hijo de Mariam [María] (la paz sea con él); no soy sino el esclavo de Al-lâh, así que decid “El esclavo y el Mensajero de Al-lâh”.
-Y una vez, se presentó ante un grupo de sus Compañeros (que Al-lâh Esté complacido con ellos) quienes, al verle, se levantaron en señal de reverencia, por lo tanto se lo prohibió diciendo “No os levantéis [al verme] tal como hacen los no-árabes venerándose unos a otros”[11].
Nadie sería veraz si Muhammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) no lo fuese
-No quedó ninguna alegación para nadie, ya que su fe se puso a prueba durante mucho tiempo antes de que se le concediera la victoria. Dicha victoria a favor de aquel llamador hacia el sendero de Al-lâh (Glorificado Ses) no estaba prevista ni era verosímil en la capital de los ídolos y de la consulta de la suerte [valiéndose de flechas].
-Su integridad superaba los beneficios, su alteza se despegaba de los adornos de la vida y su tolerancia no estaba mezclada con vanidad ni con orgullo por ser obedecido.
-No privilegió ni dejó nada de herencia a su familia. Tampoco dedicó a su descendencia o clan ninguna ventaja o goce mundano ni poder. Prohibió a sí mismo lo que permitió a los individuos de entre sus seguidores y anuló la posición especial que su tribu tenía en la Yâhiliiah (era pre-islámica), hasta que hizo que los esclavos y los negros fueran igual que los reyes de Quraish. No dedicó a sí mismo ni a sus familiares un poder especial, pese a que sus familiares tenían un prestigio indiscutible en la época de la Yâhiliiah. Él redujo estos privilegios a la nada. Entonces, ¡¿qué calumnia tras todo eso podrá difamar a esta gloria sublime o desmentir a este veraz sincero!
-¡No hay otra posibilidad este Mensajero no hablaba de acuerdo a sus pasiones!
-¡No hay otra posibilidad no fue extraviado ni desviado!
-¡No hay otra posibilidad Nadie sería veraz si este Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) no lo fuese!».[12]
No aprovechó nada
“¡¿Quién merece que su biografía se defienda más que Abû Al Qâsim! Él es quien transformó a millones de personas de adorar a los ídolos a adorar a Al-lâh (Glorificado Ses), el Señor del universo, y del extravío y la depravación a la alteza y la fe. Sin embargo, no ganó de su esfuerzo, para sí mismo ni para su familia, nada de los goces pasajeros que buscan los apegados a la vida mundana… Y para mantener el honor y proteger el derecho de la caballerosidad, me impuse el deber de ser justo con la persona de Abû Al Qâsim, me lo impuse desde que me di cuenta de su gran posición e importancia”[13].
La mentira de la lascivia
“Tras acusarle de ignorante para difamar su capacidad mental, los calumniosos se dirigieron a atribuirle otro defecto que pone en tela de juicio sus morales y la caballerosidad y los atributos humanos del noble hombre, de los que se enorgullece cualquier persona que se aleja de caer en la inferioridad bestial. En dicha acusación, parten de una premisa correcta en la cual basan otra equivocada, para que una influya sobre la otra produciendo al final una mentira horrible creada por mentes enfermas y publicada por lenguas calumniadoras. La premisa correcta es Muhammad se casó con varias mujeres…así que el resultado normal de eso fue que Muhammad era un hombre libidinoso, que no aguantaba vivir sin mujeres y nada frenaba su deseo de tener muchas mujeres”[14].
Una premisa inventada
“Cuando enfrentamos esta acusación, no debemos analizarla desde fuera, sino desde su principio, en el cual fue basada, o sea desde su premisa inventada, que mezcló el cuánto con el cómo y la poligamia con el descontrol de la lujuria. Es una mezcla que cometen fácilmente quienes no tienen profunda comprensión, ni diferencian sensatamente el aspecto material de los motivos psicológicos, los cuales son asuntos interiores que no llaman la atención a la vista rápida si ésta no es apoyada por la perspicacia”[15].
No era carente de deseos, pero los controlaba
“Abû Al Qâsim, no era carente deseos, pero los controlaba, porque los reducía en su interior al nivel que honra al hombre. Y este nivel es cuando uno busca lo que es bello y honorable de una forma bella y honrosa que no disminuye su posición, sino que multiplica su alteza, castidad y pureza”[16].
No es el número sino las circunstancias
“Muhammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) tuvo 9 esposas a la vez, lo cual no es poco, pero lo que importa no es el número sino las circunstancias que le condujeron a eso. No podremos comprender estas circunstancias como es debido si no analizamos el largo periodo que pasó de la edad de Abû Al Qâsim (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) antes de su casamiento con las 9 esposas”[17].
Esta es su vida anteriormente
-Durante un largo periodo de su vida que duró 25 años, y que era la época de la juventud ardiente y de la hombría fuerte, no era marido de varias mujeres, sino de una sola mujer Jadiyah Bint Juailid (que Al-lâh Esté complacido con ella). Tenía una sola esposa, que le llevaba más de 15 años de edad. Se casó con ella cuando él tenía 25 años, mientras ella tenía más de 40 años y fue dicho 45 años. Y ella murió a una edad que superaba los 65 años como mínimo, mientras él tenía aproximadamente 50 años.
-Durante 25 años, no tuvo sino una sola esposa, aunque no le era obligatorio seguir casado con una sola esposa, dado que en el ambiente donde vivía no se practicaba sino la poligamia ilimitada, y casarse con una sola esposa no era un valor acordado en aquel tiempo.
-Y si Muhammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) hubiese sido disoluto, entonces no habría sido algo extraño para nadie, y habría sido la primera acusación al Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) cuando comenzó su Da‘uah de adorar a Al-lâh (Glorificado Ses), y lo que esta adoración implica de castidad, rectitud y pureza. [Sus contemporáneos] Habrían exclamado, con buena razón ¡¿Cómo nos está llamando a la castidad, mientras que hacía tal y tal! Ellos, de hecho, no dejaron de inventar las acusaciones, entonces ¡¿qué les impidió mencionar ésta si era cierta y comprobada! A nadie se le ocurrió esta acusación, para muchas que son las acusaciones difamadoras que le dirigieron. Eso fue por una sola razón sin otra posibilidad aceptable que su conducta personal era lo contrario de eso, y que era famoso por su adhesión a la castidad y a la pureza y por su alejamiento de las sospechas, y de las indecencias y las obscenidades. Por lo tanto, dicha fama impidió a los que vivían en su época y los que se oponían a él de entre los incrédulos de Quraish atribuirle esta calumnia. En otras palabras, la lascivia en la época [de la difusión] de la misma, no era característica de Muhammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), aunque, en aquel tiempo, todavía no se le había encomendado el Mensaje»[18].
[1] Nadhmî Lûqâ, Anâ Ual Islâm, pág. 113.
[2] Ibíd. pág. 153
[3] Nadhmî Lûqâ, Muhammad Ar-Risâlah Ua Ar-Rasûl, pág. 96.
[4] [Corán 2 228].
[5] [Corán 16 97].
[6] [Corán 4 32].
[7] Nadhmî Lûqâ, Muhammad Ar-Risâlah Ua Ar-Rasûl, pág. 96.
[8] [Corán 2 228].
[9] Nadhmî Lûqâ, Muhammad Ar-Risâlah Ua Ar-Rasûl, págs. 100-101.
[10] Ibíd., pág. 28.
[11] Ibíd., págs. 179-180.
[12] Ibíd., págs. 190-191.
[13] Nadhmî Lûqâ, Muhammad Fî Haiatih Al Jâssah, pág. 15
[14] Ibíd., págs. 37-38.
[15] Ibídem.
[16] Ibíd., pág. 44.
[17] Ibíd., pág. Pág 49
[18] Ibíd., págs. 49-51.
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